Selección de artículos sobre persuasión, influencia, herramientas para cambiar conductas, principios básicos de la marca personal.

¿Quieres resultar inconfundible? ¿Quieres dejar huella en tus relaciones? Aquí tienes las mejores claves para conseguir diferenciarte de los demás

3 claves para evitar el rechazo siendo directo y natural (2/2)

En la primera parte de este artículo planteaba la siguiente cuestión:  ¿Vale la pena empezar exponiendo abiertamente nuestro interés? Mi respuesta, era clara, es sí.

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Seguimos con las dos últimas claves para evitar el rechazo siendo directo

2.  Cualifica de forma específica

El segundo elemento muchas veces viene en forma de por qué, aunque si no es así tendrás que incluirlo. Se basa en el hecho que a todos nos gusta gustar, y nos gustan más las personas que nos hacen cumplidos genuinos y sinceros. Por ello, es muy importante que incluyas una cualificación específica, real y creíble. De esta forma también te estarás desmarcando del 99% de la gente que tan sólo cualifica de forma general con cosas como “eres muy guapa” o “eres muy simpático”.

evitar-rechazoSi lo haces así, conseguirás que esa persona se sienta, de forma casi inconsciente, en deuda contigo. Porque tú le acabas de dar algo genuino y real sin pedir nada a cambio. Por ello lo más habitual será que intente saltar esa deuda o bien dándote las gracias o devolviéndote el cumplido. En cualquier caso, seguramente le caerás mejor y reducirás el riesgo de rechazo inicial.

Como suele ser habitual con todas estas herramientas, la clave está en la mesura. Si tu cumplido no suena sincero puede ocasionar precisamente el efecto contrario, por lo que ante la duda, es mejor no decir nada o decir algo muy evidente antes que inventártelo.

3.  Da una salida

La tercera clave, y no menos importante, es que debes dar una salida. Dar una salida quiere decir que debes tomar la responsabilidad de hacerle entender a la otra persona (o personas) que si las cosas salen mal y resulta que no os caéis bien o que no os entendéis, no va a tener que aguantarte hasta las 3 de la madrugada.

De esta forma le estarás quitando muchísima presión y eso es muy positivo. Cuanto menos presionada y más libre se siente la gente, más agradable, persuadible y abierta se vuelve.

Además tú mismo estarás proporcionando a la interacción una salida que se puede utilizar como recurso de emergencia si es necesario. Si al cabo de 5 minutos (o lo que sea) resulta que las cosas no van según lo esperado, tanto tú como la persona que acabas de conocer podéis utilizar esa baza para terminar la conversación, ya que era lo pactado inicialmente. Si las cosas van bien, que no te quepa duda que nadie se acordará de los 5 minutos a los que te habías referido al inicio.

En este vídeo encontrarás las claves que explico además de un ejemplo práctico al final.

 Existen otras herramientas para reducir todavía más las posibilidades de rechazo inicial. Si se te ocurre alguna, no dudes en compartirla aquí con todos nosotros, será un placer poder comentarla.

Enjoy

Felicidad en perspectiva (I): 3 definiciones de felicidad

Inestimables lectores, nunca dejará de sorprenderme lo poco que se habla de felicidad de forma manifiesta, cuando de forma latente nunca hablamos de otra cosa.

Como ya comenté al comienzo del artículo sobre El Hecho Social y la Extravagancia, una pregunta del tipo “qué te hace feliz” o “qué es lo más bonito que te ha sucedido esta semana” resulta más extraño que “por dónde saliste anoche”.

Con la venia de nuestro psicólogo positivo, el gran Antoni, en estas entregas voy a extravagar como sociólogo y hablaré sobre felicidad. Me resulta inevitable. Si en La extravagancia Proponía un modo de enfrentarnos a la resistencia social y en El Ser y el Deber Ser  un método para estar en guardia contra las ideas que hemos heredado, esta entrega busca un sentido último, un para qué. Y es que una de las cuestiones que innegablemente comparten todos los seres humanos, es que quieren ser felices.

Teniendo en cuenta esta característica humana común: ¿Por qué plantearnos de manera tan prioritaria la felicidad?

Lo primero que define la urgencia de la felicidad es la brevedad de la vida, su fragilidad manifiesta y la escasa probabilidad de que las buenas oportunidades se repitan. Detengámonos un momento a pensar y digámoslo en alta voz: LA VIDA ES FINITA, y nuestra primera responsabilidad para con ella es vivirla y disfrutarla al máximo. El resto de “deberes” añadidos dependen en gran medida del entorno social y de la lectura que de él hagamos.

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Ahora bien, de la misma manera que existe un código que divide el “ser” del “deber ser”, hay una clara división entre lo que deseamos realmente y aquello que (por presión social, miedo o autoengaño) creemos que deseamos. Dicho esto, la pregunta es inminente:

¿Qué es ser feliz?[1]

En esta serie abordaremos tres definiciones.

1a. EDUARD PUNSET – AUSENCIA DE MIEDO

La primera se la escuché a uno de los santos laicos de nuestra sociedad: Eduard Punset. Él afirma: felicidad es ausencia de miedo. En relación calidad/síntesis es la mejor definición que nunca he encontrado. Porque efectivamente, detrás de cada desdicha podemos encontrar un miedo: miedo a que la persona amada deje de quererme, miedo a perder mi trabajo, a perder el tiempo o dinero invertido en una decisión, a quedarme calvo, a no volver a sentir lo que uno ya ha sentido, a no ser libre, a resultar herido, a no estar a la altura, a quedar en ridículo, a la soledad, o a la nueva canción del verano.

