Entradas

El poder del pensamiento (II) Optimismo vs Pesimismo

En el texto anterior explicábamos qué son y cómo funcionan nuestras creencias.  Hoy, en Egolandseducción, nos disponemos a desmitificar la afirmación que reza que el pesimismo tiene sus ventajas, y los vamos a hacer a través de 3 fenómenos psicológicos que cuentan con un sólido respaldo empírico. Pero antes, aclaremos la siguiente cuestión:

¿Qué es optimismo y qué es pesimismo?

Cuando las creencias se enfocan hacia retos concretos, toman la forma de expectativas, de éxito o fracaso, en función de cuán competentes nos percibamos en relación a la tarea.

Dependiendo de la tendencia que tengamos a elaborar nuestras expectativas de manera favorable o desfavorable, tenderemos a ser consideradas personas optimistas o pesimistas respetivamente. 

optimismo o pesimismo

¿Por qué optar por el optimismo?

1 | El locus de control 

“somos los artífices de nuestras victorias y nuestras derrotas”

Si no tienes muy claro en qué consiste este concepto, te recomiendo que releas el texto de María: “Ser responsables de nuestra vida: Locus de control”. ¿Has terminado? Pues sigamos!

Muchas personas, en un brote de pesimismo, recurren a la tesis que asegura que el hecho de anticipar unos resultados negativos es una buena técnica para no frustrarse cuando realmente los obtienes.  Sin embargo, en los estudios realizados sobre fracaso en personas pesimistas y optimistas nos damos cuenta de que, mientras que los pesimistas que fracasan se hunden al ver confirmadas sus sospechas de incompetencia, los optimistas comienzan a reinterpretar la realidad, de manera que tratan de buscar factores concretos que puedan haber intervenido en su fracaso. De este modo, una persona optimista se centra en subsanar el problema (locus de control interno), mientras que alguien pesimista tiende a lamentarse por no haber tenido la suerte de triunfar (locus de control externo).

Optimismo: Locus de control interno + fracaso = reestructuración cognitiva*
Pesimismo: Locus de control externo + fracaso = indefensión aprendida *

En este sentido, parece que cada uno ve confirmadas sus sospechas independientemente del resultado obtenido. A esto en psicología se le llama sesgo confirmatorio*, y es que las personas tendemos a interpretar la información de acuerdo a las creencias que ya tenemos para evitar la disonancia cognitiva*. De hecho, a veces vamos un paso más allá con lo que se denomina el efecto Pygmalion.

 

2 | Efecto Pygmalion o profecía autocumplida

 “Lo que crees, creas”

profecia autocumplidaConocido por la Psicología Social como “Profecía Autocumplida”, este principio viene a demostrar el/ siguiente dicho: “Tanto si crees que puedes hacerlo como si no, en los dos casos, tienes razón”.

El Efecto Pygmalion consiste en un proceso a partir del cual una expectativa activa una serie de acciones inconscientes en el sujeto que incrementan la probabilidad de que la predicción se materialice. Es decir, no solo interpretamos la realidad para que se ciña a nuestras expectativas (sesgo confirmatorio), sino que además llevamos a cabo acciones inconscientes que facilitan que las cosas salgan como esperábamos.

 RosenthalJacobson (1966) fueron los investigadores que demostraron por primera vez este fenómeno al probar que las expectativas de un profesor con respecto a sus alumnos, determinan el desarrollo intelectual de los mismos. De esta manera, se informó a un grupo de docentes sobre la excepcionalidad de 3 de los estudiantes que componían su nueva clase. Se les hizo pensar que eran alumnos brillantes cuando, en realidad, se trataba de 3 escolares escogidos al azar. Lo interesante del experimento es que al cabo del curso lectivo, efectivamente,  estos estudiantes pasaron a obtener las mejores calificaciones gracias a las pequeñas acciones (inconscientes) que los profesores llevaban a cabo (estimular el reto, atender la duda…).    

Ni que decir tiene las implicaciones que este fenómeno psicológico posee sobre la capacidad de una persona para alcanzar sus propias metas. Y es que, si no nos creemos capaces de algo, jamás pondremos toda la carne en el asador y, de manera involuntaria, nos estaremos alejando de aquello que anhelamos. Muchas veces es necesario quemar las naves para conseguir nuestros objetivos;  no valen medias tintas.

