Juegos de seducción en el tren

La cafetería de un vagón de tren suele ser el lugar donde más habitualmente se me encuebtra un domingo por la tarde. Tras los talleres del fin de semana, leo el periódico sorbiendo una taza de té, casi siempre satisfecho por la satisfacción que me han trasladado mis clientes. En otros tiempos, ese té era una cerveza, y en lugar del periódico, mis ojos se entretenían en buscar alguna mujer atractiva con pinta de inteligente que supiera mantener una conversación estimulante y pillara rápido mis gracias. Esos tiempos en los que podía acabar saboreando a alguien apoyada en la pila del baño, escondidos y atentos a los nudillos de otros pasajeros en la puerta. Tiempos en los que al besarla reconocía, el sabor de mi pene, escasos segundos antes relamido.

Desde luego no siempre se producían estos finales, pues la mayoría de veces se posponían a otros momentos en mi casa o en la suya al proponer una cita bien justificada.

¡Eran tiempos de solterío!  Y ahora que lo pienso…  ¡no hace tanto!

Mi té insípido se derramó por un movimiento de tren al tiempo que escuché un … -¡uuuhhhh!- muy femenino.

Al girarme me encontré con una chica rubia y una trenza acomodada en su lado izquierdo. Al mirarnos, reconocí una expresión algo avergonzada por su excesiva espontaniedad.

-Es que éste conductor va muy rápido – dijo para justificarse.

-Eso es cierto, pero si todos gritáramos ¡uuuuhhhh! cada vez que se mueve, este tren parecería el tren de la bruja. Así que, por favor, no vuelvas a gritar porque algunos tenemos cosas muy importantes en las que pensar.

Mi voz grave y seria le cambió el rostro. Su risa se tornó en seriedad y algo confusa dijo…

 -Perdón.

Al ver que no lo había pillado exageré más la situación.

-No te perdono. Estaba pensando una fórmula para la inmortalidad y me has despistado. Si algún día me muero será solamente por tu culpa.

Entonces sí que sonrió expresando un alivio que deseaba sentir.

Su sonrisa me recordó a la de una niña buena.

-Soy Luis.

-Carla.

Al presentarnos y darnos dos besos me pude fijar más en su cuerpo. Era estilizado, duro, trabajado. Sus pechos no parecían pequeños, pero una chaqueta cruzada no permitía medirlos. Llevaba gafas y sus ojos eran claros. Sus facciones y el color de su piel la podrían confundir con una sueca perfectamente, pero la calidez de su mirada y sus ademanes eran extremadamente latinos. Buenrolleros. Era una chica atractiva y con una actitud extrovertida.

-Veo que te gusta gastar bromas.

-No. No me gustan nada las bromas y menos las mías. Pero me ha parecido una buena forma de empezar a conocerte, Carla.

Entonces arqueó las cejas algo sorprendida.

-Vaya. Pero yo tengo novio.

-¿Tienes novio? –No pude evitar una sonrisa. ¡Qué bonica! Por una parte me hacía gracia que pensara  que sólo por querer hablar con ella ya implicaba que me la quería follar, o incluso ser su novio. Pero por otro lado, pensé… ¡Joder! ¡Qué intuitiva! ¡Si lo que esta chica piensa es justo lo que me he pasado toda mi vida haciendo! ¡Intentar follármela y luego intentar ser su novio!

Con el permiso mental de mi novia, quise juguetear un poco.

-¿Tienes novio? Pues vaya mierda, ¿no?

-¿Cómo?

-Si tienes novio ya no podemos seguir hablando, ¿no?

Una variante de la herramienta de persuasión Boomeregoland.

-Claro, claro… Podemos hablar.

-Incluso si nos caemos bien, hasta podemos decírnoslo.  ¿No?

-Pues sí..

-Y si por ejemplo me gusta tu mirada también te lo puedo decir, ¿no?

Carla estaba sorprendida. Estaba empezando a ser consciente de que nuestro diálogo era distinto. Quizá no estaba acostumbrada a que le dieran la vuelta a una expresión tan a la defensiva como “tengo novio” en un contexto tan poco amenazante.

-Vale, veo que eres un chico con labia.

-Tengo de todo, Carla. Labia, brazos, manos, poco pelo pero tengo…

-Ja j a ja… Ya veo, ¿a qué te dedicas?-me preguntó intrigada.

Nos pasamos un rato dándonos información, bien orientada, y vinculando nuestros intereses.

La conversación era amena. No muy brillante. Era una chica atractiva, pero no era mi estilo. Demasiado… rubia? Blanca? Rosa? Una chica estupenda. Pero no me estimulaba físicamente a pesar de que era una chica atractiva. Esas cosas que pasan por motivos misteriosos.

A pocos metros de la parada de Castellón ella me informó.

-Bajo aquí, Luis. Ha sido un placer.

Quise jugar a jugar. No había intención real, pero sí un poco de mantenimiento en esto de la seducción espontánea.

-Ha sido un placer, Carla. Pero voy a imaginarme que si hubiéramos hablado más tiempo, no pararas en esta parada y cenáramos esta noche… el placer se ampliaría, se acentuaría y abarcaría otros planos.

Ella se sorprendió una vez más. Parecía algo aliviada de que no se prolongara el viaje. Y no porque no estuviera a gusto, sino porque, desde mi humilde opinión, yo era un verdadero peligro para su relación.

-Sí. Pero no puede ser.

Quise acabar con esa palabrita que me inventé hace unos años para describir el fenómeno de que alguien te recuerde intensamente… VENENO.

-No puede ser en nuestros actos. Pero sí en nuestros pensamientos.

La miré un silencio unos segundos y saqué una voz más oscura…

-Yo, cuando te vayas, voy a imaginarme devorándote contra esa pared del tren… de espaldas… con la mitad de tu blusa quitada y los pezones apretados contra la ventanilla mientras te muerdo el cuello por detrás y te meto un buen repaso…

Ella me miró asustada, excitada…

-Me durará poco, esa idea, Carla, pero es que además de ser una chica encantadora, esa imagen me excitas mucho contigo. Espero que no te moleste mi sinceridad. No nos vamos a volver a ver y me parecería una falta de respeto a ti como mujer no hablarte de lo que me has generado. Con tu permiso… pensaré en ti hasta Valencia. Buena suerte…

-Adiós– me dijo roja como un tomate.

