Entradas

3 Miedos Que Te Impiden Seducir

Desde cierto punto de vista, defino la seducción como un proceso en el cual convertimos un deseo en acción. Por desgracia, miles de personas tienen geniales ideas y deseos que no convierten en acción, deseos que matan en sus mentes por diferentes tipos de miedo:

+ Deseo decirle algo bello pero no lo hago por miedo a parecer demasiado interesado.

+ Deseo proponerle algo, pero no lo hago porque quizá no sea correspondida.

+ Deseo hacerle sentir algo especial, pero no lo hago porque quizá me malinterprete.

Por no mencionar los deseos relacionados con dejar un trabajo, hacer un viaje, empezar unos estudios… Miles de personas, cada día, matan sus deseos sin convertirlos en acción. Un “deseocidio” cotidiano.

Es cierto que muchas personas quisieran mostrar su interés, hacer sonreír o dejar huella en alguien de un modo distinto a lo habitual y no tienen miedo a hacerlo, pero para ello hace falta creatividad, uno de los recursos infinitos del ser humano, pero que no siempre está disponible. ¿Cómo mejorar la creatividad? No es el tema principal de este artículo así que no me extenderé, pero uno de los modos que recomiendo es exponer al cerebro a estímulos creativos no pasivos.

Es decir, no sólo leer sino también escribir. No sólo ver deporte sino practicarlo. No sólo ver obras de arte sino dibujar. Para más información, recomiendo el libro de mi compañero y amigo Álvaro Tejedor “21 Claves para mejorar tu ingenio”

Dicho esto, ¿qué miedos nos impiden mostrar interés, especialmente con un gran detalle como el descrito en el ejemplo? A continuación abordamos estos aspectos.

1 | Miedo a mostrar interés

Argumento:

La sabiduría popular reza: “quien muestra el hambre no come”. Que puede resultar poco beneficioso mostrar nuestro interés es una de las primeras creencias conscientes o inconscientes que afloran cuando empezamos a lidiar con la seducción en la adolescencia.

Tiene su explicación: cuando estamos mostrando interés, y más al tener un bonito detalle con alguien, estamos subcomunicando: “tienes mi atención”. Sin embargo, a nuestra naturaleza deseante le resulta más fácil desear aquello que no tiene. Para bien y para mal, anhelar algo o a alguien provoca una vorágine de emociones que han originado buena parte de la literatura universal, y que en ocasiones provocan adicción (de ahí la adicción al sufrimiento que vemos en personas enganchadas a alguien que no les trata bien). Decía Juan Luis Arsuaga: “no se puede desear lo que ya tienes”.

Contraargumento:

Distingamos dos preguntas: «¿qué nos provoca deseo?» frente a “¿qué nos provoca satisfacción?”. Las respuestas son distintas. Para “desear” lo que tienes, debes apreciarlo, y eso exige cierta experiencia y capacidad para identificar qué te provoca no sólo deseo cortoplacista sino satisfacción largoplacista. Características que se ganan con la madurez. Quizá por eso, una vez más podemos citar la sabiduría popular que manifiesta: “las chicas tontean con el malo, pero terminan con el bueno”.

¿A qué lleva el miedo a parecer demasiado interesado? A estrategias absurdas. Os cuento una anécdota con una alumna.

Me contaba Sonia, una chica bastante atractiva acostumbrada a que los chicos vayan detrás de ella, que le gustaba un chico italiano. Coincidía que iba a ir con otras amigas al pueblo donde estaba él, ya que al parecer tenían amigos comunes. Me dijo:

“Cuando le vea, haré más caso a sus amigos, para que así no me vea demasiado interesada y venga a por mi”.

Respondí:

“¡perfecto! ¿y puede ser que él siga la misma estrategia, haga más caso a otras chicas con el fin de gustarte a ti, y absurdamente hagáis caso a personas que no os interesan con el fin de que os hagáis caso entre vosotros?”

En otras palabras: para gustarte hago como que no me gustas. Cuando dos personas siguen esa estrategia, lo que termina pasando es que al final no sucede nada. Una historia llena de posibilidades que nunca llevará a nada porque ambos juegan a engañarse acerca de sus verdaderos deseos.

¿Qué recomiendo? Que vayas más allá de seguir tus deseos primarios y trates de buscar aquello que te dará satisfacción. Para ello necesitas autoconocimiento, experiencia y honestidad. O lo que es lo mismo: madurez.

