Ligar por la calle: La chica de la calle

ligar por la calle, seduciendo de día

 

Hacía calor de verdad en Valencia. Me sentía cómo el coronel Montgomery en alguna llanura de Texas. No se si el coronel Montgomery era de Texas o llegó a visitarlo en algún momento, pero desde luego yo me sentía así.

 

Estaba invitado a la exposición de un artista con un estilo muy propio, muy vintage, había quedado allí con algunos de mis amigos. Ya llegaba tarde y mis pasos eran rápidos, los Dire Straits me daban la energía necesaria para llegar a un sitio a tiempo cuando has quedado hace diez minutos. Al doblar una esquina choqué frontalmente con algo. Mi primera reacción es disculparme, pero mi segunda reacción tiene mucho que ver con la persona con la que me había golpeado. Era una chica realmente preciosa, con rasgos muy duros, ojos claros, pelo negro y rizado, un escote muy sugerente y unos leggins que probablemente fueron ilegales durante gran parte del siglo XX. Ella también se disculpaba.

 Helio-¿Te das cuenta de que así empiezan muchas películas?”

Ella-¿Cómo?

-Pues que sí yo estuviese más bueno, esto sería el principio de una película de esas de amor. Tú sí que das el perfil, pero a mi me faltan músculos.

 

Ella se río.

 

-¿No te habrás chocado conmigo adrede?

-Pues que yo sepa no, pero cualquiera sabe.

 

Estaba jugando a mi máximo nivel de humor. Esta chica realmente se merecía mi máximo esfuerzo. No sólo era tremendamente atractiva si no que estaba jugando y le hacían gracia mis bromas. Si algo valoro en la gente es que se ría de mis bromas.

 

-¿Cómo te llamas? Yo soy Marta.

-Hola Marta, yo soy Álvaro. Estoy encantado de haberme chocado contigo.

 

Ella se tocó los bolsillos y se asió el pelo. Me volvió a sonreír. Yo le sonreí. El silencio era largo. De golpe me puse muy nervioso. Esa chica era de las que me ponían nervioso y eso era una buena noticia.

 

-Marta no te lo vas a creer, pero antes de chocarme contigo tenía otros planes. Y son planes muy chulos.

-Pues ha sido un placer Álvaro, ya nos veremos por ahí.

-Marta lo de decir que el plan era tan chulo era para que te entrasen ganas de venir. El chico que me hizo el tatuaje hoy expone sus dibujos y estoy seguro que será una pasada. Pareces una tía de las que les mola hacer cosas guays.

 

Ella se quedó perpleja, movió los labios de lado a lado. Me estaba quedando congelado.

 

-Vale, en verdad mi plan era irme a casa a ver la tele. ¿Crees que tu plan es mejor que eso?

-No hay nada mejor que ver la tele. Me retiro…

 

Me aparté y miré hacia el suelo con los brazos pendidos, muy teatral. Ella también se rió. Esta chica de verdad estimulaba mi cabeza, me salían buenas bromas y estaba intentando algo muy difícil, que una desconocida se uniese a mi plan.

 

-Álvaro…¿eres consciente de que estoy flipando contigo?

-Marta ¿qué quieres que haga yo?

 

He decidido cortar este post en dos porqué tiene mucha chicha. La semana que viene la segunda parte.

 

Ligar con extranjeras: Las italianas del bar

Son las 3 de la tarde de un jueves prefallas.Los petardos se suceden cada vez con más frecuencia y las calles se empiezan a llenar de estátuas de cartón. En breve la ciudad se convertirá en una desproporcionada riada de turistas con ganas de mandanga. Estoy en un bar escribiendo para la web y a dos mesas de mí se han sentado tres chicas italianas. Ninguna de las tres se me antoja irresisitible, pero sí me pusiera a imaginar, podría, perfectamente, dejarme utilizar para sus fantasías de vacaciones-España-torero.

El caso es que van con maletas y llevan un mapa. Voy a acercarme y os cuento:

————————-

Pues ha sucedido lo siguiente:

-Hola ¿os puedo ayudar?

 Me han dicho que sí de forma muy abierta y sonriente. Estaban esperando que un amigo las recogiera. Se iban a quedar hasta el lunes en casa de un amigo cerca de mi casa. Una de ellas tenía unos ojos azules grandes y luminosos como rasgo más destacado. Otra llevaba una cola de caballo larga y bien sujeta, de ojos negros profundos y voz grave y la otra era castaña, con gafas y hablaba poco.

 -¿De donde sois?
-Milano– ha dicho la de la cola de caballo. Tal y como se ha estado dirigiendo a mí, me ha parecido  la más segura y confiada. Ha estado sonriendo de forma voluntaria para agradarme. La chica de gafas en cambio no abría la boca y al parecer era la que menos español entendía. La de los ojos azules intentaba aportar cosas pero se le veía demasiado incómoda con el idioma.

Nos hemos pedido unas cervezas porque les he dicho que en fallas se bebe cerveza. Tres italianas con cerveza suelen ser más divertidas que sin cerveza. Hemos dialogado sobre Italia. Al trabajar en un barco de cruceros como pianista conocí bastantes puertos del país. Les hacía críticas de forma divertida sobre sus costumbres y su forma de comunicarse y ellas reían. Sobre todo la interlocutora más participativa. Que si son incapaces de hablar a volumen normal, que si los italianos son unos pesados ligando, etc

Había que sexualizar la conversación cuanto antes para comprobar qué posibilidades había. El caso es que según ellas los españoles tenemos muy buena fama allí como seductores. Yo me he hecho el sorprendido, aunque más de una italiana me lo había dicho antes y después de dormir con ella. Hablando de ligar, seductores, Italia-España he querido sexualizar aun más la conversación:

-¿Qué clase de fantasía os habéis propuesto cumplir  en este viaje a Valencia?

Tras intentos, al final han entendido exactamente qué quería decirles con la pregunta. Y ha sido ahí donde las tres se han reído como locas. La chica de gafas ha puesto  muy roja y las dos más parlanchinas han contestado algo así como que son fantasías que no se podían contar a un desconocido.

-No soy tan desconocido. Llevamos una hora hablando, sabéis que vivo aquí arriba, que me dedico a la psicología y que me encantan las italianas. ¿Qué más queréis saber de mí para contarme vuestras fantasías?