Y es que creo que estaba muy mojada.

Carla se fue con su novio… Y yo, en lugar de cumplir la palabra de imaginármela, entré en www.marca.com para ver cómo había quedado el Valencia c.f.

Había vuelto a perder.   

  

Leticia, mandanga y café

Llegaba media hora tarde más o menos. Mi recién estrenada soltería me ha hecho retomar viejos hábitos, entre ellos el llegar tarde a los sitios. Pero llegaba con una sonrisa. Jorge y Antoni esperaban en Matiz el bar donde solemos quedar antes de subir al despacho de Psicología en Positivo a trabajar. No les conté nada. Les di los buenos días y me disculpé.

¿Por qué había llegado tarde? Eran las nueve de la mañana. Me había parado en un bar nuevo a pedir un café. Habían otros dos tíos en la cola. Iban impecables. No hablaban entre ellos pero estaban lo suficientemente cerca cómo para saber que iban juntos. Encamisados, entallados y musculosos. Eran una mezcla perfecta entre Brad Pitt en Troya y Joe Black. Yo estaba detrás de ellos y veo aparecer detrás de la barra a una chica que parecía sacada de un cuento Disney, una delgadez sana, la espalda rectísima, piel doradita, una mirada oscura y unos labios carnosos que quedaban coronados en un pelo castaño recogido de forma muy exótica.

Uno de los chicos le dijo

¨Leticia, creo que eres la tía más sexy que he visto a estas horas en mi vida”

Ella sonrío complaciente. El otro añadió

“Vente a mi casa en Altea. Serás una reina durante un fin de semana”

Ella sonreía y negaba con la cabeza. El chico de la proposición le preguntó porque no.

A mi creo que ninguno me había visto aún. Ni ellos ni ella. Interrumpí para decir;

“Disculpa, creo que yo sé porque. Esta chica, no lleva bisutería, lleva un tocado bastante natural y teniendo una figura muy femenina y sensual, lleva ropa suelta. No tiene ningún interés en mostrar nada. Creo que le da igual que tengas un chalet en Altea o en Nueva York. A ella le atraen otras cosas”

Los chicos se quedaron mirándome con cara de pocos amigos. Ella sonreía mirando hacia el suelo.  Aunque creo que entendieron que yo la conocía. Murmuraron algo, recogieron sus cafés y se despidieron con un «adiós guapa». No me volvieron a mirar. Cuando llegó mi turno lo primero que dijo fue “¿Y tú, de donde sales?”

Me presenté y me pedí mi café. Ella se presentó y me dijo que me invitaba a ese café y que me lo agradecía mucho, que esos chicos eran muy pesados. Le dije que podíamos fingir que eramos novios siempre que quisiéramos. Me tomé el café en su cafetería, y pienso seguir haciéndolo de vez en cuando. Ya os contaré cómo va la cosa.

 

 

Ligando en bicicleta

Cada día me tiene más alucinado mi ciudad. Valencia está repleta de mujeres que parecen sacadas de las revistas. Los chicos también se cuidan más que en otras ciudades, supongo. Los bíceps esculpidos, espaldas de nadador, barbas perfiladas, caderas anchas y glúteos femeninos, pechos de mujer tan altos cómo el Empire State, miradas penetrantes…Desde luego pasear por Valencia se puede convertir en la cosa más excitante del día. Y de hecho, al ver a tantos chicos caminar solos y tanta chica paseando sola pensé irremediablemente en el dicho popular de “Si nos organizamos, follamos todos”

En esas estaba, cuando al pasar un paso de cebra, mi mirada se cruzó con una bestia. Una mujer con unas piernas tan perfiladas y una cintura y glúteos tan femeninos y tersos que daban ganas de denunciarla a la policía. Pelo rizado y negro que caía sobre los hombros y una mirada oscura y poderosa. Estaba subida en una bici en la calzada de la calle Jesús, una de las más transitadas por coches, así que estaba  ella sola rodeada de coches y yo cruzando enfrente de ella.

desarrolla tu ingenio y tu sentido del humor en una conversacionMil pensamientos se ubicaron en mi cabeza y todos giraban en torno a esa chica. Pensé en cómo se podría empezar una conversación en una situación así. Se me ocurrían cientos de posibilidades disparatadas y me repetía que en esta situación era imposible empezar una situación y que ojala me la cruzase otra tarde u otra noche. Al llegar a la otra acera me dí cuenta de que yo enseño a la gente a aprovechar cada oportunidad y a generar momentos únicos, así que me gire a y empecé a hacerle gestos con la mano. Ponía cara de sorprendida y yo insistí con una sonrisa. Ella se puso rumbo a la acera con la mano en alto hacía los coches para que aún no acelerasen.  Ahora faltaba la otra mitad del plan. ¿Qué diablos le iba a decir?

-Me llamabas a mí, ¿no?

-Sí sí…

-Dime

Había empezado así tantas veces en mi vida. Más de dos mil veces. Me dio mucha risa sentir los nervios otra vez, incluso un poco de temblor en el cuerpo.  Estaba disfrutando esa sensación de nuevo y estaba agradecido porque aún que lleve 6 años dedicándome a enseñar a hombres a acercarse, porque aunque haya sido un pájaro y aunque esta situación se haya repetido tantas veces en mi vida, aún sentía esos nervios.

-Pues mira, estoy nervioso y me gustas. Me gustas y estoy nervioso. Las dos cosas. Me llamó Álvaro ¿y tú?

La chica se puso a reírse.

-¿En serio me has hecho venir para esto?

-Estoy seguro de que hay muchas posibilidades de que pares a alguien para decirle esto y no se ría, así que si te lo tomas así, aún me gustas más y aún estoy más nervioso.

-No me creo que estés nervioso. Me parece a mí que esto lo haces mucho.

Yo tenía mucho que hacer y ya había cumplido mis dos objetivos; SER FIEL A QUIEN SOY Y QUIERO SER MOSTRANDO LO QUE SIENTO y SENTIR EL PODER DE QUE PUEDO MEJORAR EL DÍA DE UNA CHICA PRECIOSA SÓLO CON EXPRESARLE LO QUE ME TRASMITE.

-Sí, hago mucho esto, pero la sensación que he sentido cuando venías hacia aquí ha sido única. Gracias por hacerme sentir tan vivo. Sólo quería decirte que eres una mujer preciosa y que intuyo que además tienes muchas más cosas que ofrecer.