El miedo merece un enfoque particular y extenso y seguramente lo abordaremos en otra oportunidad. Baste decir desde el punto de vista social que el miedo (a lo que van a decir, pensar o hacer los demás) puede llevarnos a alejarnos definitivamente de nuestros deseos e impedirnos ver claramente lo que nos rodea. Esto define nuestra percepción distorsionada de la felicidad. La lista de miedos puede llegar a coincidir peligrosamente con la lista de obligaciones impuestas y heredadas, nos planteamos con frecuencia que tenemos que ser buenos padres, buenos trabajadores, buenos novios, antes que plantearnos la búsqueda del bienestar. Nuestra necesidad de cumplir con las normas sociales  puede llegar a suprimir nuestros deseos y eso requiere una reflexión crítica.

2a.CARMELO VÁZQUEZ – FELICIDAD COMO PROYECTO

La segunda definición, la escuché de uno de los grandes referentes en el campo de la psicología positiva en España: Carmelo Vázquez. Dada la dificultad de medir la felicidad a través de cuestionarios, él usa una aproximación realmente útil: ¿cuál es tu nivel de satisfacción general con la vida?

Esta pregunta entiende que la apreciación de la felicidad necesita de cierta perspectiva. Es cierto que existe una apreciación de lo feliz en lo cotidiano, en saber identificar qué sensaciones y experiencias me producen bienestar, pero a mi parecer la gran virtud de esta definición es entender la felicidad como proyecto. Así pues, tener días malos es perfectamente compatible con una vida feliz. Sobre esta perspectiva de la felicidad ahondaremos en la tercera entrega de estos artículos.

3a. JAVIER SANTORO – LO QUE HAGO Y LO QUE QUIERO HACER

La tercera definición, no es tan genial como las anteriores pero es de la que más orgulloso estoy. Esto se debe sin duda a que se trata de mi definición particular (de hecho animo a todo lector a buscar su propia definición). Considero que felicidad es sentir que se acorta la distancia entre lo que hago y lo que quiero hacer. O desde el punto de vista del Ser: sentir que se acorta la distancia entre quien soy y quien quiero ser.

Analizaremos con ejemplos en la próxima entrega las 4 partes de las que está compuesta dicha definición.

¡Hasta pronto!

PD: recuerda que tus comentarios enriquecen este artículo, y que todo comentario o pregunta la responderé aquí o en nuestro canal de Youtube Egolandswers. Y si decides compartirlo, gracias de antemano por hacer algo tan halagador como es difundir mi trabajo.


[1] Como no puede ser de otro modo, mi aproximación es subjetiva. Para un acercamiento a la literatura científica relacionada con la felicidad recomiendo a Martin Seligman, padre de la psicología positiva, así como uno de los principales impulsores de este enfoque psicológico en nuestro país: Carmelo Vázquez. Particularmente también profeso admiración por Luis Rojas Marcos.

3 claves para evitar el rechazo siendo directo y natural (1/2)

¿Es bueno empezar a hablar con un/a desconocido/a de forma directa? ¿Vale la pena empezar exponiendo abiertamente nuestro interés?
Mi respuesta, sin lugar a dudas y por muchos motivos, es.

Sin embargo, el verdadero reto de la seducción empieza una vez hemos iniciado una conversación con la persona que nos atrae. Ahí es cuando empezaremos a conocernos y, quizás, a seducirnos. Por ello, cualquier forma que nos ayude a minimizar el rechazo inicial para que podamos empezar a mostrarnos y a pedir que esa persona se muestre, resultará muy útil.

¿Pero existe alguna manera de ser directos y naturales que incremente nuestras posibilidades de empezar conversaciones?

La respuesta también es sí. Tan sólo hay que entender como funciona nuestra mente y las expectativas que nos conformamos (¡como si fuera poco!) para descubrir 3 puntos clave. Aquí los tienes:

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1.  Rellena los huecos de información

Todo el mundo se imagina historias, y lo hacemos a una velocidad pasmosa. En centésimas de segundo. Pero por nuestra naturaleza creativa, tendemos a hacerlo con la información que tenemos disponible en ese momento. Y si no hay información suficiente entonces recurrimos a nuestras experiencias y conocimientos previos. Por lo tanto es clave que proporciones un qué, un porqué y un para qué en tu comunicación ya que si no lo haces, la persona con la que vayas a hablar se los inventará por ti. Y puede ser que la historia que se imagine no sea de tu agrado.

Por ese motivo, para no dar rienda suelta a su fantasía y dirigir de inicio sus pensamientos hacia tus intereses, es crucial que rellenes los huecos de información.

Pondré un ejemplo sencillo. Supón que una noche de copas te acercas a tu amigo o amiga y le dices lo siguiente:

 “Oye, ¿me dejas 20 euros?”

Como sólo le estás dando el qué (quiero dinero), él (o ella) se imaginará el por qué y el para qué de inmediato. Puede pensar que tienes serias dificultades económicas y que tu cuenta está a cero, o que eres un vago porque que en el fondo no te apetece ir al cajero, o que quieres invitar a la persona que acabas de conocer y te falta dinero para su copa. Hay miles de posibilidades que dejas fuera de tu control. Para controlarlas, rellena la información que falta.