Las miradas coquetas y de interrogación se han sucedido entre ellas entre sonrisas.. Entonces, como aconsejo a mis alumnos, he empezado yo por dar ejemplo y ponérselo fácil.

-Pues mi fantasía es conocer a unas chicas italianas, beberme unas cervezas con ellas, salir esta noche de fiesta y acabar enamorado de alguien o de “alguienes”.

Quizá fue el momento donde las carcajadas se han hecho más sonoras.

-Tú eres muy español- me ha dicho la chica de cola de caballo.

En  ese momento  ha entrado por la puerta Hugo. Un amigo del barrio de toda la vida.

-¡Hugo! –. Las tres chicas se levantan y acuden raudas al abrazo del nuevo personaje en la historia.

Al verme, Hugo sonríe maliciosamente.

-Sólo podías ser tú, Luis.

-¿Qué esperabas?

 Nos hemos reído con una complicidad intensa.

-Ya veo que habéis conocido al valenciano más golfo de Valencia nada más llegar.

-Sí. Luis es muy simpático.

-Soy simpático, Hugo. ¿Qué le vamos a hacer?

Hugo tras ayudarles con las maletas me ha lanzado una mirada buenrollera pero muy aclarativa: Que me olvide. Y así lo he hecho. Me he despedido de las tres deseándoles una feliz estancia en Valencia. Sin duda Hugo iba a por la de la cola de caballo.

Y yo os escribo con dos cervezas en el cuerpo. Sin italianas pero con una moraleja más en que contaros: A veces, las que están en tu barrio puede que lo estén por tu vecino.

Siempre vuestro, egoh.

Un mal día…¡o no! Eligiendo cómo es mi vida

La música grunge que salía por los auriculares de mi móvil no conseguía subirme el ánimo. Era Martes, el día del patrón de mi facultad y no tenía clase. Llevaba dos o tres días recibiendo malas noticias de forma continuada.

El taller personalizado de ese fin de semana se había cancelado por que el chico tuvo que cumplir con una obligación familiar ineludible. Mi mejor amigo andaba deprimido por una chica y no supe aconsejarle. Era una mañana de esas oscuras, en las que parece que el Sol haya decidido no salir de forma premeditada, cómo si hubiese pensado “yo no me como este marrón”.

Estaba sentado en las escaleras de la facultad de Filología esperando a que saliera un buen amigo, a ver si me contaba algo positivo y se podía alegrar un poco ese día. Un sms llegó a mi móvil “M kedo en casa, no he ido a clase, t veo otr día”

La cosa pintaba mal. Cómo todas las veces que me siento mal, pensé que hablarle a alguna chica, mostrar mi mejor versión, ayudaría a que su feedback me subiese un poco la moral. Así que mire a mi alrededor. Había un grupo de chicas sentadas en las escaleras y parecían simpáticas. Me acerqué y les dirigí una sonrisa.

 

-Hola, soy Álvaro.

Se quedaron mirándose entre ellas. Se hizo el silencio. Y cuando iba a decir mi siguiente frase una de ellas carcajeo e hizo algo que a mi autoestima no podría venirle demasiado bien.

 

-Ah ¿si?. Pues nos da igual.

Se rieron, cogieron sus cosas, se levantaron y empezaron a andar hacia dentro de su facultad.

Podía haber contestado algo ingenioso, utilizar cualquiera de las herramientas que enseñamos, observar mejor qué había pasado, analizar mejor la situación…pero  no me apetecía. Era un Martes con muy mala pinta. Me puse los auriculares y mientras Alice in Chains me contaban cosas tristes con “Down in a Hole” comencé a andar hacia ninguna parte.

 Mi energía positiva no se había despertado esa mañana, probablemente seguía acostada en la cama. Mientras caminaba vi a una mujer apoyada en la pared de un hospital. Tendría unos treinta y muchos o cuarenta y pocos. Toqueteaba su móvil con un gesto apático. Era una de esas preciosidades que sólo pueden tener un  marido piloto o jefe de algo muy importante. Elegante en exceso para el contexto, bronceada de rayos uva. Algo se despertó en mí.

Mi día había empezado fatal. La gracia no está en que las cosas te salgan mal o bien en un momento concreto, la gracia está en que tu tomes las riendas de lo que te pase. Pensé en lo gracioso que podía ser entrarle a esa mujer. Me imagine a mí contándole a mis colegas, que ese día, en la puerta de un hospital, a las 11 de la mañana, sin que se lo esperase, me había presentado a una mujer con toda mi cara y había sido el director de lo que pasase en mi día.

Mientras me acercaba,ella había sacado un cigarro y lo tenía en la boca. Ella no había percibido mi presencia.

 

-¿Quieres fuego?

Mi miro con un desinterés digno de escribir un libro sobre él y me dijo “Gracias”

Le encendí el cigarro y me quedé de pie frente a ella.

 

-¿Sabes esos días que te levantas y te sale todo absolutamente bien?

Ella levanto las cejas y asintió sin entender muy bien por donde iban los tiros.

 

-Pues mi día de hoy está siendo todo lo contrario. Y me he acercado a ti a ver si cambia la cosa un poco.

Ella se rio levemente, de una forma femenina y miro al suelo al hacerlo. Ya eramos los dos conscientes de a qué estábamos jugando. La mujer se cambió el cigarro de mano, enseñándome conscientemente el anillo que llevaba en el dedo y devolviéndome una mirada curiosa, algo así cómo “¿hasta donde sabes llegar amiguito?”

 

-Tienes unas manos muy femeninas y muy elegantes. Incluso más elegantes que tu anillo.

Ella se incorporó se asió el pelo. Me miro de arriba abajo. Desde luego quería intimidarme y os aseguro que lo estaba consiguiendo.

-Eres muy joven, estoy segura de que no sabrías que hacer con una mujer cómo yo- y dio una calada a su cigarro.

A mi me divierte mucho cuando la gente juega a decir lo mucho que molan. No iba a discutirle absolutamente nada de lo que me dijera.

 

-Completamente de acuerdo contigo. Aún así, tú ya te lo estás preguntando.

Ella se quedó algo petrificada. Miro hacia ambos lados y metió la mano en el bolso.