Ella desde luego estaba boquiabierta. Le deseé un buen día y seguí con mi día. Un día donde después trabajé con un cliente el cómo sentirse más libre en el sexo y a redifinir su identidad sexual que debe ser única. Al final del día recordé el episodio y sonreí mientras abrazaba a mi rubita que me había preparado un té calentito. Me gusta mi vida.

Os invitó a todos a que para que os guste más vuestra vida intentéis cumplir vuestros objetivos de:

SER FIEL A QUIEN SOY Y QUIERO SER MOSTRANDO LO QUE SIENTO y SENTIR EL PODER DE QUE PUEDO MEJORAR EL DÍA DE UNA CHICA PRECIOSA SÓLO CON EXPRESARLE LO QUE ME TRASMITE.

Historia de seducción con una camarera

**Memorias de un seductor directo y examinador… Año 2002 aprox

Fernando y yo teníamos asignados un salón cada uno dentro de uno de esos horripilantes y gigantescos restaurantes especializados en banquetes. Éste en concreto debía estar entre los tres más horripilantes del mundo. Cuando había doblete él era el cantante de uno y yo de otro, a no ser que sólo hubiera un evento. Entonces uníamos nuestras voces ante trescientos invitados, maleducados y borrachos en su mayoría. Al acabar la actuación y recogiendo cables, se acercaron tres invitadas para averiguar nuestros planes inmediatos.

Si bien es cierto que estar en un escenario ya te sitúa en un marco potente, es imprescindible que te lo creas. Y en eso siempre me ha llevado ventaja Fernando. Un escenario en Wembley ante cien mil espectadores cantando tus propias canciones me sugiere mucho, y es muy probable que existan pocas personas que sean tan susceptibles como yo para el pavoneo en ese caso. Pero mi problema en este ámbito, siempre ha sido que nunca he valorado, como podría haberlo hecho, el cantar los éxitos del verano. En el teatro, en mis actuaciones con mis grupos de rock o tocando el piano en hoteles y eventos ha sido otra cosa. Le he sacado bastante partido.

Fernando, en cambio, se siente como pez en el agua. Es mucho más profesional que yo en ese aspecto. Y con ello no quiero decir que se trate de cosas excluyentes. Creedme que, aunque Fernando sea un profesional en el escenario de un restaurante de bodas, también podría serlo en uno del Monsters of Rock. Él en concreto sí. En cualquier caso, yo decidí hace pocos años no volver nunca más a cantar en bodas y no sabéis cuanto me lo agradezco.
Además de por su atractivo, esta breve explicación sirve para justificar que las miradas se centrasen casi en exclusiva en Fernando que, como he apuntado, se encontraba bastante animado.

Y es que, acabar de trabajar a las tres de la mañana el día fuerte del fin de semana y además haber consumido una copa, elemento imprescindible para hacer digna una interpretación del “chacachá del tren”, te obliga sin remedio a buscar aventuras en cuanto recoges el último cable de tu actuación, fuera del horrible mundo de las celebraciones de nupcias. Durante más de seis años, al acabar de cantar salíamos de fiesta.

Así que acordamos acompañar a esas tres chicas por la zona un rato. Nos llevaron a una discoteca cerca del polígono industrial. El cansancio y el desinterés marcaron mis primeras palabras. No estaba con ganas de seducir a nadie ni como “hobbie”. Así que mantuve una actitud cortés permitiendo que Fernando disfrutara de halagos sutiles y silenciosos ¡Que noche tan aburrida iba a ser aquella! Ninguna de las tres contestaba con ingenio a mis propuestas de esgrima verbal. Una hora después ya no podía más. Así que, convencido de que la noche no iba a calificarse como memorable, me dirigí a la barra preparado para consumir e imaginar. Pero cuál fue mi sorpresa al encontrarme a una belleza morena de facciones celestiales, ropa agresiva y una boca apetecible. ¡El corazón empezó a latirme a toda velocidad!

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Su cuerpo era delgado. Enseñaba un ombligo arriba de unas caderas semidesnudas. El pantalón vaquero bajo apretaba la redondez de un culo alto. Lacio y moreno, su pelo no exhibía artificios. Me quedé deslumbrado. Y es que la noche a veces te regala cosas cuando menos te lo esperas. Ella se movía con un ritmo constante pero no frenético. Con lo cual deduje que podría mantener una conversación, entrecortada pero constante. Saqué del repertorio la actitud de tímido pícaro. ¿Por qué? Porque ella me imponía mucho, porque mi timidez era real y porque una camarera está acostumbrada a que hombres alcoholizados, y por tanto envalentonados, la avasallen con insinuaciones sexuales o descorteses. Así que probé un poco de educación sin evitar comunicar interés y atracción.

