Estilo optimista, estilo pesimista (I)
¿Vaso medio vacío o medio lleno? ¿El pesimista es un optimista bien informado? Desde luego tiene sustancia esta cuestión, ya que como empezamos a ver en el artículo anterior, nuestro estado de ánimo condiciona nuestra manera de movernos por el mundo. Y si somos personas que tendemos al optimismo o al pesimismo también nos moveremos por él de formas bien diferentes.
Estado de ánimo: Positivo o negativo, recordatorio
Durante años llevé en mi agenda como separador de páginas, una postal. En el reverso escribí una frase que en principio me pareció bonita y acertada:
“Todo lo que nos sucede es para bien (los errores conducen a aprendizajes). Además casi nada de lo que nos sucede es definitivo.”
Con el tiempo pasó de ser una frase bonita a ser casi un leit motiv, una filosofía de vida, por ello, continuó durante tanto tiempo dentro de mi agenda como algo a recordar. Posteriormente es algo que siempre he querido trabajar desde el principio en la consulta de psicología. ¿Por qué? Porque pensar en lo que nos sucede desde este punto de vista siempre nos deja margen de mejora. Los acontecimientos negativos deben conducirnos a aprender cosas nuevas: que nos gusta o no, que queremos o no, que cosas debemos hacer o no. Y en realidad pocas cosas son de por vida, al menos en su estado actual, ¿verdad? En este punto te animo a que hagas algo parecido, esto es, llevar un recordatorio de alguna frase que quieras tener muy presente, esto puedes llevarlo en tu agenda, cartera, smartphone…
Esta manera de pensar tendería a un estilo optimista en tanto que interpretamos lo que nos pasa en positivo. Esto no quiere decir que todos los acontecimientos de la vida sea positivos de por sí. Si nuestra querida mascota muere, no nos pondremos a dar saltos de alegría; nos podremos tristes y nos tocará despedirnos de ella. Después ya veremos que hacemos con todo ello, cómo afrontamos la nueva situación y si hemos aprendido algo de todo ello. Pero primero vendrán las emociones negativas, y es natural que sea así.
El punto clave es que el optimista tiende a interpretar los hechos negativos que nos pasan como temporales y controlables, mientras que el pesimista al contrario. Es decir, tendiendo al pesimismo interpretaríamos aquellas cosas negativas como eternas (durarán para siempre) y fuera de nuestro control, ni siquiera parcial. ¿Ves qué consecuencias tiene esto en relación a nuestra manera de movernos por el mundo? Esta forma de percibir nuestra realidad no es difícil de cambiar… sí requiere de tiempo y paciencia. ¿Vamos a por ello?
Hola Antonio! en el momento social en el que vivimos la negatividad gana por goleada al positivismo… y lo peor de todo es que la negatividad se transmite como un virus. Pero no todo esta perdido en esa batalla, pues me parece muy bueno tener un recordatorio ya sea por una hoja, una agenda o incluso en un tatuaje, una palabra, frase inspiradora. También intentar rodearse de aquellas personas que aun tienen esa viveza y positividad… pues lo mismo que la negatividad se contagia la positividad igual 😀
Hola nesfas, en tu primer frase das en la clave. Actualmente en nuestra sociedad hay una tendencia generalizada hacia el pesimismo. Podemos estar horas debatiendo de porque esto es así, ayer vi en un documental algo acertado, proponían que una sociedad asustada y con una alta dosis de incertidumbre es más manipulable por la clase política y económica.
Seguramente algo de eso haya, pero el caso es que es algo a lo que tenemos que enfrentarnos. ¿Como podemos compensar la balanza hacia un mayor optimismo? Se admiten ideas para continua el debate 😉
Este es el tipo de filosofia de vida al que llevo un tiempo habituandome, y es bastante satisfactorio. Creo que tanto el optimismo como el pesimismo es un habito mental, y hay que trabajar con ello para nuestro beneficio.
Enhorabuena por tus articulos.
Gracias Gabi. La clave efectivamente está en el hábito. Cuando comenzamos cosas nuevas o iniciamos rutinas a las que no estamos acostumbrados, al principio notamos esta clara sensación de extrañeza y de alto esfuerzo… pero esto pasa rápido. Seguimos en contacto.
Hola Antoni:
No termino de entender lo de «Además casi nada de lo que nos sucede es definitivo.”
Buenas Sergio, tiene fácil explicación. Pensemos en cualquier acontecimiento que nos haya pasado, ya fuera bueno pero malo. ¿Su impacto emocional nos duró para siempre? Seguramente la respuesta sea no. Otra cosa es que fuer alo suficientemente significativo para provocarnos un cambio, pero esa es otra historia, es algo que sucederia a posteriori.
Aver si lo he entendido.
Te lo pongo con un ejemplo: Me han robado la bicicleta, en ese momento yo cojo un trauma y me siento mal por lo ocurrido. Y. Se supone que en un tiempo este malestar se me pasa, por eso dices que es definitivo? Puede ser tambien que yo me sienta mal toda mi vida por lo ocurrido no? Dependiendo de la gravedad del problema claro…
Buenas Sergio, para que algo efectivamente sí pudiera afectarnos durante mucho tiempo debería ser 1) algo extremadamente fuerte lo que nos haya ocurrido y 2) que no hayamos hecho nada de forma activa para superarlo.
Además es cuestión de grado. Si me roban mi bicicleta (y ya me ha pasado) me enfadaré bastante en un primer momento, y luego me pondré triste por que ya no puedo disfrutar de ella. Pero no me traumatizará. Y en todo caso tendré que buscar alternativas… quizás comprarme otra de segunda mano… sacarme un bonobus… o aprender a patinar! Casi nada es definitivo.
Me encanta lo del bonobus…
Alternativas siempre hay. Ademas, como siempre pensando en positivo, hoy día podemos tener tres en uno: bonobus, bonometro y valenbisi 😉
Ok Antoni, lo entendí! Gracias.
Ok Sergio, espero que leyeras la segunda parte del articulo, un abrazo.