 

-Estoy casi segura de que no te voy a coger el teléfono, pero sería muy valiente por tu parte intentarlo

Sacó una tarjeta de su bolso Prada y me la dio. Luego se disculpó y dijo que se tenía que meter dentro. Mi día había mejorado, desde luego no por haber conseguido su teléfono, si no por hacer cosas que sé que me pueden resultar difíciles y que en un primer momento pueden echarme para atrás.

El saber que depende de mi cómo jugar mis cartas durante mi día, es lo que me hace caerme bien. Porque, al fin y al cabo, SOMOS LO QUE HACEMOS.

Nunca la he llamado, principalmente porque perdí la tarjeta, pero mi actitud fue más positiva desde que decidí que mis circunstancias no son lo que marcan mi vida, sino cómo me enfrento yo a las mismas. Ese día llamé a mi madre y me fui a comer a su casa. Le conté cómo me iba la Universidad y escuche sus consejos. Al final, fue un gran día.        

La chica del lunar (2)

Queridos mandangueros, ¿cómo mola lo último en el diseño de la web que nos estamos montando verdad? Creo que es justo que os siga contando trocitos de una historia que a mí me encanta, y que os dejé hace poco a medias:
 
Aquí tenéis la primera parte

¿Hemos refrescado ya la memoria? Estupendo, vamos al lío…

¡¡Qué bonito esto del whatsapp!! Como ya sabéis, mi amiga de los lunares es de esas mujeres metidas en el ajo en relaciones, con muchos amigos de su novio y familiares de por medio, y no está para dejarse ver mucho conmigo. Pero alguna conversación interesante hay de vez en cuando.

Y mientras, ¿qué pasa conmigo? Pues mi consejo es siempre el mismo: SEGUIR CON MI VIDA. Cuidar de mi perrito, estar pendiente a mi trabajo, mi familia, amigos etc etc… Esa madurez amocional subconcientemente les aporta seguridad a ellas, y además es un gesto muy importante de salud mental.

Sí, ya sé lo que podemos pensar… ¡Este hombre se dedica a destrozar parejas! Hay algo que he aprendido en todo este tiempo. Cuando una mujer está muy enamorada, dificilmente le será infiel a su novio. Hoy en día las mujeres, ni son tontas, ni sufren gratis.

Pero bien es cierto que en todas las parejas hay puntos más fuertes y más débiles y, por supuesto, gente que se siente feliz con quien está, y gente que no lo es tanto… ¿Y si mi experiencia con ella la puede ayudar a decidir qué quiere hacer realmente con su vida y con sus relaciones?

Y me pregunto,¿por qué es ella la que siempre abre conversación? , ¿por qué ella es quien se para a saludar cuando no encontramos por ahí? Yo creo que hay hilo donde tirar, y si no lo hago yo, lo hará otro, y con mucho gusto. Pero volvamos a donde estábamos, cada uno ya que elabore su ética propia.

Estaba yo una noche liado con mis cosas, cuando recibo un mensaje que me dejaba un poquito a cuadros…

-Aunque no me creas te lo digo llorando, pienso mucho en ti y me gustaría quedar contigo, pero por mas que lo pienso no puedo y no quiero hacer daño a nadie, pues no se lo merece. Lo siento si te he molestado.

A veces amigos, hay que aceptar las negativas y no oponerse a ellas, y precisamente en este caso lo hice utilizando además una frase que en su momento se la escuché decir a Egoland y que me gustó tanto que la hice mia.

-No sabes cuanto lo lamento D pero haré caso.

D -Yo también lo lamento y se que ya no será lo mismo, bueno da igual no te molesto mas. Me hablaras cuando me veas por ahí?
Como ya veis, la chica no es tonta y le gusta ponerme un poquito a prueba cuando toca.

Yo -¿Como no te voy a hablar? Me has hecho sentir muy bien estos días, y creo que no me has aportado nada malo, sino todo lo contrario!,
Su respuesta no se hizo esperar.

D -Ya sabía que me contestarías esí, eres muy comprensivo, tú también me has hecho sentir cosas muy bonitas. Me siento muy mal.

¡¡Cómo me gustan estas mujeres tan examinadoras!!

Yo -No tienes por que sentirte mal y tampoco tienes por que llorar, mujer.

D -Si, lloro porque si y porque me la gana. Desde que estoy con él, esto no me ha pasado nunca.

No sólo pasaba sus exámenes, sino que además se empezaba a abrir cada mas a mí y cada vez me gustaba más lo que estaba pasando.

Yo -No le des mas vuelta al asunto y sigue tu camino que está claro que este no es el nuestro y sobre todo se feliz!..Que de eso se trata.

Esa misma noche nos dimos las buenas noches con mucho cariño. Ahora aun me sígue hablando de vez en cuando, siempre me da los buenos días o las buenas noches y me pregunta por mis planes del fin de semana.

Y como os dije antes… Dejemos que ella se vaya aclarando un poco a sí misma y saboree un poco mi veneno, ya le empezará a hacer efecto mi ausencia…mientras tanto ¡A seguir con nuestra vida!

Espero que os haya servido, un abrazo a todos! Selu!

La chica del tren (2)

-¿Qué es lo que más te gusta de tu personalidad?

-Creo que soy bastante intuitiva.

-¿Y qué intuyes que va a pasar entre nosotros en  este tren?

Tras otro trago, me contestó que intuía que podía pasar algo que no tenía planeado, a lo que le  contesté que coincidía con ella en el análisis.

-¿Y tú?

-Pues antes de hablar de mí quisiera decirte que me gusta de ti es que vives el momento. Eres una mujer aventurera. ¿Me equivoco?

-No. Me gusta vivir el presente.

-Se agradece encontrarse personas que se parezcan a uno.  

-Y qué es lo que más te gusta de ti?-preguntó con interés.

-Yo diría que me gusta comunicarme con todo lo que me rodea, sobre todo con las personas que se parecen a mí.

-Sí. Conmigo desde luego te has comunicado muy bien.

-Se hace lo que se puede. Pero aún puedo comunicarme mejor.

-Ah ¿sí?

Me dí cuenta de que estábamos sólos en la cafetería y que la camarera estaba de espaldas. En ese momento la besé en los labios. Tenía una boca espléndidamente carnosa con una lengua que se movía lenta y densa.

Al acabar el beso ella pidió otra copa. Sabía  la que se le avecinaba. Y yo estaba encantado de la vida.