—Hola. ¿Puedes ponerme un JB solo, por favor?
—¿Con hielo?
—Efectivamente. —Sonreí— Con hielo.
Ella sonrió. Mi plan debía ser una mezcla de indirecto y directo. Algo que implicara interés sexual por mi parte pero, a su vez, tenía que desmarcarme de las legiones de pretendientes que la acechaban incluso delante de mí. Al traérmelo, la recibí con una mirada intensa. Una muestra inequívoca de que la observaba, evitando las muecas sexuales. Quería que percibiese que había algo en ella que me intrigaba.
—Siete euros.
—Toma. Muchas gracias —me retiré de la barra con una sonrisa en los labios y manteniendo mi mirada. Ella volvió a sonreír. Objetivo cumplido. Mi lenguaje no verbal había sido eficaz. Ella percibió en mí un chico con un interés en ella poco habitual y de forma refleja le había provocado dos sonrisas.
Volví a la pandilla donde Fernando seguía con lo suyo. Las tres chicas estaban embobadas escuchándolo. Pero a mi llegada una de ellas me cogió del brazo y me preguntó algo personal. Con ello pareció dejar claro que había sitio para mí en el pozo de los deseos. Contesté con cierta gracia, pero mi mente estaba en otra cosa. Contestaba y preguntaba a mi contertulia con bastante mérito para el escaso interés que ella me generaba. Yo estaba en otra guerra, y en ese momento buscaba la forma exprés de conseguir interesar a la camarera.
Me bebí lo más rápido que pude el cubata mientras contestaba monosílabos a los murmullos que me llegaban de la conversación general. Fernando estaba más falcado que un Cristo en el despacho del director de cualquier colegio agustino y resolví largarme de allí cuanto antes. Contemplé a la camarera desde lejos. ¡Me estaba enamorando hasta las trancas! Algo tenía que hacer y no sabía qué.
Por aquellos tiempos eso yo ni me había planteado que algún día existiría el DIRECTO EXAMINADOR. Hubiera sido como decirle a un troglodita que tuviera en cuenta que existen discos duros con conexión USB de color rosa metalizado. Me enfrentaba a la improvisación instintiva contra un monstruo quince veces más grande que yo. Pero tenía claras dos cosas. Una, que yo quería hacerme con esa chica; y dos, que no podía comportarme como el resto. Así que me acerqué y saqué algunas conclusiones. Ella era camarera de una discoteca sita en un polígono industrial de pueblo. Y entonces se me encendió una bombilla.
—Hola. ¿Me pones otro, por favor?
—Claro. ¿Era JB solo?
—Es evidente que eres la mejor camarera del mundo.
—Gracias —
 —Te estoy mirando y aparte de que tu belleza es impresionante —marqué una pausa hasta conseguir de ella una sonrisa de vergüenza— tengo la sensación de que eres la persona perfecta para algo que llevo entre manos ahora mismo.
—¿El qué?
—Estoy buscando una chica para un papel en un corto. Es un papel de pocas palabras pero de muchos planos. Para una protagonista cuya belleza y situación debe hacer llorar de la emoción. Se trata de la historia de una chica que no se conforma con su mundo y decide tomar una decisión muy dolorosa pero que cambia su vida para siempre. Y tú, sencillamente eres perfecta. Te estoy mirando y no puedo dejar de verte en el corto.
—¡Joder!
Ella sonreía nerviosa, muy interesada, y agradecida por haber visto en ella una protagonista tan extraordinaria. No creo que haga falta decir que, por aquel entonces, ni yo tenía entre manos un corto, ni había protagonista en ningún guión, ni nada de nada de nada. Pero tenía claro como el agua que ahora pocas cosas tenía tan claras como escribir un corto y hacerlo con quien fuera para que esa chica saliera en una pantalla.

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—Pero es que yo nunca he hecho nada como actriz.
—Creo que para tu papel no va a hacer falta que tengas experiencia. Te estoy mirando y, disculpa si te incomodo, pero al menos a mí me emocionas.
—Gracias —me volvió a decir.
El monstruo quince veces más grande que yo ahora era una criatura diminuta a merced de mis palabras. Me asustó incluso la vertiginosidad del vuelco del marco. Ahora esa diosa era una niña sonrojada que dejaba de atender a los clientes para mirarme, estudiarme y escucharme.
Fue ella la que se presentó.
—¿Quieres un chupito? Bueno, me llamo N, ¿y tú?
—Soy Egoh. Y sólo me lo tomaré si te lo tomas conmigo.
No me lo podía creer. La camarera más salvaje que había visto en mi vida me estaba invitando a chupitos queriendo saber mi nombre. En ese momento contenía la euforia como podía. Pero os puedo asegurar que si alguien me hubiera retado en una apuesta a que se puede volar, hubiera volcado mi cartera en la casilla del sí. Supuse entonces que me encontraba en el momento de asegurarme lo obtenido. Me voy, y así evito cagarla. Aunque ahora sí entendemos lo que ocurrió, yo no tenía muy claro qué diablos había pasado para estar con la sartén por el mango en tan poco tiempo. Por una parte quería largarme pitando de allí con el trofeo de su sonrisa y este recuerdo tan grandioso. Y, por otra, quería averiguar qué es capaz de ofrecer la vida cuando uno rompe los hábitos habituales y se convierte en un valiente.
Ella iba y venía al rincón de la barra donde yo estaba. Me sonreía desde la distancia, se arreglaba el pelo y me miraba. Me dedicaba caras de aburrimiento al atender a otros clientes dándoles la espalda para ofrecerme su expreso interés.
Me preguntó cosas sobre mi edad. ¡Mi edad! Me preguntó incluso si tenía novia. Le dije la verdad. Hacía muy poco lo había dejado con una chica con la que llevaba seis años y ella se apresuró a informarme de que también lo acababa de dejar con alguien de mucho tiempo.
—Y dime una cosa, N. ¿Eres consciente de que esta noche me voy a ir muy ilusionado a casa?
—¡Ja ja! No.
—Pues, N, creo que necesitaba justo esto en mi vida. Eres la chica más guapa que he visto en mucho tiempo. Me siento inmerso en una conversación apasionante contigo y además vas a protagonizar mi corto. Esto a mí no me pasa todos los días.
—A mí tampoco. Te lo aseguro. Eres un chico… —levantó las cejas e hizo un corte con la palma de la mano en el aire. No pudo acabar la frase. Pero me sentí más halagado que si me hubiera dicho cualquier palabra.
Mis observaciones habrán sido acertadas. Para esta chica los temas que no le rondan diariamente como cortos y emociones, eran muy eficaces. En ese momento llegó Fernando y nada más presentarlo me lo llevé de allí a toda velocidad con alguna excusa para evitar que saliera a la luz mi nula relación con los cortometrajes.
Le conté la historia y me dio la enhorabuena.
—Me has dejado solo con esas tres.
—Amigo, vamos a ver cómo te explico que acabo de encontrar a la mujer de mi vida. Me quiero casar con ella mañana mismo y quiero tener seis hijos.
—¡Ja ja ja! Sí que está bien la chica. ¿Y qué hago yo con esas?
—Pues fóllatelas por turnos. A mí, por favor, no me desconcentres.
—¿Pero tienes su número?
—No, pero lo voy a tener.
Dejé pasar unos minutos en el baño. Cualquier corrección de mi peinado ante el espejo me parecía insatisfactoria.
Volvía a la barra y esperé a que pudiera acercarse.
—N. Dame tu teléfono y te llamo esta semana.
—Claro.
Trajo un papelito con su número y aproveché para olerle el pelo. Era un olor tan excitante.
—Vale, N. Pues te llamo esta…
—Dame el tuyo, Luis. Vamos a cerrar ya y tengo que hacer la caja. Luego tengo que llevar a una amiga a casa y no voy a poder estar contigo —me dijo con naturalidad. Yo accedí tan veloz como pude.
La despedida era inminente y sabía que mis últimas palabras debían estar a la altura de las expectativas.
—N. Voy a llamarte por lo del corto. Pero quiero que sepas que me has ilusionado en muchos aspectos. Y hace mucho tiempo que nadie lo ha conseguido.
—Gracias.
Mis palabras no pueden expresar su sonrisa.
—Tú también me has alegrado la noche.
Al acercarnos le di un beso en la comisura de los labios. Ella no lo evitó.
Acudí a la conversación de mi amigo y las chicas con una energía muy por encima del resto. Estaba eufórico. Muy eufórico. Fernando ya no podía más. Se había aburrido incluso de ligarse a las tres.
N. la maravillosa N o, como yo la llamo, “ mi pato” nunca fue la protagonista de ningún corto. Pero poco tiempo después yo empecé a dedicarme al teatro y a los cortometrajes. Ahora mi relación con los cortometrajes es profesional. Pero guardo una relación muy especial con una de las chicas más generosas y humanas que nunca he conocido. ¿Y sabéis qué? ¡Sigue siendo preciosa!