“Oye, ¿me dejas 20 euros porque me he quedado sin dinero para una última copa y salir a estas horas al cajero me parece algo peligroso? Te los devolveré la semana que viene.”

Estás dando motivos y razones y eso es enormemente persuasivo. Muy de sentido común, pero ya conoces el refrán.

Decenas de veces he visto alumnos de nuestros talleres conseguir sentarse con grupos de chicas que estaban tomando algo simplemente rellenando los huecos de información. Fíjate en la diferencia:

Lo que hacían inicialmente (sin completar la información): “Hola, ¿podemos sentarnos con vosotras?”

Rellenando los huecos de información: “Hola, estamos esperando nuestros amigos pero os hemos visto tan sonrientes que nos ha parecido una buena idea venir a hablar con vosotras, a ver si juntos nos reímos más que por separado”

Difícilmente rechazable, ¿no crees?

Aquí te dejo el video en el que hablo de esto, y esta semana tendrás bien explicadas las otras dos claves de la segunda parte de este artículo

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El valor del lenguaje: Ser un buen conversador

EL VALOR DEL LENGUAJE.

Por Jorge Mondéjar.

 

Mis queridos Egolandianos os vengo a hablar de aquello en lo que personas como nuestro amigo Luis y otros muchos han sido maestros a lo largo de la historia. Por supuesto, me refiero al lenguaje, elemento imprescindible para Convencer, Conmover y proyectar Carisma. Su valor, combinado con el entendimiento de las distintas dimensiones del comportamiento humano se convierte en esa “bomba atómica” cuya imparable onda expansiva alcanza límites insospechados. A mí me gusta verlo como una espada, que nos va a ayudar llevar a cabo esa “negociación”. Obviamente no solo la naturaleza del arma sino que también, la pericia del espadachín determinarán  el desenlace. Aunque se viene diciendo que lo que hacemos grita más que lo que decimos, el correcto uso del lenguaje verbal tiene un peso enorme para despertar en las otras personas la voluntad de “querer”.      

Nunca habrás de usar tu arma para criticar, condenar o quejarte. La percepción que otros tienen de ti está sujeta a este principio. Seguro que has notado alguna vez cómo las personas que no se meten en este terreno tienden a inspirar respeto. Son percibidos como alguien sin resentimiento y con un ego impermeable. Ser visto como más atractivo es una inevitable consecuencia de esto.  

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Tu lenguaje tendrá que estar acompañado de un tono amigable procurando mantener siempre una sonrisa. Si añades estos dos ingredientes, como el que pone una especia a la comida, crearás una fuerza gravitatoria hacia ti que irá aumentando conforme domines esta destreza. No olvides que el nombre de una persona es para ella el sonido más dulce e importante en cualquier lengua.

Apreciar a otros seres humanos es vital. Emplea el lenguaje para que el prójimo se sienta importante y hazlo de forma sincera. Echaremos mano de la comunicación para que esa apreciación sea transmitida de manera  genuina y transparente. La proyección de vulnerabilidad es imprescindible. Por ejemplo, si nos damos cuenta de que nos hemos equivocado tendremos que admitirlo de una manera rápida y empática. Nadie es perfecto.

También hablamos teniendo muy en cuenta los intereses de los otros. Mostramos respeto por las opiniones de los demás. Os daré un gran consejo; nunca digáis lo siguiente: “estás equivocado/a”. Un buen comunicador es capaz de hacer ver a su interlocutor cosas sin apenas verbalizarlas. La única forma de sacar lo mejor de una discusión es evitarla. El uso elegante del lenguaje hace que la otra persona perciba que la idea es suya.

Observación es uno de nuestros tres vértices y apunta a que para ser un buen conversador tienes que saber escuchar. Por eso animarás a que las otras personas hablen de sí mismas. De esta forma recibiremos una fuente valiosísima de información que podremos combinar con lo que percibimos para actuar en consecuencia.

Recordad que existen maneras de que la otra persona diga que “sí” lo más rápido posible. A esto lo conocemos con el nombre de persuasión. No hay nada mágico en ello. Desde aquí se nos enseñan herramientas muy útiles para convencer, saber cualificar y comunicar nuestras sensaciones echando mano de un buen manejo del lenguaje.

Un último consejo, amigos. Tenéis que ser unos auténticos maestros en el uso de adjetivos. Esto otorga precisión a nuestro lenguaje. Abriremos la puerta de lo emocional ya que evocamos sensaciones y nos comunicamos directamente con la parte subconsciente de nuestro interlocutor. Para esto tendréis que leer mucho, inevitablemente.

Un saludo, Jorge.  

 

El “ser” y el “deber ser” (IV): Relaciones de pareja

Como ya dijimos, la cuestión de la disonancia entre ser y deber ser es constante, y es un prisma bajo el cual es posible analizar infinidad de situaciones. En todo caso es sustancial que antes hayáis leído los capítulos anteriores.