 

3 | El efecto placebo*

“Las expectativas como fuente de bienestar”

En mi opinión, la máxima expresión de una predicción que es en sí misma la causa de que ésta se convierta en realidad, la personifica el efecto placebo. Un placebo es un remedio ficticio para una dolencia real que tiene efectos terapéuticos a pesar de su inocuidad a la hora de curarla.

Si nos administran un medicamento sin que seamos conscientes de ello, éste tendrá un efecto mucho menor en nuestro organismo que si nos lo advierten. Por ejemplo, en el caso de la morfina, su efecto se ve reducido en un 50%, lo que demuestra que el efecto placebo se encarga de la otra mitad.

Las responsables del inicio del efecto placebo son las endorfinas, neurotransmisores opioides que son liberados cada vez que elaboramos una expectativa positiva realista. Es importante recalcar que no solo generamos expectativas cuando tomamos un medicamento. Estamos generando expectativas sobre nuestro entorno y nuestras acciones constantemente y, en la medida en que hemos descubierto el papel de las expectativas positivas a la hora de liberar endorfinas, es vital que nos concienciemos de la importancia de ser optimista a la hora de encarar tanto retos como enfermedades.  Y es que, otra ventaja del optimismo es el hecho de que una persona que espera un futuro feliz reduce sus niveles de estrés y ansiedad, mejorando su salud y calidad de vida.

 

¿Todo es mejor de color rosa?

chica de rosaComo único perjuicio a señalar, diremos que el optimismo nos puede conducir a llevar a cabo acciones temerarias que obedecen a un exceso de confianza: no llevar casco o cinturón, no tener un seguro, no hacerse un número de chequeos médicos mínimo, no hacer un testamento o estudiar un examen en dos días… Sin embargo, el hecho de ser consciente de que uno es optimista no anula el optimismo, lo cual nos brinda la posibilidad de ser precavidos a la vez que confiados. 

En definitiva, podríamos decir que en la medida en que llevemos a cabo conductas de prevención para evitar desgracias, la perspectiva positiva de la vida es la que más beneficios trae al ser humano. Y es que, aunque parezca una visión muy subjetiva y muy poco científica del mundo, jamás hubiéramos llegado hasta dónde estamos hoy si no hubieran existido ilusos que un día pensaron que la tierra es redonda, que se puede crear luz sin fuego o que se puede viajar al espacio.

*Una vez más, os animo a que si queréis más información sobre términos como los que yo he señalado (*) o cualquier otro que hayáis leído y os resulte de interés, me lo hagáis saber a través de los comentarios. De este modo, me encargaré de explicar los conceptos que más curiosidad os susciten en próximas publicaciones. 

 

Estilo optimista, estilo pesimista (II): con ejercicios

¿Seguimos caminando hacia nuestro yo más optimista?

 

 

Comentábamos en el primer artículo de esta serie que la persona más optimista tiende a interpretar los hechos negativos que le pasan como temporales y controlables, mientras que la persona más tendente al pesimismo como estables y no controlables.

ejercicios psicologia positiva optimismo

Bien, ¿esta manera de percibir las cosas que nos pasan es modificable?

Antes de darte la respuesta, según lo que la investigación en Psicología nos enseña, me gustaría que contestaras sinceramente a esa pregunta. No lo que contestarías a los demás o comentarías con amigos, si no lo que de verdad piensas. Es cierto que de manera natural, heredada, tendemos más cada uno de nosotros hacia un estilo u otro, esto nos influye aproximadamente entre un 35 y un 50%. Pero la buena noticia es que aún nos queda mínimo un 50% que sí depende de nosotros, más concretamente de lo que hacemos o no hacemos, pensamos o no pensamos, sentimos y no sentimos. Y eso sí que podemos trabajarlo activamente, depende única y exclusivamente de nosotros.

En este sentido, el cambio no es difícil… sí que requiere persistencia en el tiempo. Igual que cuando nos apuntamos a un gimnasio nos lleva un tiempo ponernos en forma y con los músculos definidos, mentalmente es así también. Y de igual manera, cuando dejamos de ejercitarnos poco a poco los músculos vuelven a tener un aspecto poco trabajado, cuando dejamos de cuidar nuestros procesos mentales volvemos progresivamente al estadio anterior.