De hecho, durante la conversación, ella no hacía el menor esfuerzo en que conocieras sus datos personales. Y todo lo que no es normal es anormal.  Parecía evidente que estaba casada y quería darse una fiesta. Yo podía suministrarle emociones fuertes pero apenas quedaba una hora de trayecto. No tenía pinta de que una mujer en pareja pudiera retrasar su llegada a casa. Así que lo tuviera que pasar habría que intentar que sucediera en el tren.

Entonces creí conveniente empezar a enterarse de qué sitios dispone un tren para la pasión.  Lo primer que pensé es en el servicio. No iba a ser muy romántico pero sí podría ser morboso. Quizá hubiera algún cuarto de limpieza…

C. Volvió con dos copas. Una para mí y otra para ella.

La cosa estaba clara. Quería algo cañero, mandanguero y sin romanticismos de por medio.

-¿ Y qué es lo que más te gusta de ti físicamente?

-Yo creo que mi boca.

-Preciosa, por cierto. ¿Pero qué me dices de tus pechos?

-Dicen que están muy bien.

-Entiendo.

Eso me confirmó mi idea de su cuerpo.

Le pedí entonces que se desabrochara un botón de su camisa. Ella miró a su alrededor y lo hizo.

Tenía un escote absolutamente hipnótico.

-¿Qué harías tú si fueras yo y tuvieras a una mujer  como tú con tan buen gusto para elegir la ropa?

-Pues pasarlo mal. Porque estamos en un tren.

Entendí las ganas que tenía de jugar su poder sobre mí. Por lo visto llevaba tiempo sin sentirse un objeto de deseo explícitamente codiciado. Y lo cierto es que conmigo lo estaba consiguiendo. Me imaginé casado con una mujer como ella y se hizo complicado entender a su marido, si es que estaba en lo cierto. Tanto aroma y tanta curva me podría tener enganchado a su lado mientras estuviera vivo.

-Pues sí. La verdad es que me lo puedes hacer pasar muy mal. ¿Sueles hacéselo pasar mal a la gente o sólo es a mi?

Ella rió y me contestó que hacía mucho tiempo que no.  Durante más de dos minutos nos miramos hablando de el tipo de hombres y mujeres que solemos encontrarnos en la vida. Ella me dijo que se suele encontrar hombres muy tímidos que la miraban con deseo de forma incómoda. En cambio otros expresaban sus deseos muy poco acertadamente. Y que jamás ninguno le había dicho algo así en un tren.

Yo le dije algo parecido a una media verdad, que me sonó a mentira, porque me recordaba una historia parecida en un tren dirección Sevilla con una chica más jovencita, eso sí, con menos pecho.

-Pues tú debes ser la primera mujer con semejante boca, semejante escote y con tanto misterio sobre su vida, que me inspira tanto en un tren. De hecho, te daría otro beso. 

Recuerdo a mi pene en una actitud muy bélica.

 

Ella me negó con un dedo delgado y un anillo verde.

-Ahora aquí hay gente.

-Sí, un señor leyendo un periódico y la camarera. Al primero se le vé muy concentrado, y la camarera no va a poder moverse de su sitio.

Ella se divertía con sus negaciones. De hecho, parecía una cría disfrutando de sus primeros momentos de tonteo.

-Ya. Y ¿qué posibilidades crées que tengo para que al llegar a la estación te vengas a mi casa?

Ningunas.

-¿Ningunas? ¡Joder! Esto ya no mola tanto, C. Quiero que lo sepas.

-¿Tú no eras como yo, hombre de vivir el presente?

 

Esa frase sólo indicaba algo: Había que buscar un puto vagón, camarote, habitáculo o como se le llame técnicamente en menos de 10 minutos. 

-Nos vamos de paseo, C. No te cojo la mano pero imagínate que estamos cogidos.- le dije para evitar incomodarla ante la gente.

Sus ojos brillaron por un momento más de lo habitual. Era una mujer verdaderamente atractiva.

Decenas de caras dormían, leían o se entretenían con la película de las pantallas. Eran completamente ajenos a la escena bélico-emocional-sexual en la que C. y yo nos encontrábamos. Atravesamos pasillos y en cada línea negra que había en las paredes, yo rascaba como si hubiera una puerta. Todo estaba cerrado y aquello a ella le hacía gracia.

-Estamos teniendo muy mala suerte, C.

-O buena. Depende de cómo lo miremos.

-Yo lo veo mal. ¡jajajaja! Y tú deberías verlo igual, C.

-Es muy divertido.– me dijo.

Ella solita nos hacía los NARRADORES. Y vedaderamente era divertido. Pero yo estaba más cachondo que un orangután keniata, y aquello, estaba convencido se podría convertir en algo más divertido todavía si cualquier de esas puertas de plástico se abrieran.

Entonces volví a besarla. 

Nos dirigimos al servicio más cercano. Estaba ocupado.

Por un instante nos dimos cuenta de que la excitación era mútua. Esperamos una eternidad, pero al final se abrió la puerta del baño y salió una señora de la cual no recuerdo su cara.

Justo a punto de entrar me dijo con un tono de voz de disculpa que tenía el periódo pero que me podía hacer feliz de todas formas.

 

-Tengo el periodo.

 

Un cuarto de hora después, C. me dijo que no iba a darme el teléfono ni ninguna forma de contacto. Llegamos a la estación y se aseguró de salir por una puerta distinta a la mía.Mientras arrastraba mi maleta, la vi con un hombre alto, mayor y bastante guapo.

Seguramente su marido.

Me sentí confuso. Una mezcla de paz y de placer. Una mezcla de tristeza y de haberme sentido utilizado..  ¡Cómo nos parecemos las mujeres y los hombres! Algo bello al fin y al cabo.

La chica del tren (I)

Tras un maravilloso taller en Madrid, donde los alumnos progresaron como águilas imperiales, me disponía a subir al tren para volver a Valencia.

Al sentarme en mi asiento, me dí cuenta de que estaba absolutamente rodeado de parejas. Jóvenes y treintañeras con pinta de regresar a sus casa tras visitar ARCO. La muestra de arte contemporáneo que se celebraba este finde en Madrid. Por una parte me daban cierta envídia, dormirían juntitos, abrazados y tendrían más cosas que contarse en su vida parejil.