Os espero… ¿ya? Pues adelante con él

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Ejemplo en una relación de pareja:

María me encanta. Me fascina. Cuando me habla de su pasado me siento afortunado de estar con ella. Pero hay un problema, de vez en cuando se escribe con su antiguo novio. En este caso  sin reflexionar sobre ello ya tengo un “deber ser heredado” que sin ninguna duda me hace sentir celoso. Aquí el deber ser que muestran muchas series de televisión es algo así como:

“Si mi pareja me respeta no debe mantener contacto con su ex. Y yo debo imponerme”.

Reflexionemos con el proceder que ya explicamos en el artículo anterior:

  1. Autoconocimiento y honestidad. Ya he dicho que me encanta María. Si soy honesto, yo soy como soy gracias a las parejas que he tenido. Eso significa que por mucho que me cueste reconocerlo, si María no hubiese tenido ese novio ella sería distinta. Sus relaciones pasadas forman parte de ella, y yo no tengo potestad para decirle lo que debe hacer con ellas, como ella no tiene potestad para decirme cómo debo comunicarme con mi ex a la que además le tengo cariño.
  2. Generación y sustitución de idea normativa. Sugiero en este caso: “debo respetar la manera como mi pareja gestiona su pasado, y además tener en cuenta que ese pasado es la que la ha hecho atractiva a mis ojos”.
  3. Acción. He cambiado mi idea normativa, pero no soy tonto y sé que María es un bombón y que los exnovios no buscan precisamente amistad. Con la nueva definición ya no debo echarle en cara que hable con él. ¿Qué puedo hacer? Entender que quien tiene las oportunidades soy yo. Ella hablará con él de vez en cuando, pero es conmigo con quien queda, con quien pasa la tarde cocinando y riendo, y  con quien estará el próximo fin de semana a solas en una casita rural. Buena suerte, ex-novio, porque María me ha elegido a mí y yo pienso aprovechar mis oportunidades.
  4. Comprobación. Huelgan los comentarios

 

Por último, un ejemplo más ligero y común, en una conversación:

Recuerdo que en uno de los últimos podcasts, Álvaro trataba de conocer a una chica en la cafetería de la universidad. Ella se lo estaba pasando genial, pero en cierto momento, no importa mucho por qué, le pone una barrera de estilo “deber ser”:

La gente interesante se conoce en lugares interesantes. (Aquí ella comunica mediante un “deber ser” nada funcional que Álvaro puede no ser interesante porque la cafetería no lo es).

-¿Y de veras lo crees? ¿Nunca has conocido a alguien interesante en un lugar no interesante? (Muy bien, Álvaro la invita a que reflexione, apelando a su propia experiencia y modificando un “deber ser” heredado que probablemente ni la propia chica se cree).

De un modo muy resumido, Álvaro disuelve un “deber ser” completamente disonante con la realidad que él conoce: la gente interesante se conoce en cualquier sitio.

Otro ejemplo en conversación,

que es relativamente cotidiano, es encontrarnos con alguien que nos atrae pero objeta que “somos demasiado jóvenes”. Ahí hay un deber ser: “mi pareja debe tener una edad cercana a la mía”. Os lo voy a dejar para vosotros. Me sentiré muy satisfecho si a través de los comentarios alguien propone un “deber ser” que le resulte más funcional. Si queréis, en unos días daré yo mismo una solución. Propiciemos pues el intercambio de ideas en este artículo con vuestros comentarios que ya he escrito muchas líneas y estoy deseando leer las vuestras.

RESUMIENDO Y CONCLUYENDO

Tenemos dos opciones, procurar a toda costa que nuestras ideas concuerden con el “deber ser heredado”, o intentar que sean propias y funcionales para acercarnos a nuestra felicidad. Por cierto, de felicidad precisamente hablaremos pronto en esta sección.

Para finalizar, insisto y probablemente no por última vez: Egoland Seducción siempre se ha caracterizado por no deciros cómo debéis de ser. Ni tenemos la verdad absoluta ni pretendemos tenerla. Probad, cuestionad, interiorizad, desechad lo que no encaje con vuestra forma de ser y pensar. Pero eso sí, os sugerimos que reflexionéis sobre vuestra manera de pensar y de dónde viene. Ningún “deber ser” os será tan útil como el que vosotros mismos elaboréis y contrastéis con la realidad.

Contento de escribir. Javier Santoro

PD: como ya sabéis, vuestros comentarios enriquecen este artículo y serán todos contestados. Además, con cada comentario nace un gatito.

Lo que NO va a ocurrir (II): Ejercicios prácticos

En el anterior artículo veíamos que muchas veces  necesitamos justificar nuestra conducta frente personas que acabamos de conocer, aunque todavía no hayamos tenido dicho comportamiento.  Y que intentamos justificarla negandola en  ese mismo punto. Pero la realidad es que ya estamos anticipando cómo se puede interpretar nuestro mensaje debido precisamente a la imagen que creemos proyectar de nosotros mismos. Puedes leerlo completo aquí

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Hoy vamos a ver la aplicación real de este fenómeno:

Aplicación práctica

Resulta que a veces, imitar comportamientos propios del otro género da muy buenos resultados.

Os propongo empezar a romper tabúes haciendo lo mismo que ellas. De esta forma lograremos cuatro cosas:

1.- Quitarles toda la presión social,

2.- Desmarcarnos del resto,

3.- Sexualizar intensamente y

4.- Despertarles un profundo sentimiento de curiosidad. Pinta bien, ¿verdad?