2 | Miedo a no ser correspondid@

Argumento:

A nadie le gusta jugar al tenis solo. Como Luis comentaba en esta presentación nuestro autoconcepto y autoestima no son independientes de la reacción de los demás.

Por lo tanto si yo ofrezco algo pero no recibo, me siento mal porque alimenta mi creencia negativa de que “no soy atractiv@”, “no molo”, “no importo”, “no piensan en mi”. Lo mismo que puede suceder cuando recibimos un rechazo. Por lo tanto la estrategia más segura es no invertir, no tener detalles, no comunicar, matar mis deseos… porque así no me expongo a que me rechacen y por tanto mi autoestima queda resguardada.

Y claro, si esto afecta con un pequeño mensaje que muestre interés, mucho más evidente resulta con un detalle grande o extravagancia como la que hemos usado de ejemplo, una mayor inversión implica mayor riesgo de fracaso.

Contraargumento:

Se nos olvida sin embargo, que quien no comunica, no se emociona, no se arriesga, no saborea… por miedo a salir herido, termina no viviendo. Y de este modo termina herido igual, pero sin haber comunicado, sin haberse emocionado, y sin haber saboreado. Ya hablé sobre ello en el artículo “Ser la Causa” 

La vida, en buena medida, consiste en darnos cuenta que no hay nada asegurado, en primer lugar, y de no temer que no lo esté, en segundo.

Tenemos una necesidad continua de buscar seguridad y el mercado se aprovecha de ello, pero la verdad es que aparte de que nuestro futuro está en el cementerio, poco más es seguro. Y si de seducción hablamos, nadie te podrá asegurar reciprocidad. Jamás. Igual que no existe modo seguro de gustar a nadie.

Cuando uno comprende esto, comprende que lo que debe cuidar es de nunca dejar de gustarse a si mismo cuando trata de gustar a alguien.

Y, ¿no os gustaríais mucho a vosotros mismos si vosotros fueséis quienes habéis planeado y llevado a cabo algo tan memorable como lo que hizo Armán en Praga?; ¿no os gustáis a vosotros mismos comunicando algo bonito que habéis pensado de alguien?; ¿no os gustáis a vosotros mismos siendo valientes y acercándoos a esa persona que os llama la atención?.

Por otro lado, ¿a que no os gustáis haciendo daño a otra persona?; ¿a que no os gustáis mintiendo? Tener esto presente sí es una forma sana y probable de sentirte bien en la seducción.

Al igual que pasaba con el primer miedo, si sólo actuáramos cuando podemos garantizar reciprocidad o correspondencia, nadie actuaría. Nada sucedería entre dos personas. Las relaciones, los amores, las grandes historias… suceden porque alguien se atrevió a actuar aunque no tenía garantizada la reciprocidad.

3. Miedo a que te malinterpreten

Argumento:

Este es el miedo al que más respeto tengo. Y explico por qué. Imaginemos la siguiente situación:

Estoy empezando a conocer a Ana, he salido de una relación hace poco y no tengo ganas de comprometerme a no ser que compruebe con el tiempo que Ana me gusta muchísimo. Así que quiero ir poco a poco. Pero en apenas un par de semanas ella ya ha tenido un detalle conmigo como el que hemos usado de ejemplo. Algo muy especial, como proponerme un viaje. Y yo, en lugar de disfrutarlo, me asusto.

¿Por qué? Porque sin preguntarle a ella, pienso: “si ha tenido este detallazo, es que quiere que seamos novios. Y yo no estoy seguro de querer serlo. Así que mejor me alejo, no vaya a ser que le haga daño”.

Y así, sin tener una conversación franca y transparente sobre qué quiere Ana conmigo, me alejo de ella. Porque como dice Paul Watzlawick las personas tenemos una capacidad artística para amargarnos la vida que supera la creatividad de Picasso.

¿Por qué digo que a este miedo le tengo más respeto? Porque al alma de cántaro que le sucede esto, al menos lo está haciendo “porque no quiere hacer daño”. Y a mi eso me merece respeto.

Este miedo se enlaza además con algo muy actual y que todos hemos escuchado: “el miedo al compromiso”. Justo conforme redacto estas líneas ha caído en mis manos el siguiente párrafo que leo en la web del escritor Pablo Arribas

“Ahora nuestro mayor miedo en las relaciones con otras personas es que pensamos que el hecho de que nos preparen el desayuno es que ya te están pidiendo matrimonio. Y es entonces cuando te vas a las cinco de la mañana después de hacer el amor en vez de quedarte y disfrutar del momento”

Una vez más, nada podrá asegurar que no se malinterpreten nuestras intenciones, pero dos actos iguales pueden percibirse de manera muy distinta según las explicaciones que demos. Así que como la mentira se combate con verdad, a continuación enumero seis aspectos que no sólo ayudan a evitar malentendidos, sino además a potenciar una relación.