Yo en cambio, volvía cargado de un montón de recuerdos, sonrisas y rechazos superdivertidos, del taller GESTIÓN DEL RECHAZO, además de una aventura nocturna con una amiga valenciana que me encontré en Madrid. Sorpresas de la vida.

Había sido intenso, y me merecía sin lugar a dudas, una cerveza en la cafetería del tren. En frente de mi se sentó una mujer sola. De unos 40 muy bien llevados. Era elegante, de piel  tersa y sumamente exquisita en sus complementos.

-Buenas- le dije para que viera que no iba a consentir que no nos saludáramos.

Ella sonrió y me contestó con cierto tono de disculpa.  Cogió su móvil y se puso a Whatsapear . Era la única no emparejada que tenía alrededor y no tenía mucha gracia aquel plan.

-Perdona, cuando acabes con el móvil estaría bien que nos diéramos conversación. Nos ha tocado enfrente y tenemos dos horas de viaje. ¿Lo ves viable?

Ella se quedó sorprendida.

-Claro- pronunció con una sonrisa incrédula.

-Me llamo Luis ¿y tú?

-C.

Nos contamos qué habíamos hecho cada uno en Madrid. Yo dije que hacía cursos sobre psicología y ella tenía una galería en Valencia. A los diez minutos de conversación ella se quitó la chaqueta y me sorprendieron dos pechos verdaderamente sugerentes. Grandes y altos. Y aquello me cambió por dentro y en seguida por fuera. Interrumpí su discurso sobre las nuevas tendencias pictóricas para decirle algo claro y conciso.

 

-C, perdona que te interrumpa, pero quisiera que no hubieran malos entendidos. Me pareces una mujer muy atractiva. Por si pareciera que no me lo resultas.

Ella se puso roja y miró a su alrededor. Todas las parejas del tren nos miraban pendientes de su respuesta. Fué divertido.

 

-¿Estás ligando conmigo?

-Pues desde luego, lo voy a intentar. Pero es un problema mío. ¿Tú que harías si se te sentara enfrente una mujer  alta, elegante, de ojos claros y con un cuerpo tan escultural? (HERRAMIENTA PONTE EN MI PIEL)

-¡Ja j aja! Pues no sé…

-Pues yo sí que lo sé.  ¿Nos vamos a la cafetería? Te invito a tomar algo.

 

Había que modificar nuestro entorno. Tanta gente delante me iba a estropear la mandanga. En la cafetería pedí una cerveza.

 

-¿Qué quieres tomar?

-Un ron con cola-dijo.

-¡Vaya! No pudimos evitar reírnos ambos.

-No siempre intentan ligar contigo en un tren.- contestó justificándose.

Era obvio que ella quería eliminar sus disonancias, quería divertirse y sabía que tomarse una copa la ayudaría a quitarse vergüenzas e timideces de encima. El espectador de la película lo decía claro. ¿Qué hace una mujer pidiendo un ron cola en la cafetería de un tren con un tipo de barba diabólica confeso pretendiente? MANDANGUEAR!!!

-Me gusta tu respuesta.

-Pero te advierto que no soy una mujer fácil.

-Pues yo te advierto que en eso nos parecemos. Así que olvídate de conocernos, tomarnos una copa en una cafetería y acabar haciendo el amor en algún lugar de estos vagones.

Ella rió de forma impulsiva.

La conversación se había tornado explícitamente sexual y la cosa tenía muy buena pinta.

-¿Tienes pareja?- me preguntó.

Antes de contestar me paré un momento para observarla. Esa pregunta y con ese tono, me sonó distinta que otras veces. ¿Realmente a ella le importaba? Podría ser. Quizá se estuviera planteando una proyección de futuro , ¿pero tan rápido? Era una mujer de edad. Elegante y culta, con lo que no parecía que estuviera planteándose una futura relación conmigo. Y dado que había pedido un ron cola, percibí que quizá lo preguntaba para saber el nivel de complicidad que había entre ambos. Así que me la jugué DOBLE O NADA y me inventé algo que se pareciera a lo que creía que ella tenía.

-Se podría decir que no estoy completamente solo.

Ella sonrió y sorbió su copa.

-Yo tampoco.

Ahí lo teníamos. El plan era una infidelidad de igual a igual. Los dos infieles mejor que uno solo.

Ahora estaba claro que los mensajes bilaterales surgirían solos.

 

AQUI LA SEGUNDA PARTE

Mandanga Navideña


Queridos amigos, La Navidad es un tiempo en el que todos nos ponemos guapos, ganamos algún kilito, y las chicas se dejan olvidadas algunas vergüenzas con las cabezas de las gambas en sus platos…

Mi Nochebuena, acudía yo con mis mejores amigos de la infancia y sus novias a un cotillón. Mucha risa y muchas chicas guapas paseándose por allí.

Mi móvil sonó. Mi colega Ismel me preguntaba por un whatsapp dónde estaba, y qué hacía sin flamenquear con él. Evidentemente, lo entendí al minuto, y no pude evitarlo:
-amigos y amigas, he de irme… ya sabéis, mis cosas…

En cinco minutos me tomaba algo con Ismael en el pub desde el que me había llamado antes.
-Oye selu, allí esta D, aquella chica del lunar que tanto te gusta.

¡¡Pero qué vestido llevaba!! Ambos nos cruzamos las miradas y la conversación surgió como un resorte automático. Ella tiene novio, y rara vez coincidimos en fiestas. Pero aquí estaba ella, que me contaba que iba a salir de paje en las cabalgatas el dia de reyes, y allí estaba yo, sonriendo y feliz teniendo a esa preciosidad tan saboreable ante mí.

Leer más

La chica de la tienda de animales III

 

 

 

El teléfono sonó y para mi sorpresa era… ¡Luna! Dudé un par de segundos hasta que mi compañera de mesa me dijo…

 

-¿No vas a cogerlo?

 

-¡Claro! Hola, Luna. ¿Cómo estás?

 

-Pues esperándote desde hace veinte minutos.

 

-¿Qué?

 

¡Mierda! Había olvidado que esa noche tenía que ir al cine con una profesora de ballet clásico con la que mantengo una relación de amigos con derecho ha roce desde un par de años, y ya había sufrido bastantes altibajos por mi culpa… Nunca se había planteado ni siquiera una posible relación seria, pero no era la primera vez que mi memoria me fallaba con ella y anulaba alguna de nuestras citas.