El mensaje de Whatsapp ante Gimena

Absolutamente satisfecho, me dirijo a  casa tras una de las sesiones prácticas del Plan Integral Personalizado. Los chicos han hecho maravillas. Teléfonos, besitos, enamoramientos y los más nuevos han  sexualizado con esfuerzo. Pero todos sin excepción proclaman una victoria honda y clamorosa contra sus miedos o hábitos corregibles.

Tras los abrazos, y últimas carcajadas, enciendo mi último cigarro ya con las botas en movimiento,satisfecho por ellos y por mí. Estamos  haciendo algo muy grande y es indiscutible. La oscuridad de la noche se cierne sobre Valencia con contundencia. Son las 03,45 y los coches se ponen en marcha solo con dos posibles opciones:  retirarse o seguir persiguiendo la energía lúdica del sexo y el cortejo. 

Tarereo Born Into This de The Cult y aunque el cansancio se torna detectable, la sonrisa aparece palpitante en mi boca y mi corazón.

En la acera de enfrente camina en dirección contraria una chica alta, ataviada con una minifalda vaquera, pelo liso y unas facciones ampulosas. Pelirroja ellaSu altura, estilo y cuerpo despertaría el instinto cazador hasta de un caracol jubilado. Así que la miro y llevo mi mano hasta mi sien. La saludo con un saludo militar que devuelve con una sonrisa.

Mensaje de whatsapp ligar

Sigo andando mirando al frente pero algo me parece oír junto a una risa… Me giro entonces… y se gira. SUFICIENTE. 

-Chica, Espera…

Entonces el estribillo mi canción suena con  más volumen en mi mente y camino hacia ella más flamenco y rockero que Ian Astbury. Al acercarme, detiene su paso y me recibe con una sonrisa de mueca inteligente. 

-Perdona. ¿Se puede saber por qué diablos has tenido que aparecer a estas horas de la noche?

-Eso mismo digo yo – Responde con una voz intencionadamente segura de sí misma.

-¡Mírala!… ¿Quién eres, la chica más molona y segura de todo el Barrio del Carmen?

-Seguramente – contesta conteniendo el juego. 

-En ese caso estoy muy enfadado contigo. Yo tengo más años que un loro y a estas horas yo ya no estoy tan seductor…

-Ese no es mi problema – responde ahora sí con una risa sonora.

-Sí que es tu problema. Estás ligando conmigo por algo y para algo. Igual que yo.

En ese momento se gira escondiendo una carcajada muda. Antes de que le de tiempo a contestarme le pregunto el nombre.

-Gimena.

-Gimena? ¡Qué nombre más inspirador! 

-¿Sí? ¿Te lo parece? 

-A mí es que me va mucho el rollito medieval. De hecho el verano pasado estuve en un monasterio de clausura durante una semana.

-¿Tú?

-Ya sé que tengo más pinta de protagonista de Sons of Anarchy pero las apariencias engañan. Por cierto yo me llamo Luis.

-Encantada.

El momento era absolutamente idóneo para hacer un NARRADOR. 

-¡Qué maravilla de momento! ¿No te parece, Gimena? Cuando parecía que nos íbamos a dormir nos encontramos, nos gustamos y encima nos ponemos tontitos…

-¡Ja ja ja! Pues sí.

En ese momento suena mi teléfono. Mensaje de whatsapp. Al leer la primera parte del mensaje me acuerdo de un pequeño detalle…

«Tejón…» 

-Gimena, créeme que si me hubieras pillado en otro momento de mi vida ahora nos iríamos a buscar un lugar tranquilo para husmear en nuestras historias y encontrar vínculos y utilidades mutuas… Pero… ella frunce el ceño esperando alguna mala noticia- me tengo que ir sin tu teléfono y sin nada de lo que parecía que iba a pasar. Es que resulta que soy muy feliz. Ciao

Gimena se queda quieta, sin hablar un par de segundos, y tras tres de mis pasos la oigo mover sus tacones a un ritmo acelerado. Soy despistado, sí. Pero soy feliz siendo fiel en este momento.

 

Siempre vuestro, egoh

Redes….¿más que sociales?

Es abrumador pensar cómo, desde sus inicios, Internet no sólo se ha convertido en la nueva era de la información sino que también ha transformado nuestras costumbres y modos sociales.

Si nos remitimos al concepto de Redes Sociales, vemos que éstas se encuentran básicamente formadas por personas que comparten alguna relación, principalmente de amistad, mantienen intereses y actividades en común, o están interesados en explorar los intereses y actividades de otros. Entre sus ventajas están: interacción con personas de diferentes ciudades e incluso países, conocer nuevas amistades, interacción en tiempo real, son plataformas de publicidad, etc. Y, entre sus desventajas: falta de privacidad, propician un alejamiento de la propia realidad, nos excluyen socialmente de nuestro propio entorno…

Ya todos conocemos de sobra dicho concepto, aunque algunos todavía no aprecien la diferencia entre algunas de las redes sociales más importantes: Facebook, Twitter, Google+, Badoo, Linkedin, MySpace, Meetup, Meetic, Couchsurfing, Internations

El propósito de estas comunidades virtuales varía desde compartir amistades, vínculos profesionales, noticias en tiempo real, a incluso encontrar relaciones sentimentales o casas donde pasar la noche cuando se está viajando. Las posibilidades son enormes, casi ilimitadas.

ligar en redes sociales

Sin embargo, aunque algunos podrían tacharlo de ilícito, es posible hacer un uso diferente de la mayoría de estas redes sociales dándole más un enfoque de Dating Site. En mi caso, decidí hace ya muchos años utilizar Couchsurfing para satisfacer de una vez dos de mis mayores pasiones en mi vida, viajar y conocer innumerables chicas de diferentes culturas y países.