La herramienta en cuestión se trata de decirle exactamente lo que NO va a pasar “Anna, aunque me pareces muy atractiva y sólo de acercarme a ti me enciendo por dentro, esta noche NO voy a acostarme contigo” Como siempre, la clave está en cuándo usar esta herramienta, idealmente tras un rato de conversación positiva, vinculación y cualificación.

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¿Qué conseguimos con esto?

Aunque hay aspectos de PNL que darían para aburrir hasta un koala, lo más importante es que nos desmarcaremos de la multitud de chicos que suelen insistir noche tras noche para que se acueste con ellos. Nosotros no. Nosotros al revés. Nosotros usamos el humor para dar por supuesto que íbamos a terminar acostándonos independientemente del concepto que podamos tener de ella. Cogemos cualquier preocupación social suya y la hacemos trizas. Además nos va a percibir como chicos directos, sexuales y con iniciativa, lo que resulta muy atractivo.

Pero por encima de todo le generaremos un creciente sentimiento de curiosidad producto de una contradicción: sabe que nos gusta y también tiene la creencia que todos los chicos quieren tener sexo cuanto antes, por lo que no va a entender porqué decimos que no nos acostaremos con ella esa noche. Gestionándolo bien, esa curiosidad se puede convertir en un reto para ella.

Hablar de lo que no va a ocurrir puede tener efectos sorprendentes. Os alucinará la cantidad de chicas que tras decirles eso os preguntarán porqué no.

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El “ser” y el “deber ser” (III): Ejemplo en el ámbito sexual

En la primera parte de este artículo veíamos el conflicto que supone que no coincida lo que “debe ser” con lo que las cosas realmente son.

En la segunda parte vimos cómo se nos inculcan ideas normativas heredadas, y cómo podemos generar ideas normativas propias.

Así que en esta tercera veremos ejemplos en el ámbito sexual

Ejemplo 1. Ámbito sexual.

El ámbito sexual está plagado de ideas normativas. En parte porque la televisión emite series de adolescentes de instituto con vidas sexuales de adultos promiscuos y sexualmente liberados… cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

El siguiente caso es real:

Rosa y Martín están muy enamorados. Disfrutan mucho uno del otro. Cuando no están juntos se van a dormir pensando uno en el otro, y cuando se despiertan el otro en el uno. Ahora bien, llevan dos meses y ella no llega al orgasmo.

Esto les genera un cierto estrés. Rosa y Martín hacen como que no les importa demasiado, pero ella ya se lo ha planteado a dos de sus amigas, y él busca información en internet. Ambos se estresan un tanto, él porque cree que no está dando todo lo que debe darle, y ella porque ve la frustración de él y cuando practican sexo no puede evitar pensar en “el problema”, lo cual dificulta aún más el orgasmo.

Reflexionemos. Aquí hay un “deber ser” de fondo: una pareja completa debe dar y recibir una calidad sexual similar, la cual tiene como máximo indicador los orgasmos.

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Con esta idea normativa, Rosa y Martín sienten que algo falla. Recordemos las fases para cuestionar y sustituir las idea normativa: autoconocimiento, generación/sustitución de la idea normativa heredada, acción y comprobación:

  1. Autoconocimiento y honestidad. ¿Qué quiero realmente? En realidad, tanto Rosa y Martín lo que desean es seguir estando juntos cuando se levantan por la mañana. Ellos son un fin en sí mismos, ninguno de los dos conoce mayor goce que el de estar juntos, estén en la cama o estén jugando al tenis. Les encanta el sexo, ambos sienten que dan y reciben amor y placer. Si lo piensan, realmente están satisfechos. Y lo que realmente les incomoda es pensar que quizá la otra persona no se encuentre satisfecha, y no se atreva a decirlo.
  2. Ya hemos visto el efecto que produce la idea normativa: estrés. Podemos sugerir un nuevo y propio “deber ser” como: una pareja de éxito debe disfrutar del sexo como una forma más de comunicación. Ver que el buen sexo, como la comunicación, no está solo en la cama, ni solo en el orgasmo, sino que impregna todos los ámbitos de la relación. De este modo se entiende que el placer, afortunadamente, no está exclusivamente en la eyaculación ni en el orgasmo. Está y puede ser disfrutado en cada mirada, beso, mordisco, olor, sabor, sensación, en el placer de dar placer… de modo que en ocasiones se llegará al orgasmo, y en ocasiones no. Pero el orgasmo no es el fin de nada.
  3. Acción. En el caso de esta pareja, la acción será la comunicación con honestidad de la nueva idea. Advertencia, si no se cree en la idea, probablemente esta fracasará. No sugiero que os hagáis los genuinos hasta que seáis genuinos. Sugiero que busquéis los “deber ser” en los que realmente creáis y deseáis. En este caso, sugiero que la pareja enfatice la pequeñez de su “problema” en comparación con la cantidad enorme de motivos que esta pareja tiene para sonreír y disfrutar. Considero que es completamente sensato y saludable desdramatizar el asunto.
  4. Comprobar si la nueva idea normativa resulta más funcional o no. En este caso, es probable que la pareja empiece a disfrutar más del sexo (y paradójicamente, a tener más orgasmos, al anular el estrés de no estar cumpliendo con el “deber ser” heredado). Comprobamos: ¿se adapta mejor a la realidad y me hace más feliz? Con la idea original, el sexo era bueno si había orgasmo. Con la idea propia reflexionada, el sexo a veces puede ser increíble sin llegar al orgasmo, y otras veces tan trascendental como una conversación sobre el estado del tiempo, aunque haya habido orgasmo.