Contraargumento:

Motivos para hacer realidad las buenas ideas:

3-miedos-que-te-impiden-seducir

1| Porque me gusto a mi mism@. Este ya lo he explicado anteriormente (al final del punto “Miedo a no ser correspondido”). Así que insisto: gustarte a ti mismo tratando de gustar a otra persona es lo que debes tratar de garantizar en la seducción.

2| Expresa con humor que estás dejando el listón alto. Ejemplo para ellas: “Yago, no sé si terminaremos gustándonos o no, pero más vale que a las otras chicas que conozcas les enseñes una foto de la maravilla de tarta que te he preparado, y les digas que se espabilen, que el listón está alto”.

3| Relata con humor cómo ideaste y llevaste a cabo ese detalle especial. Si todavía seguís conmigo tras tantas líneas, os puedo confiar un secreto. Fui testigo de cómo Armán le enseñó el video que hicimos a Eliska. ¿Y cómo lo hizo? No le enseñó simplemente el video, ya que eso podría haber llevado a la malinterpretación. Lo ilustró relatando lo divertido que fue apartar a unos turistas chinos para que le dejaran hacer los trazos en la nieve, lo peliculero que se sintió al escribir el nombre mientras sonaba música de fondo, lo agotador de subir luego a la torre, pero también lo gratificante que fue ver el resultado…

Eliska notó que él disfrutó como un niño todo el proceso. Y eso, es atractivo.

Sobre este punto y el anterior cabe comentar lo siguiente. Todo esto de lo que estamos hablando es romántico, y en la sociedad actual el romanticismo puede percibirse como algo especial o como algo cursi y empalagoso. Pues bien, para evitar que pueda pasar lo último, nada marida mejor con el romanticismo que el humor.

4| Porque estás invitando. Precisamente puede que esa chica o chico sea una persona que no tenga gestos, detalles, o muestras de interés por los tres miedos arriba descritos (o por falta de creatividad). Sin embargo tú le lanzas una invitación para que ella se sienta cómoda y también se abra. Predispones el terreno para que la otra persona se atreva, tú has abierto la veda a que tengáis una relación excepcional y de mucha calidad.

5| Vas a poder profundizar y examinar a la otra persona. A mi, particularmente, me gustan las chicas creativas y con iniciativa. Y de este modo podré ver en su respuesta, si ella encaja en mis gustos. Porque tan importante es tener iniciativa, como ser exigente. Esto lo abordamos en el artículo “Dos pasos para conocer a la persona que te atrae

6| Y por último, creo que las cosas hay que hacerlas, porque todo puede acabar mañana. Esa chica puede dejar de gustarme mañana, puede que le ofrezcan trabajo en Sidney, que aparezca una tercera persona que capte mi atención o la suya, o incluso puede caernos un meteorito mañana (si alguien cree que exagero que le pregunte a los dinosaurios).

Una vez eres consciente de que todo puede acabar mañana, te das cuenta de que al final, lo único que quedará, es tu historia. De forma que aun en la hipótesis en la que entre Armán y Eliska no suceda nada, para siempre va a poder recordar ese día tan memorable, las risas conmigo, nuestras caras al tener la idea, la emoción de hablar de ello luego… por eso uno de los leit motivs de Egoland que Luis Tejedor plasmó en su libro “Seductor” dice: actúa de forma que luego puedas recordarte a ti mismo con una sonrisa.

Una vez te das cuenta de que todo puede acabar mañana, si tienes algo bello en la mente, tienes que convertirlo en acción. No lo mates, no contribuyas al “deseocidio”.

Si tras mi muestra de interés la otra persona no tiene creatividad ni inicitativa, es probable que me vaya desencantando. Es probable que con el tiempo preste más atención a otra chica, pero no habrá sido por mi que la historia no será memorable. Lector, o lectora: si las historias memorables no suceden, que nunca sea porque no comunicamos nuestros deseos o emociones.

¿Estamos de acuerdo? Ojalá que sí. En cualquier caso, sabed que me he gustado mucho escribiendo este artículo.

PD: recuerda que tus comentarios enriquecen este artículo. Si decides compartirlo, gracias de antemano por hacer algo tan halagador como es difundir mi trabajo.