Todavía recuerdo, antes de la aparición de las Redes Sociales, la vergüenza y las dificultades que se me presentaban y que me impedían echarle valor y acercarme a hablar con una chica en el instituto. Qué tiempos aquellos… En cuanto un amigo me habló un día de Couchsurfing, al registrarme en la página no era consciente todavía de que en ese mismo momento estaba abriendo mi “Caja de Pandora”. Toda mi vida dio un giro radical a partir de ese preciso instante. Cuánto he de agradecer al creador de dicha idea, ya que seguramente no habría ligado en mi vida ni un 10% de lo que he ligado si no fuera por dicha página.

Para el que nunca haya escuchado hablar de Couchsurfing (aún no está muy extendido a nivel mundial), se trata de una experiencia nueva a la hora de viajar y de forma más económica. No se trata simple y meramente de un alojamiento gratuito o de un intercambio cultural entre dos o más personas, los que alojan y los que “surfean” el sofá. Va más allá. El viajero busca el compartir con la otra persona contrastes entre sus culturas, observar y aprender sus tradiciones, y descubrir los entresijos del lugar al que viaja desde una perspectiva local y más auténtica. Es, sin duda, la experiencia perfecta para un viajero empedernido como yo.

Algunas de las principales características del viajero de CS son tener una mentalidad abierta, las ganas de conocer distintos tipos de personas, culturas y experiencias, y el disfrutar la vida en cada momento. En otras palabras, las chicas que utilizan la página son más románticas, abiertas y soñadoras que la mayoría que puedas encontrar en cualquiera de los bares de tu ciudad. Pueden ser más susceptibles a caer en tus encantos si te sabes “vender” bien. Por tanto, si además de permitirte viajar de forma única puedes sacarle más jugo a la página, ¡pues aún mejor!

Yo empecé a usar Couchsurfing en el 2005, para viajar de forma diferente y más económica por Polonia, y tras la increíble experiencia, a mi vuelta a España me dije a mí mismo que a partir de ese momento ¡seguiría usando la página en cada uno de mis viajes! No sólo me recogían las chicas a mi llegada a cada estación de tren, sino que me invitaban a cenar, a unas cervezas, y al final, reuniendo las necesarias cualidades para seducir a una chica, terminaba por enrollarme o tener algo más serio con el 80-90% de las chicas que me alojaban a través de la página o con alguna de las amigas que me presentaban.

Hasta el momento ignoro con exactitud el número ingente de chicas que he conocido a través de Couchsurfing, pero sí que puedo afirmar con seguridad que lo que hace años parecía una utopía para mí y muchos de mis amigos a los que les hablé de la red social, es ahora una realidad.

Este uso diferente al original que puede hacerse de CS puede aplicarse igualmente a otras redes sociales. Es cuestión de imaginación y de saber cómo sacar el máximo provecho de tus técnicas y habilidades de seducción en este tipo de páginas. En cuanto a esto último, ya lo comentaré en otro artículo J  ¡Hasta la próxima!

 FERNANDO

 

Lanzarse al Vacío (II): Volviendo a conocer gente

El principio de la historia…aquí:

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A Coruña – Abril 2013 – 00:30 h

 

……….Fue Jorge quien se puso a hablar con dos atractivas chicas que rondaban los veinticinco para preguntarles que opinión les merecía que en Galicia se pusieran de moda las 9 Citas (Parecía ser un gran tema para iniciar una conversación). Por lo que Adrián y yo nos quedamos cerca de la barra, a lo nuestro. En un momento dado me di cuenta de que tanto Jorge como las chicas nos observaban y parecían hablar de nosotros, por lo que eso me dio pie a acercarme a los tres. Sin más dilación me puse a hablar con la que me interesaba:

Hola ¿Qué tal la noche?

Hola. Bien, muy bien. Jeje.

Imagino que Jorge os estará preguntando por el tema de las 9 Citas ¿me equivoco?

Pues sí, nos lo está comentando, sí –En ese momento me sonrió. Jorge por su parte se centró en la otra chica y Adrián los acompañó

¿Y qué os parece? –Pregunté con sincera curiosidad. Entonces ella se giró totalmente hacia mí, entregándome toda su atención. Hasta entonces había estado enfocada en parte hacia Jorge y en parte hacia su amiga, y de pronto era solo mía. Y todo por una sonrisa y una muestra de genuino interés.

Pues… la verdad es que suena interesante.

Me alegra que te guste la idea –Me sonrió de nuevo. Parecía nerviosa, pero seguro que no lo estaba tanto como yo.

Sí, pero…

¿Pero…?

Pero no sé hasta qué punto tendréis éxito porque aquí en Coruña la gente es muy orgullosa como para acceder a ir a esa clase de cosas.

No te preocupes, ya lo pondremos de moda. Vamos a hacer que la gente se olvide de una buena vez de tanto Facebook y tanto Whatsapp y así recuerden lo que es el contacto humano. Volver a conocer gente. Además, si a una chica tan atractiva como tú le seduce la idea, seguro que con el tiempo más gente se apuntará. –Ahora era yo el que le sonreía, y de una forma pícara.

Gracias por el piropo, pero yo no sé si iré. Solo he dicho que suena interesante. –Por mucho que lo intentó no fue capaz de reprimir una sutil sonrisa, y además se estaba sonrojando. Supuse que el cumplido le había gustado más de lo que quería admitir. Estaba jugando. Me estaba haciendo sentir inseguro y al mismo tiempo me hacía sentir su dueño. Fue una sensación extraña que saboreé con sumo gusto. Y luego me lancé:

Por cierto, que sepas que me encanta lo bien que te queda el sonrojo –Y le hice un guiño. Ella rio, y fue el sonido más agradable que había escuchado en mucho tiempo. Se puso aún más roja y me dio las gracias.