Por otra parte, la idea normativa que sugerimos en este ejemplo la considero mucho más funcional que uno de los “deber ser” más extendidos que existe, probablemente por herencia de la cultura pornográfica: “el sexo finaliza con la eyaculación masculina”. Esta idea normativa hace que muchas mujeres se sientan frustradas si el hombre no ha llegado a eyacular. Y que muchos hombres se estresen pensando que si eyaculan demasiado pronto todo habrá acabado y si no eyaculan ella puede pensar que no es lo suficientemente atractiva. Así definido, no es raro que se dé una situación en la que ambos estén pensando en el fin en lugar de disfrutar el momento, en lo genial, hedonista y feliz de cada milímetro del camino sexual. Como en otras cuestiones de la vida, esto va de no preocuparse tanto por el destino al que llegar y disfrutar más el viaje.

Me consta que algo similar comunicó un buen amigo a una preciosa mujer que en cierto momento le pidió disculpas porque “nunca llegaba al orgasmo con la penetración”.

¿Perdona? Nuestro amigo sustituyó la idea normativa que atormentaba a la joven por no alcanzar “el deber ser heredado”. Un deber ser que le había hecho preocuparse con otros hombres hasta el punto de sentir que debe pedir perdón. Es de locos. Una vez asumida una nueva idea normativa similar a la sugerida en el punto 2, ella empezó a disfrutar y ver lo fabuloso de cada instante con él, y cuando por fin se despreocupó… tuvo por primera vez orgasmos con la penetración.

Una cuestión crucial sobre la que volveré es que niego rotundamente que haya un “deber ser” que sea más cierto, más objetivamente útil o mejor que otro. Lo que pretendo con esta serie de artículos es que estemos en guardia contra nuestros “deber ser heredados”, y que consideremos si nos resultan funcionales. La cuestión de fondo es que según como cada uno defina la situación, sentirá unas cosas u otras (principio básico de la psicología cognitiva).

Por último, segunda advertencia para los críticos más agudos: tratar de ajustar mi idea sobre cómo debe ser el mundo a como realmente es, no implica una resignación inmóvil y estéril. Desde mi punto de vista implica madurez e inteligencia. Los protagonistas del ejemplo no solucionan el problema diciendo: “es normal no tener orgasmos”. Lo que hacen es considerar que “nos da igual si es normal o no tener orgasmos durante estos meses que llevamos de relación, lo importante es que nos encanta estar juntos, disfrutamos cada instante, y además en el corto o largo camino a descubrir cómo darnos orgasmos nos lo vamos a pasar en grande”. Se trata de una solución que comprende que ambos tienen motivos objetivos de sobra para sentirse felices.

Espero y deseo que con estos ejemplos, que encarnan la parte teórica explicada en las dos primeras partes de esta serie de artículos, veamos que la reflexión que proponemos es una herramienta, un prisma, bajo la cual es posible analizar y cambiar infinitas situaciones. En el próximo artículo trataré un ejemplo relativo a una situación común en una relación de pareja y otro aplicable a una conversación. También os mandaré deberes…

PD: como siempre, no dudéis que vuestros comentarios enriquecen mucho los artículos. Y por supuesto, siempre contesto a todos. Y a quien no, le envio bombones.

 

Lo que NO va a ocurrir (I): Anticipando conductas

¿Os habéis fijado en que a veces necesitamos justificar nuestra conducta frente personas que acabamos de conocer, aunque todavía no hayamos tenido dicho comportamiento?

“No es que me guste beber, pero cuando salgo de marcha con mis amigos me apetece tomarme alguna que otra copa”

¿Qué significa eso en realidad? Pues que como tememos que lo que se pueda deducir de nuestro mensaje es que nos gusta beber, intentamos justificarlo negando ese mismo punto. Pero la realidad es que ya estamos anticipando cómo se puede interpretar nuestro mensaje debido precisamente a la imagen que creemos proyectar de nosotros mismos.

En el campo de la seducción, debido a la norma social muchas chicas (y chicos) evitan sentirse y/o ser percibidas como fáciles, aunque después les guste el sexo ocasional como a tod@s. Si yo no realizo ninguna propuesta sexual y ella me aclara “No me voy a la cama con chicos en la primera noche” a lo mejor es que necesita indicarme que la imagen que proyecta no es cierta. Y si ella cree que está proyectando esa imagen, será por algo. Probablemente, por sus experiencias previas.

Por ese motivo, cuando sin venir a cuento nos dicen que no dan teléfonos, se besan o se acuestan con chicos la primera noche, ¡bingo! Seguramente vamos por el buen camino: pueden estar intentando justificar lo que venga luego porque que les haya pasado anteriormente. Gestionando ese rechazo adecuadamente, la noche puede terminar muy bien para los dos.

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Notad que es importante no confundir este tipo de justificaciones previas con respuestas a proposiciones concretas. Si yo le digo a María que me esta noche me parece irresistible y quiero tener sexo salvaje con ella, es perfectamente comprensible que ella reaccione aclarándome que no se acuesta con chicos que acaba de conocer y que sea cierto.