 

Miré a mi castaña tortuguera… Ella estaba haciendo lo mismo conmigo con gesto curioso. Pasó un segundo, pero a mi se me hizo toda un cúmulo de eones.

 

-Luis?- escuché al teléfono.

 

Pensé como en otra circusntancia “¿qué coño haría egoland si estuviera aquí?” 

 

Lo primero que me vino fue acudir al espectador de la película subtitulada. ¡Pero qué cojones! ¡Aquí no había que entender la interacción, ni interpretar lo que estaba sucediendo entre la chica que tenía delante y yo! ¡Esto era el METAESPECTADOR DE LA PELÍCULA SUBTITULADA! ¡Era la madre de todas cagadas! ¡Era el típico lío de las películas del cine! ¡La comedia romántica americana en pleno centro de Valencia! ¡El bodevil del golfo despistado! ¡Ni herramientas de seducción, ni métodos, ni pollas en vinagre!

 

-Sí. Cambio de planes. Tengo una sorpresa para tí.

 

-¿Que tienes una sorpresa para mi? El cine empieza en veinte minutos y tengo tu entrada. Vente ahora mismo o me enfado de verdad, Luisito. 

 

Recuerdo perfectamente el tono de ese “Luisito”. No me gustó nada. Mientras escuchaba eso miré a mi compañera de mesa. Le sonreí sin querer. Ella hizo lo mismo. Me dió la sensación de que intuía perfectamente lo que estaba pasando.

 

Imagino que a todos os ha pasado este tipo de situaciones donde no sabes muy bien que hacer. Si simular un infarto, decirles claramente la verdad a todas, invocar al demonio para que se aparezca y lo tuyo quede en algo intrascendente, etc…

 

-Ok. ¿Donde habíamos quedado?

 

-En los cines ABC Park. En veinte minutos te quiero aquí.

 

Entonces me levanté de la mesa. Me alejé unos metros y le dije a Luna con voz sugerente.

 

-Luna, estoy con una persona, reconozco que no recordaba exactamente a qué hora había quedado contigo, así que entiendo que puedas enfadarte. (MENSAJES BILATERALES) ¿Pero qué te parece mi superplan?… Cambia las entradas por la siguiente sesión, elige un restaurante molón y romántico y en un hora te invito a cenar, vemos la peli que tú elijas y cuando lleguemos a casa te hago un masaje que jamás olvidarás…

 

-¡Qué cabronazo eres! ¿Estás con una chica?

 

-Estoy con una persona que tiene una tienda de tortugas.

 

-¿Pero es chica?

 

-Pues si te dijera que no lo parece te mentiría. Pero ya sabes como está el tema de la cirugía plástica últimamente.¡Cualquier sabe! JA JAJAJA.

 

-¿Me dejas plantada por otra?

 

-Es sólo una amiga. Tú piensa en el restaurante y en el masaje… ¿qué me dices? Sólo una hora.

 

-Menos mal que no somos novios. Si no te mataría…

 

-No te merezco, Luna. Lo sabemos los dos.

 

-Está bien. Pero quiero un masaje de una hora y prepárate para un restaurante caro.

 

-Eres un encanto. Nos vemos en una hora.

 

CONCLUSIÓN:

 

1ºMensajes bilaterales

 

2º ganar/ganar

 

3º sinceridad bien planteada.

 

4º Y lo más importante… Una mujer inteligente, comprensiva y que me conoce.

 

 

 

Volví a mi mesa donde me esperaba la chica de la tienda de tortugas

 

-¿No me vas a decir después de hacerme venir y ponerte guapa que me dejas por otra?

 

-¡Qué cosas tienes! No. Pero sí te voy a decir que efectívamente yo iba muy deprisa, tú y yo apenas nos conocemos y tenemos que ir mucho más despacio. Así que ahora seguimos charlando y en 45 minutos me voy.

 

Me preguntó si era mi novia y que por qué había quedado con ella si había quedado con otra persona. Le expliqué que sólo era una buena amiga y que mi memoria no era mi fuerte. Que efectívamente en veinte minutos debía haberme presentado en un cine y que no lo iba hacer para quedarme con ella un rato más.

 

Una vez más Ganar/Ganar.

 

-¿Eres de esos chicos que va de flor en flor?

 

-Le dije que en este momento de mi vida, aunque no era mi objetivo por falta de tiempo, sí. Era soltero y no tenía ninguna relación reseñable.

 

-Yo no soy así. Me dijo. Yo sólo me acuesto con alguien si hay algo realmente especial.

 

¡CUANTAS VECES HABRÉ ESCUCHADO ESA FRASE EN VIDA!

 

En otro momento hubiera utilizado alguna herramienta para intentar desmontarle el argumento, fortalecer mi marco, persuadirla, etc. Pero lo ví tan positivo!!! Que no pude por menos que decirle que NO CAMBIARA. Que era maravilloso que hayan chicas que tengan esa forma de pensar.

 

-A mi lo que me pasa es que intento ver lo especial en cada una de ellas, y cuando me acuesto con alguien lo hago con la intención de aumentar la intensidad de esa “especialidad” que se supone tenemos. O dicho de otro modo:

 

PARA MÍ EL SEXO NO ES UN FIN SINO UNA FORMA DE CONOCERSE MÁS.

 

Hablamos de sus relaciones. Efectívamente sólo había tenido un par de novios durante años. Pasamos los 45 minutos charlando de una forma cálida, intensa pero poco apasionada. Era una chica dulce, tierna y conservadora con unos pilares de su autoconcepto sólidos.

 

Le dije que me tenía que marchar.

 

-¿Me vas a llamar?

 

-Claro. Pero quiero que sepas que somos muy diferentes. Quizá por eso me atraes.-le dije en un tono cariñoso.

 

Ella sonrió y nos dimos los teléfonos. Al despedirnos le dí un dulce beso en la comisura de los labios. Ella quedó quieta. Esperando más de mí… Pero no me surgió en absoluto.