Que desconsiderado por mi parte, ni siquiera me he presentado. Yo soy Diego ¿Cómo te llamas?Me dijo su nombre y me pareció precioso, cosa que le dije tras darle dos besos. Pero aquí diré sencillamente que se llamaba Lucía (que también me parece precioso, un beso para todas las Lucías). Al acercarme a ella me di cuenta de que olía a algún perfume de jazmín ¿Qué tendrá esa flor que tanto les gusta a las mujeres y tan loco me vuelve a mí? Tras manifestarle lo mucho que me gustaba su olor me dijo que le parecía un chico muy agradable.

Y bien Lucía ¿Qué tendría que hacer un chico como yo para convencer a una chica tan cercana y sonriente como tú para que venga al 9 Citas? –De nuevo mi sonrisa y mirada pícaras.

Mmm… iría con una condición… -Recuerdo que en aquél momento pensé que se le daba bastante bien hacerse la misteriosa. Y también imitar mi cara de pícaro.

A ver si adivino… ¿Qué te lleve de luna de miel a París?Y entonces, tras una bella carcajada, soltó la bomba……

MUY PRONTO TERCERA PARTE

Lanzarse al vacío (I): El principio de la noche

A Coruña – Abril 2013 – 20:00 h

La noche prometía. Unas semanas después del primer taller de seducción de Egoland en Galicia, habíamos quedado en Mato Grande a eso de las ocho para salir de fiesta por Coruña. Éramos tres: Adrián, Jorge y yo. Tomamos algo y tras mantener una conversación distendida y con abundantes risas en una cervecería de la zona, nos dirigimos al centro para estar más cerca de la zona de marcha. La intención era ir al “Dux”, el local más “fashion” de Coruña, y es que, ¿a quién no le gustan las mujeres elegantes y coquetas? Pero como todo buen plan que se precie, acabaría por no tener lugar. Al fin y al cabo, cuando uno más se divierte es cuando improvisa y se deja llevar.

No nos costó encontrar sitio donde aparcar y menos todavía encontrar un bar un tanto Soso donde cenar, pero se ve que o somos de paladar poco exigente o sencillamente otros menesteres ocupaban nuestros esfuerzos intelectuales (lo más probable) como para preocuparnos por llevarnos al estómago algo más que un simple bocadillo. Por supuesto allí empezó el calentamiento. Jorge empezó con su sana y habitual costumbre de retarnos a “observar”, en este caso a un grupo de unas 20 chicas que estaban cenando allí. Rondarían todas ellas los 18 o 19 años y tanto Adrián como yo supusimos que o era una cena de clase o un cumpleaños. Craso error como bien nos ilustró Jorge, pues este juego se le da fenomenal. Lo normal sería que también hubiera chicos en el grupo, ya fuera una cosa o la otra las chicas no estarían solas, así que nuestras respuestas no encajaban; y al parecer, ni Adrián ni yo nos habíamos percatado de que estaban acompañadas por dos hombres, un treintañero y un cincuentón. Y era poco probable que fueran un padre y un hermano mayor. ¿La respuesta correcta? Eran integrantes de un equipo de fútbol femenino junto con su entrenador y quizá un preparador físico, como bien comprobamos por lo que llegamos a oír de sus conversaciones. Estos juegos pueden ser muy instructivos, y es que como se plantea en el Triángulo de Helio, la observación es fundamental. pero se ve que nos falta bastante práctica a Adrián y a mí. O eso, o Jorge lee las mentes.

Siguiente parada: “Sham Rock”. La conversación se ponía trascendente. Hablamos del comportamiento femenino en general, de tipos de mujeres, de sus tan temidas disonancias, también intentamos averiguar que opinaban dos desconocidas sobre el tema “9 Citas” y acabaron por demostrarnos que eran las dos mujeres más aburridas de Coruña… (Les mando un sonriente saludo desde aquí)- A base de reflexionar, llegamos a una conclusión que en el fondo ya conocíamos, pero que no estábamos teniendo en cuenta: el motivo por el cual en muchos casos una mujer no quiere volver a quedar contigo días después de haberte conocido, es sencillamente porque no le has transmitido ese «algo» que la haga verte como alguien diferente y especial. Y es que por muy a gusto que se sintiese contigo, ese estado emocional acaba enfriándose si no consigues que se implique lo suficiente. De modo que la orden (digo bien: “orden”) de Jorge fue clara: “Hay que ir a muerte, hay que sexualizar desde el principio y sin miedo, hay que cautivarlas desde el momento en que las conoces. Transmitirles tu carisma.”.

Supongo que esas palabras calaron hondo en mi subconsciente sin darme cuenta, pues en aquel momento no me imaginaba que en menos de dos horas las estaría llevando a cabo.

Así que tras hacer otra parada en un bar muy concurrido e intentar nuevamente “encuestar” a dos hermosas veinteañeras sobre las 9 Citas (y darme cuenta de que eran algo tímidas pero muy risueñas) pasamos finalmente al meollo de la cuestión. Llegamos al centro comercial del puerto y decidimos tomarnos algo en el Rocco antes de subir al Dux. Y allí fue donde pasó……………….

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La chica de la Biblioteca

A las diez de la mañana de una biblioteca pública en época de exámenes solo hay jovencitas y jovencitos con ganas de estudiar. Es por ello que eso de acercarse a compartir un cubata con esa persona que te mantiene desatento en tus tareas no parece una buena idea.

El tema es el siguiente: Llevo encerrado casi más de un mes como un hámster repleto de folios, apuntes, libros, y hace tiempo que no veo mandanga callejera ni en postales.

A mi derecha. Casi a dos metros hay una chica con gafas, morenita, de pelo rizado y brillante. Parece realmente interesada en sus quehaceres intelectuales. Yo, sinceramente, estoy hasta las narices. Si me acercara no me sentiría culpable. Ni por ella ni por mí. No debe molestarle que un chico bastante más mayor que ella la moleste para hacer algo distinto de estudiar.

Además lo recomiendan los médicos. Un poco de mandanga cada equis tiempo mejora la atención. Seguro que lo dicen, y si no lo dicen, sinceramente, no tienen ni puta idea.

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Me levanto sin tener la menor idea de que voy a decir. Pero con una cosa clara. Mi intención y la utilidad para ambos.