 Muy pronto, la segunda parte de este artículo en el que hablaré de la aplicación práctica de este principio.

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El “ser” y el “deber ser” (II): ¿Cómo construimos el “deber ser”?

En la primera parte de este artículo veíamos el conflicto que supone que no coincida lo que “debe ser” con lo que las cosas realmente son.

Así que en esta segunda parte veremos cómo se nos inculcan ideas normativas heredadas, y cómo podemos generar ideas normativas propias.

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¿Cómo construimos nuestras ideas normativas o el “deber ser”?

Pensemos en la idea normativa de relación: Antes de tener una relación, yo ya vengo de serie con una idea de cómo debe ser, una idea que es una mezcla de los estímulos de mi entorno social, lo que he visto en televisión, lo que me han contado… pero lo más peligroso es que probablemente llegue a creer que es una idea propia: creada, reflexionada y aceptada conscientemente por mí. ¿Seguro? ¿O sólo soy como la niña que mencionaba en la primera parte?

Nos llegan ideas por una puerta trasera que probablemente ni siquiera sabemos que existe. Por ello generar ideas propias supone un ejercicio enorme de experiencia y reflexión. En el sentido literal del término reflexionar, es decir: “considerar nueva o detenidamente algo”.

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Una vez que reflexionamos racionalmente puede que el resultado, la definición obtenida, coincida o no con lo que se nos dijo que algo era, pero ya nos encontramos en otro nivel, en un espacio específico. Por ello no es mala señal cuando una idea nueva nos parece poco intuitiva, paradójica, o resulta extraña para la mayoría de la gente.
Nótese que el problema no es tener expectativas o ideas sobre cómo deben ser las cosas. La cuestión sobre la cual nos interesa reflexionar es si esas ideas nos ayudan o no a ser felices. Sí, felices. No estamos aquí para otra cosa por poco que lo mencionemos. En este sentido, cuidado con lo que consideramos normal, ya que puede ser nuestro peor enemigo.

Tampoco creamos que forjar un criterio propio es una cuestión que emerge automáticamente de los individuos, dado que la sociedad, como señalamos en la primera parte, está plagada de reglas y normativas heredadas, el proceso de aprendizaje y de creación de criterios propios encontrará como mínimo una buena dosis de resistencia social. Ya hablamos sobre el hecho social, la resistencia y las ventajas de extravagar en los tres artículos sobre “El hecho social y la extravagancia”.

Ante todo tenemos que estar preparados para que nuestras nuevas ideas y nuestros nuevos criterios se vean cuestionados por un colectivo que no estará precisamente predispuesto a aprobarlos y mucho menos, a probarlos.

Si me habéis seguido hasta aquí me diréis: bien Javi, pongamos que algo de razón tienes, pero, ¿cómo puedo cambiar mis ideas normativas?
¡Buena pregunta!

Primero tengamos en cuenta tres reglas. Cambiar una idea normativa (un “deber ser”) siempre será más fácil cuando:

más frustración provoque la idea normativa heredada cuando la contrasto con la realidad (un profesor que asume que los alumnos deben ser disciplinados por el mero hecho de ser alumnos, si lleva cinco años de docencia enfrentándose a alumnos que no lo son, experimentará frustración, y le resultará útil cambiar su definición para enfrentarse de modo más eficiente a la realidad);

− más funcional resulte la nueva idea respecto a la anterior (más felicidad y satisfacción genere la nueva concepción).

− menos personas se vean afectadas o focalizadas en el cambio (es más fácil convencer a tu chico de que no tiene sentido ser celoso que convencer a todos tus vecinos).

Teniendo en cuenta estas tres normas, voy a aplicar la sustitución de ideas normativas heredadas por ideas normativas propias, básicamente mediante la reflexión. Daré varios ejemplos. No serán cortos, ya que la sustitución de ideas heredadas conlleva un proceso muy estimulante y retador que se compone, por lo menos, de las siguientes fases: autoconocimiento, generación/sustitución de la nueva idea normativa, acción y comprobación.
Al igual que sucedió con los artículos sobre extravagancia, ahora que tenemos un trasfondo teórico sólido podemos volcarnos en los casos prácticos que tanto nos gusta a los devotos de San Ejemplo.
A ello nos dedicamos en el próximos artículos, uno de ellos enmarcado en el ámbito de la sexualidad.

PD: por supuesto, no dudéis que vuestros comentarios enriquecen este artículo y antes o después contesto a todos. Con cada comentario un niño se cura un esguince en algún lugar de Australia.

 

El “ser” y el “deber ser” (I): Dime cómo defines y te diré qué sientes

Inestimables lectores.

Supongo que ya habréis leído los artículos sobre extravagancia y hecho social. No será porque no os he dado tiempo… me he ido a Japón incluso, para no presionaros. En la presente serie de artículos reflexionaremos sobre una cuestión cuyo abordaje confieso que me resulta muy ambicioso. Se trata de algo en algún aspecto complementario con lo ya explicado. Introduciré el tema mediante una anécdota personal:

Me encontraba impartiendo una clase en un gimnasio, cuando Eva, una alumna de cinco años me impactó porque en tan solo tres clases estaba avanzando mucho más rápido de lo que yo avancé en su día. Con la intención de animarla, le dije:

-Eva, si sigues entrenando así de bien, cuando seas mayor serás alta, flexible, resistente, ágil, guapa, y vas a tener muchos novios.