 

Al llegar al lugar de mi cita con Luna la encontré superatractiva. Y sabía de buena tinta que ahora me la tenía que ganar…

 

 

 

 

 

SIEMPRE VUESTRO,

 

EGOH


La chica de la tienda de animales II

Apenas disponía de 3 horas para todo lo que tenía que hacer. Así que al llegar a casa, puse la compra en los armarios pertinentes, Me senté un instante en el sofá, Eché un vistazo al facebook y puse a los Red Hot. Alguien me tenía que acompañar en mi puesta a punto. Cantar al grupo californiano en la ducha es un peligro. Te mueves mucho y apenas quepo quietecito. Pero alguien podría ducharse y no mover el esqueleto escuchando esto?

http://www.youtube.com/watch?NR=1&v=8h5aVzRl4Ug&feature=endscreen

Pues yo tampoco. Me preguntaba cosas a mi mismo mientras peinaba mis entradas:

1º Tenía el pecho tan grande como yo lo recordaba?

2º Sería buena en la cama?

3º Era tan tierna como parecía y eso me generaría cierto paternalismo?

4º Soldado quedaría bien en la alineación titular de la selección española?

5º Me quito ya la barba y voy de rollo jovencito?
La cuestión es que ya estaba preparado. Llamé a Álvaro (Helio) para comunicarle que en Nochevieja no contara conmigo.

Había decidido pasar una nochevieja distinta. Seguramente me iría a una montaña con mi ukelele. Ha sido un año maravilloso, muy intenso y repleto de noticias. Así que seguramente haría el ermitaño.Conversaría con la luna, conmigo mismo o con los árboles. De vez en cuando hay que enriquecerse con el silencio. Es la mejor forma de practicar la seducción que yo ofrezco.

Pero ahora no era nochevieja. Tenía a una chica castaña, guapa y amante de las tortugas que iba de exigir de mi algo más que un árbol en una conversación. Elegí un suerte de cuello vuelto y una chaqueta negra oscura. Me adelgazaba y yo quería gustarle porque ella era el premio. Y quería conseguirlo.

Salí a la calle con ilusión, tenía ganas de vivir y la chica de la tienda de animales me suministraba gasolina. Estaba carburando mi motor vital, sentimental y sexual gracias a ella y tenía que agradecérselo. Si nos hacíamos novios iba poder disponer de una tienda de animales con sus catálogos durante el noviazgo. Era evidente, que la parte material, para mi estaba cubierta con creces.

Y es que las afinidades racionales y la utilidad de las relaciones, aunque en el mundo de la seducción que yo conozco no se ha nombrado, yo lo considero imprescindible. NO SOLO EL POR QUÉ SINO EL PARA QUÉ.

Esta chica me atraía, me enternecía y además podríamos compartir una pasión. Al llegar a la cafetería me la encontré manipulando su teléfono móvil.

-Hola.

-Hola- dijo con una sonrisa.

-¿Estás ocupada?- le pregunté intencionadamente.

-No. Sólo contestaba un sms. De esta forma, en lugar de decirle lo que tenía que hacer o no hacer (dejar de utilizar el teléfono y prestarme atención) ella misma se vió obligada a hacerlo de motu propio.

-¿Qué te apetece tomar?

-Una coca cola zero.

-Ok.-contesté entrando en la cafetería entendiendo que la chica iba a tomarse sus tiempos. No quería nada de alcohol y seguramente sería por su comedida vida y prudencia. Yo iba a hacer lo mismo. Al llegar a la mesa lo primero que le pregunté, tras presentarnos, fue como había acabado en la tienda de animales y tortugas.

-Estudié biologia. Me encantan los animales y mis padres tenían un bajo. Así que podría haberme preparado para ser profesora, etc, pero quise montarme un negocio.

-Imagino que un biólogo lo tiene complicado para montarse un negocio. Parece la mejor forma de fusionar biología y business.

-Hay otras, pero me encanta mi tienda. Llegas por las mañanas y tienes a tus animalitos deseando verte.

-No me extraña. Eres muy atractiva.

-¡Ja ja ja! -rió sonrojada.

-Estoy seguro de que si llegara yo todas las mañanas no se alegrarían tanto.

-Gracias- dijo.

-Tras un breve silencio y viendo que ella no me preguntaba sobre mí, tal y como les digo a mis alumnos hablé sobre mi mismo, trabajo y quehaceres sin que nadie me lo preguntara.

-Pues yo estudio Psicología y tengo una empresa de psicología heterosocial. Viajo mucho, trabajo los fines de semana y recibo gente en casa que quiere mejorar sus habilidades sociales. Soy muy feliz y cada cliente se convierte en un amigo. Así que prácticamente, podrías decir si te lo preguntan en una fiesta… que conoces a un chico que se llama Luis que tiene más de mil amigos.

-Vaya, eso suena bien. ¿Y qué quieres decir cuando dices psicología heterosocial?

-Que de todas las ramas de la psicología nos centramos en las relaciones hombre- mujer.

-Sí. Se te nota bastante que dominas el tema.

-¿Por qué?

-Pues no sé. Por como has entrado en mi tienda, lo que me has dicho, el hecho de estar contigo aquí… Se te ve muy suelto.

-Mejor suelto que encadenado. No te parece? Ella asintió… Seguimos hablando de nosotros. Ella me hacía preguntas y yo le daba la información que quería. Entonces hacía yo de devorainformación y la inflaba a preguntas sobre tortugas, reptiles, hábitos, alimentación y cría. Se partió de risa cuando le dije que algún día, cuando tuviera tiempo, iba a dedicarme a enseñarle a hablar a mis tortugas. Afortunadamente para mi me siguió la broma.

-Parece que no te creas que hablo en serio.

-Te creo, te creo.

Una mujer inteligente. Era obvio que era una chica de extremada sencillez y ternura. La forma en que se reía y el exámen de humor al que le sometía, me hizo intuir que no había vivido mucho. No habría tenido muchos novios y ni tampoco cultivaba la promiscuidad. Ella era una chica que había estudiado cuando tocaba y seguidamente en lugar de explorar el mundo quiso montarse un negocio tranquilo y sosegado. No era de las chicas que en dos horas acaban disfrazadas de enfermera en mi cama jugando a doctores y enfermeras.

