El poder del pensamiento (I) Las creencias
Hola a todos y todas, seductores y seductoras. Siendo éste mi debut como redactor para Egolandseducción, considero que lo primero que debo hacer es presentarme. Mi nombre es Hugo y mi intención es continuar la batalla que ha iniciado el equipo de Egoland en su cruzada por hacer de la seducción algo basado en principios de la psicología, sociología… Para ello, trataré de vincular el cortejo humano con los hallazgos psicológicos recopilados hasta la fecha.
En este sentido, soy un graduado en psicología que ahora mismo se está especializando en la intervención sobre la inteligencia emocional, tema sobre el que voy a hablar en la mayoría de mis posts. Y es que nuestra habilidad para percibir, comprender y gestionar nuestras emociones es en última instancia la que nos confiere la capacidad de disfrutar de la vida, de gustarnos a nosotros mismos y, por ende, seducir a los demás. Pero mis aspiraciones no se quedan en lo informativo, espero que mis textos den pie a la interacción y me consultéis cualquier asunto que os interesaría conocer con más profundidad sobre lo que voy escribiendo. Sin más dilación, comencemos!
Con este primer post da comienzo una serie de textos que van a tratar de transmitirte
- Qué son las creencias y cómo funcionan
- La importancia de adueñarse de un sistema de creencias optimista
- Qué creencias te van a aportar un mayor bienestar
- Cómo llevar a cabo la modificación de creencias
Para comenzar a trabajar sobre nuestra manera de pensar, es necesario que comprendamos qué es una creencia y cómo ésta puede condicionar el cristal a través del cual observamos la realidad.
¿Qué son las creencias?
Siempre me ha fascinado el comportamiento humano, concretamente las diferencias entre unas personas y otras a la hora de encarar las dificultades del día a día. Pongamos, por ejemplo, una situación de seducción. Cuando nos encontramos ante una persona atractiva (no confundir atractivo con atractivo físico*) podemos acercarnos a expresar nuestra atracción, acercarnos a iniciar una conversación, lanzar un piropo, lanzar miradas, quedarnos paralizados, ruborizarnos, acicalarnos o incluso salir corriendo.
Pero ¿a qué obedecen estas diferencias interpersonales a la hora de abordar a una potencial pareja? Efectivamente, como ya se ha visto en otros textos, esto se debe a la cognición, es decir, a nuestra manera de dotar de significado a la experiencia. La cognición puede ser entendida como las creencias que tenemos sobre 3 áreas:
a) Nosotros mismos (Autoconcepto*)
b) Los demás (Estilo de apego*)
c) El mundo (Mapa del territorio)
Nos referimos aquí a las creencias, como aquellas convicciones que tenemos sobre las susodichas áreas y que son permutables, eliminables y, con los conocimientos adecuados, propensas a elección.
¿Cómo funcionan las creencias?
Nuestro sistema de creencias, es decir, nuestra manera de dar sentido a la realidad, va a ser la que determine la intensidad, duración y frecuencia, además de la tipología, de nuestros comportamientos y emociones. Es tan fácil como esto:
Estímulo —-> Cognición (activación de creencias) —-> Respuesta
La Cognición condiciona cómo entendemos lo que ocurre a nuestro alrededor (Estímulos) y, por tanto, determina la Respuesta emocional y conductual que pondremos en marcha ante una situación X.
De esta manera, ante un estímulo como puede ser la aparición de una persona atractiva en nuestro campo de visión, cada uno realizará una interpretación de la situación en función de las convicciones que albergue con respecto a si mismo, a los demás y al funcionamiento del mundo. Esta interpretación, y no la situación en sí, será la que determine el tipo de respuesta emitida: de aproximación o de evitación.
¿Por qué trabajar sobre las creencias?
Las creencias marcan nuestra vida, nos dicen lo que es o no es cierto para nosotros, establecen nuestras limitaciones y guían nuestro comportamiento. Hagámonos dueños de nuestra existencia y escojamos en qué creer, pues no tenemos nada que perder, más allá de nuestras cadenas.
Iremos poniendo a vuestra disposición nuevos escritos relacionados con este tema para que, paso a paso, creéis vuestra singular manera de interpretar la experiencia, adueñándoos así de los resultados que obtenéis. Para terminar este primer texto, os dejo una bonita fábula de Jorge Bucay que representa a la perfección el peso de las creencias en nuestro día a día; no tiene desperdicio.
*Os animo a que si queréis más información sobre términos como los que yo he señalado (*) o cualquier otro que hayáis leído y os resulte de interés, me lo hagáis saber a través de los comentarios. De este modo, me encargaré de explicarlos en próximas publicaciones.
HUGO