-Hola.

-Hola- me dice con gesto inexpresivo.

-Estoy harto de estudiar. Estoy seguro de que tú casi también.

Ella sonríe algo ruborizada.

-Sí bueno.

-He pensado lo siguiente, cada 45 minutos podemos acercarnos y quejarnos de nuestras asignaturas, eso seguro que nos ayuda a despejarnos y de paso nos conocemos.

-jajaja Bueno. Vale.

-Vale, por donde quieres empezar por conocernos o por quejarnos?

-Ja j aja.. Por conocernos, mejor.

-Soy Luis.

-Yo soy Soraya.

-Soraya es un buen nombre para una chica con el pelo rizado. Muy bien elegido. Felicita a tus padres.

-jajaja Gracias. A mí no me gusta mucho.

-¿Cuál te gusta?

En seguida nuestra amiga Soraya decide volcarse al noble arte del descubrimiento mutuo. Se deja guiar en una conversación abierta, con humor y coqueteo poco agresivo pero clamoroso. Un toque de ingenuidad en la conversación que sinceramente echaba de menos.

-Nos estamos cayendo bien, ¿eres consciente, Soraya?

-Sí, claro.

-Y nos estamos gustando, Soraya, ¿eres consciente?

-JAJAJA Bueno, eso no está tan claro.

-Yo hablo por mí. Nos estamos gustando. ¿Hablas tú por ti o me hago tu portavoz?

-Me caes bien.

-¿Si te empezara a gustar ahora me lo dirías o lo dejarías entrever camufládamente entre frases como “si nos estamos cayendo bien”?

-Supongo que lo segundo.

-Ok. Me dejas más tranquilo.

Con ese gratificante premio, me recuerdo que tengo que aprobar sí o sí. Ha sido un buen descanso y una forma de recordarme quién soy.

-Bueno Soraya, este primer paréntesis ha estado bien. Ahora voy a seguir y tú también. Hagamos un gran esfuerzo en concentrarnos. Nada de recordar lo que ha pasado ni en si nos estamos gustando. Ok?

-JJAJAJA ok.

Vuelvo a mi silla sonriente. ¡Qué bonica es esta nena y qué poco me apetece ponerme con PSICOLOGÍA SOCIAL DEL TRABAJO!

Pero bueno, hoy ya me puedo recordar a mi mismo con una sonrisa…

El día del sí: Experiencia personal

Os voy a contar como fue mi experiencia poniendo en práctica “El Día del Sí”. Todo esto con permiso de Yago: instigador y motor de toda esta puesta en marcha, así como gran escritor y un genial ejemplo a seguir, aquí tenéis el artículo inspirador.

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Era sábado y en principio parecía un sábado cualquiera. A la mañana sabía que iba a ser lo de siempre: salir, tomar algo, mandanguear, etc. Sin embargo, algo me llevó a releer el artículo de Yago. Flipé. Buenísima idea, me dije. “Esto hay que ponerlo a prueba”. Llame a un par de colegas con los que iba a salir y les comenté la idea. Respondieron con una sonrisa telefónica de esas que no hace falta verlas para saber que se están produciendo. Quedamos a las 7 de la tarde en un bar para tomar algo y comentar el asunto.

Nuestro planteamiento fue este: “esta noche vamos a decir a todo que sí, sin que ello implique un gasto económico enorme (imaginad que alguien me pide que le regale un coche) y sin que sea negativo para nosotros”. Decidimos contarles nuestra idea a otros cuatro amigos que salían con nosotros para que ellos fueran los “cabrones” que nos pondrían en ridículo continuamente. Decidimos plantearlo así para que todo el grupo estuviese implicado en nuestro “Día del Sí” y para que todos, participaran o no, también disfrutasen.

 Decir si es vivir experiencias

Empezamos con cosas chorradas. “¿Quieres escuchar una canción de Celine Dion?”. ¿Quién escucharía una canción de Celine Dion por deseo propio? Nadie con dos dedos de frente. (no os ofendáis fans de Celine). Así empezó la broma.

Empezamos a ridiculizarnos unos a otros. Y digo ridiculizarnos en el buen sentido de la palabra, porque estábamos haciendo cosas graciosas y lo estábamos pasando genial. Hablar con los ojos cerrados, hablar cantando, y cosas por el estilo. Pero lo bueno llegó cuando nuestros cuatro amigos “cabrones” empezaron a proponer cosas. “Me encanta este tema de funky. Bailar en medio del bar”. Y así fue. Un bar con 60 personas mirando a tres chavales bailando como locos. A todo esto, decidimos no beber nada de alcohol para hacerlo mucho más interesante. Para no hacer trampas, vaya. Luego nos propusieron una carrera a la pata coja en medio de la calle de los bares. Hablar con chicas y decirles lo bonitas que eran sus faldas. Regalar flores, hablar con gente y preguntarles cosas, etc, etc, etc. En general, hacer todas esas cosas que normalmente no te planteas hacer por vergüenza o por miedo. El simple hecho de saber que teníamos que decir que sí nos llevó a hablar con más de 30 tías, a reírnos toda la noche, a romper barreras de la vergüenza y la timidez, a conseguir más de un número de teléfono, y en general, a pasar una noche inolvidable.

 

Si os soy sincero, descubrí algo. Normalmente no hacemos según que cosas por nuestros prejuicios, por el miedo al rechazo, por nuestra forma de ser, por nuestra timidez, o por mil razones más. Pero con este sistema la cosa cambió. Nos daba igual todo. Éramos libres de hacer lo que quisiéramos, porque en nuestra mente, la única palabra que sonaba era: SÍ.

 

Así que chicos y chicas, os invito a que pongáis a prueba el SÍ en diferentes momentos y situaciones de vuestra vida, porque lo que está claro es que lo vais a pasar genial. Yo había empezado el día como otro cualquiera y al final de la noche sonreía en cama pensando en lo que había molado y en escribir este artículo. Y la verdad es que si hubiese hecho lo de siempre, seguramente no me acordaría si quiera de lo que ocurrió. Y os digo una cosa, cuando te planteas hacer cosas que normalmente no haces, sueles tener resultados que normalmente no tienes.

 

EJERCICIO: HAZ LA PRUEBA

Envíanos tu día del sí para que lo publiquemos y qué ha cambiado respecto a un día del Sí/No 

Jorge