Así que delante de ella, la disfruté. Haciendo un símil taurino, el buen torero es el que disfruta y le saca partido al toro que sale a la plaza, sea un Miura de envite más agresivo o de una ganadería aparentemente más mansa pero de cornadas más sorprendentes y profundas. (Y para los más tontos, no estoy comparando a las mujeres con toros. Creo que la foto de Ynés habla por sí sola). Así que, si tenía a una dulce chica de intenso vínculo familiar iba a disfrutar su mundo y emociones para resultarle el hombre adecuado…

-Una de las cosas que más me han hecho ilusión en la vida es ir al festival de reptiles que hay en Alemania una vez al año.

-Yo voy todos los años-dijo ella- Es superguay…

-¡Vaya!- contesté.

Entonces hice un narrador intencionadamente vinculante:

-Te das cuenta de que ahora no voy a dejar de imaginarme un viaje contigo al festival?

-Bueno, ya veremos.

-Y te das cuenta de que si voy contigo, tras pagar la entrada seguro que intentaré besarte delante de una cobra constrictor?

-Ja ja ja!

-Alguna vez has hecho el amor en un festival de reptiles?

-Ja ja ja! ¡No! -Pues yo tampoco. Sorbí mi coca-cola y sonó mi teléfono: Os seguiré contando…

2010wswiheiz

La chica de la tienda de animales I

 

Hace exactamente una semana me encontraba paseando por mi ciudad tras despedir a un alumno de un taller personalizado. Había sido un éxito y como tras cada taller, me sentía extenuado. De pronto ví una tienda de animales que no conocía. Está bien que la gente emprenda negocios en los tiempos que corren. Me acerqué al escaparate y me quedé petrificado:

Ante mi, dos tortugas geocleone pardalis de más de un palmo cada una. Tortugas terrestres leopardo.

La gente que me conoce sabe que si hay cuatro cosas en la vida que me encantan son las chicas, el rock, las tortugas y leer filosofía. Las cuatro siguientes cosas que más me gustan podrían ser perfectamente quejarme de las chicas, quejarme del rock, quejarme de las tortugas y criticar a los filósofos. Aunque las cuatro siguientes serían criticar a los que se quejan de las chicas, a los críticos de rock, a los que se quejan de las tortugas y a esos tipos que leen a filósofos para luego criticarlos.

 

El caso es que eran preciosas. Entré ilusionado a la tienda para encontrarme con una chica delgada y castaña. De rasgos atractivos y piel lechosa. Iba con una especie de bata verde. Como si fuera una veterinaria.

Me saludó con una sonrisa amable y al preguntarme qué deseaba le dije que conocer el precio de las tortugas.

-No están en venta. Son mías.

-¡Vaya!- contesté sorprendido. Era evidente que si eran suyas me tenía que enamorar de ella. Éramos la pareja perfecta. Tortugueros, altos y guapos. Yo podría tocar el ukelele en nuestro jardín mientras ella me acariciara el pelo delante de nuestras tortugas gigantes. Viviríamos en una humilde casa de campo y seríamos felices. Criaríamos tortugas y no las pondríamos a la venta. Mi mensaje era claro. Ahora sólo tenia que adecuarlo para que no se asustara. Yo era un chico y ella una chica. ¡Los dos deberíamos querer lo mismo!

¿Pues sabes que eres la primera chica atractiva que conozco que le gustan las tortugas?

Ella sonrió al darme las gracias antes de decirme que ella sí conocía.

¿Por qué elegiste pardalis?– le pregunté.

Son fáciles de criar. Se hacen grandes y a mi me gustan los animales grandes.

Yo soy un animal grande!– le dije. Ella rió y miró hacia abajo.

Era una tierna chica amante de los animales grandes y yo no dejaba de pensar en nuestro futuro jardín de tortugas grandes, perros grandes y plantas grandes.

Me fascinan las tortugas terrestres. Pero me fascinan más las chicas a las cuales les fascinan. No tengo novia, espero que tú no tengas novio y me parece que, como amante de las tortugas y como chica deberíamos tomar un café, hablar de tortugas, de ti y de mi. ¿Qué me dices?

-¡Vaya! ¡Qué directo!

-No puedo ser más sincero.

-Yo tampoco tengo pareja.

-¡Maravilloso! De todas formas, como tú no eres tan apasionado como yo, quedaremos como amigos, nos conoceremos te compraré tortugas que sí vendas y, si nuestras pardalis se llevan bien, incluso puede que quedemos a cenar algun día. ¿Qué te parece?- le pregunté utilizando los MENSAJES BILATERALES.

-Me parece bien por una parte pero mal por otra.

-¿Qué parte te parece mal?

-Pues que eres un desconocido y no acostumbro a decir que sí a los chicos que entran por la puerta y en dos minutos me proponen cenas.

-¿Te pasa muy amenudo?-dije con cierta gracia.

-No.

-A mi tampoco. En eso nos parecemos.

-¿Pero por qué quieres quedar conmigo tan rápido? ¿Lo normal es conocerse un poco más, no te parece?

Me dí cuenta de que me había pasado de fulgurante. Había utilizado los mensajes bilaterales, le había dado motivos, pero estaba demasiado shockeada. Apelé a su empatía con una de mis herramientas preferidas:

-Ponte en mi piel: ¿Qué harías tú si fueras yo, entras a una tienda, ves a una chica atractiva, que comparte tu pasión por las tortugas y encima es prudente y no quiere quedar con desconocidos?

Ella se me quedó mirando un par de segundos.

-Pues creo que hablar más con ella porque si no puede que crea que esto es una cámara oculta.

Bueno, la cosa estaba clara. Quería tiempo.

-Está bien. Tienes razón. Entiendo que cueste de asimilar algo así.

Introduje entonces mi herramienta “Yo estuve allí”.

-Yo antes también era una persona que necesitaba más protocolos para conocer a alguien. Hasta que un día me dí cuenta de que no ganaba nada con la desconfianza. Desde entonces la gente dice que soy más espontáneo. Y desde luego me siento más libre.

-¿Tienes respuesta para todo?

-Si es para explicar lo que quiero y lo que siento sí. ¿Nos vemos hoy a las 9 en el bar de ahí enfrente y nos ponemos guapos?

-A las diez y así me da tiempo a cambiarme.

 

 

Os iré relatando como se han sucedido las citas. Es clamoroso como funciona todo lo que me escucho de decir a mis alumnos. A veces, hasta dá miedo.

siempre vuestro

Egoh