EJERCICIO POSITIVO PARA EJERCITAR EL ESTILO OPTIMISTA

En esta ocasión me gustaría proponerte un ejercicio para avanzar hacia el estilo optimista y positivo. Se llama Reflexiones al anochecer, o “el caramelo de cada día”.

Todas las noches antes de acostarte, en lugar de pensar en los problemas que has tenido durante el día o que te esperan al día siguiente, tómate unos minutos para recordar o saborear los buenos momentos del día, como si fuera un caramelo que estás degustando, recreándote en él y en su delicioso sabor.

En este momento, se produce una intensa interacción entre la mente consciente y la subconsciente. Si pasas estos momentos pensando en los aspectos más felices y gratificantes del día y concentrándote en pensamientos positivos, los sentimientos positivos tenderán a ser más duraderos e incluso se pueden trasladar a la fase de sueño. En lo que se refiere al tema del artículo, si eres constante en la práctica (esto significa hacerlo al menos durante 2-3 semanas todas o casi todas las noches) irás adquiriendo un estilo más optimista de pensar.

Como ves, no es un ejercicio para provocar un optimismo vacío de pegarse golpecitos en el pecho…¡está basado en nuestra propia realidad! Todos los días nos pasan cosas buenas, neutras y negativas. Si aceptamos las negativas y nos focalizamos en las positivas estamos cultivando nuestro lado más optimista. No dudes en probarlo y en comentarnos debajo de este artículo cómo ha ido.

 

 

 

Estilo optimista, estilo pesimista (I)

¿Vaso medio vacío o medio lleno? ¿El pesimista es un optimista bien informado? Desde luego tiene sustancia esta cuestión, ya que como empezamos a ver en el artículo anterior, nuestro estado de ánimo condiciona nuestra manera de movernos por el mundo. Y si somos personas que tendemos al optimismo o al pesimismo también nos moveremos por él de formas bien diferentes.

Estilo Optimista o pesimista

Estado de ánimo: Positivo o negativo, recordatorio

Durante años llevé en mi agenda como separador de páginas, una postal. En el reverso escribí una frase que en principio me pareció bonita y acertada:

“Todo lo que nos sucede es para bien (los errores conducen a aprendizajes). Además casi nada de lo que nos sucede es definitivo.”

Con el tiempo pasó de ser una frase bonita a ser casi un leit motiv, una filosofía de vida, por ello, continuó durante tanto tiempo dentro de mi agenda como algo a recordar. Posteriormente es algo que siempre he querido trabajar desde el principio en la consulta de psicología. ¿Por qué? Porque pensar en lo que nos sucede desde este punto de vista siempre nos deja margen de mejora. Los acontecimientos negativos deben conducirnos a aprender cosas nuevas: que nos gusta o no, que queremos o no, que cosas debemos hacer o no. Y en realidad pocas cosas son de por vida, al menos en su estado actual, ¿verdad? En este punto te animo a que hagas algo parecido, esto es, llevar un recordatorio de alguna frase que quieras tener muy presente, esto puedes llevarlo en tu agenda, cartera, smartphone…

Esta manera de pensar tendería a un estilo optimista en tanto que interpretamos lo que nos pasa en positivo. Esto no quiere decir que todos los acontecimientos de la vida sea positivos de por sí. Si nuestra querida mascota muere, no nos pondremos a dar saltos de alegría; nos podremos tristes y nos tocará despedirnos de ella. Después ya veremos que hacemos con todo ello, cómo afrontamos la nueva situación y si hemos aprendido algo de todo ello. Pero primero vendrán las emociones negativas, y es natural que sea así.

El punto clave es que el optimista tiende a interpretar los hechos negativos que nos pasan como temporales y controlables, mientras que el pesimista al contrario. Es decir, tendiendo al pesimismo interpretaríamos aquellas cosas negativas como eternas (durarán para siempre) y fuera de nuestro control, ni siquiera parcial. ¿Ves qué consecuencias tiene esto en relación a nuestra manera de movernos por el mundo? Esta forma de percibir nuestra realidad no es difícil de cambiar… sí requiere de tiempo y paciencia. ¿Vamos a por ello?