Solo se puede tener uno -respondió convencida-.

¡Qué bello concepto del amor con solo cinco añitos! Bien, ahora volved al mundo real y poneos las gafas sociológicas.

ser-deber-conflicto-normas

¿Qué tenemos? Una niña que con cinco años ya asegura saber como debe ser una relación con un convencimiento sorprendente. Pueden pasar quince años hasta que ella tenga algo similar a lo que luego comúnmente entendemos como relación de pareja, pero mucho antes ella ya ha heredado un “deber ser, una idea normativa de relación. Esta es la tesis principal sobre la que pretendemos reflexionar en este texto: en la mayoría de casos, aprendemos cómo deben ser las cosas mucho antes de enfrentarnos a cómo realmente son -a través de nuestra experiencia-. Desde la jerga sociológica, se dice que solemos aprender antes lo normativo que lo positivo.

Un joven de 13 años tiene una idea de cómo debe ser el sexo mucho antes de haberlo practicado, o de haberlo practicado las veces suficientes para tener una idea propia.

Esto resulta funcional a la sociedad e incluso podemos decir que es consecuencia de nuestra naturaleza social: al llegar a este mundo entramos en un club que ya existía, y que seguirá existiendo cuando nos vayamos. Una sociedad con sus normas, valores, aspectos cognitivos, creencias, signos… Por lo tanto resulta funcional que en la socialización (de la cual hablaremos más detenidamente en futuros artículos) nos enseñen reglas de juego antes de tener que jugar. Esto nos ayuda a predecir situaciones y reducir el grado de incertidumbre en la interacción con el mundo. De hecho, en las ocasiones en las que no tenemos un “deber ser” de referencia nos sentimos desorientados[1].

DISTANCIA ENTRE CÓMO DEBE SER Y CÓMO ES

Sí, aprender las reglas antes de jugar es en ocasiones funcional, pero continuamente nos encontramos con que las cosas no son como creemos que deben ser. En ocasiones media una distancia enorme entre cómo consideramos que la realidad debe ser y cómo esta es. Tomemos por caso:

Millones de personas tienen una idea de cómo debe ser el día de su boda, aunque no se hayan casado ni piensen hacerlo.

-El día de mi boda debe ser el día más feliz de mi vida.

¿Y si no lo es?

En este caso -extensible a miles de ejemplos distintos- se describe un ciclo como el siguiente:

  1. Aprendemos antes “el deber ser” que el “ser”.
  2. La experiencia nos muestra cómo son las cosas.
  3. La versión normativa y la práctica no coinciden, lo cual nos predispone al conflicto

No es raro que luego nos extrañemos cuando los planes no salen como esperábamos, cuando ninguna familia es como “debe ser”. No es extraño que rechacemos entonces al que no siente lo que se supone que debería sentir, al que no se comporta como se supone se debería comportar…

Es por ello que como sugiere el genial psicoterapeuta americano (de origen austríaco) Paul Watzlawick:

la mayor fuente de angustia humana, de tensiones e incomodidades proviene de la contradicción que genera la diferencia entre lo que algo debe ser y lo que realmente es.

En el punto 3, que aborda el conflicto, hay como mínimo dos opciones: aceptar la realidad tal como es y desenvolverse en ella, o bien luchar por adaptarla a nuestro “deber ser”. No sé si os sorprenderá, pero en la mayoría de casos solemos tratar de hacer lo segundo, con el mismo éxito que quien se empeña en fijar un clavo en la pared martillando la punta.

La lista de “deber ser heredados” no coincide precisamente con las vivencias imprescindibles que nos hacen felices, sino más bien todo lo contrario. El gran escritor norteamericano Mark Twain dijo que la realidad siempre supera la ficción, porque esta última tiene que tener sentido en nuestras mentes, enmarcarse dentro de los límites específicos de ese entorno ficticio que es el deber ser normativo. Es por ello que muchas personas se empeñan en adaptar la realidad a esa ficción cueste lo que cueste y terminan malgastando su precioso e irrecuperable tiempo en un intento por amoldarse a algo demasiado pequeño y rígido para alojar sus realidades.

Una vez puesto de manifiesto el conflicto que supone que no coincida lo que “debe ser” con lo que las cosas realmente son, el próximo artículo lo dedicamos a abordar los detalles sobre cómo se nos inculcan ideas normativas heredadas, y cómo podemos generar ideas normativas propias. ¡No os lo perdáis! ¡Haz click abajo!

PD: recordad que todo comentario enriquece este artículo, y además, me hace sonreir.


[1] . Aun así, estas ocasiones son escasas. Entre los ejemplos que he encontrado en mi experiencia, está desde el tener que moverme en un país con normas realmente distintas a las de la sociedad española -hablo de algunas partes de la India-, a tener que enfrentarme a una ruptura de pareja. Los individuos tenemos más claro cómo debe empezar una relación, que cómo debe cambiar o finalizar. Os diré, para no meterme demasiado en estos casos, que en las situaciones donde no hemos heredado un “deber ser” de referencia hay un alto grado de incertidumbre y en ocasiones incomodidad, pero a largo plazo se aprende mucho más y se logran soluciones mucho más eficaces.