Seducir después de trabajar en Mallorca

Cómo os podréis imaginar, entre la facultad, mis compromisos de mil y un tipos y EgolandSeducción tengo menos tiempo libre que el hombre que se dedica a colocar las calles antes de que nos despertemos. Por eso, mi nueva entrada de “Seduciendo de día” se dio después del taller del Viernes 11 de Noviembre.

 

Había hecho un taller muy completo, estaba satisfecho y escuchando música blues en directo en el local donde trabaja una amiga. La sensación era más que positiva. Pero al día siguiente empezaba un taller personalizado de otros dos días y no podía trasnochar mucho. Así que me despedí de mi guapísima amiga después de preguntarle donde podía comprar tabaco. (Lo se…feísimo vicio, pero, poco a poco, ¿vale?)

 

Me metí en un pub oscuro que estaba completamente vacío. Iba con una chaqueta/gabardina gris y un sombrero. Ya sabéis que a veces me gusta que parezca que soy un tío elegante. Cuando me gire para irme vi a una chica rubia, ojos verdes y me atrevería a decir que más alta que yo. Se quedo mirando mi “look” con cara de no entender muy bien mi rollo. Yo estaba cansado pero a veces la mandanga le puede a mi responsabilidad.

 

-¡Es que soy el hijo del inspector gadget!

 

Pocas cosas hay mas atractivas que la diversión.A los dos nos hizo mucha gracia y nos reímos en alto. Le pregunté quien era y me dijo un nombre más extraño que desayunar con champagne. Evidentemente no era española pero le dije que me volvía loco su acento andaluz. Sentido del humor y diversión de nuevo. Volvimos a reírnos. Espere a que sacara tabaco y cuando ibamos a salir el dueño del garito se puso a hablar con ella. Iba a invitarla a un chupito, a mi por supuesto no. Quería flamenquear con ella e imagino que esperaba que yo me enfadase, en cambio dije en alto y con una sonrisa:

 

-Si yo tuviera un bar también la invitaría a ella. Te espero fuera chica andaluza.

 

Salio en unos veinte segundos y comenzamos a hablar de donde eramos y que hacíamos aquí. Me coloque muy cerca de ella para hablar. Nos mirábamos a los ojos y desde tan cerca me dí cuenta de que mi rubia amiga tenía cara de tortuga. Muy sexy, sí, pero tortuga al fin y al cabo. Estaba a punto de decírselo cuando unas amigas empezaron a pronunciar su nombre a lo lejos.

 

Llegaron y se presentaron. Habían quedado para ir a un lugar llamado Sunset, me invitaron a ir.

 

-La verdad chicas, me hace mucha ilusión, pero mañana trabajo prontito. Lo que pasa es que vuestra amiga y yo nos hemos gustado mucho…

 

-Ah ¿sí?- preguntó entre risas mi nueva rubia amiga.

 

-Sí, ahora no disimules, y ademas tiene un poco cara de tortuga y eso hace que me guste más.

 

Se rieron un poco, un par de minutos de conversación intrascendente y de convencerme de irme con ellas al local.

 

-Vamos a hacer una cosa, yo tengo que preparar trabajo para mañana y aún me falta un rato para acabarlo, id al Sunset y luego si te apetece me llamas para que me cuentes cómo os lo habéis pasado.

 

Una de las amigas, me corrigió en alto “No, de eso nada, pídele el teléfono y la llamas tú cuando acabes por que te hace mucha ilusión verla. Que yo no seré psicóloga, pero de esto sé un poco”

 

Nos intercambiamos teléfonos y me volví al hotel contento por cómo había sido mi primer día en la isla. Al día siguiente me desperté a eso de las once con ganas de empezar de nuevo un taller, una nueva aventura. Cuando miré el teléfono tenía una perdida de L. He de reconocer que me escribió ella su nombre ya que yo no sabía ni pronunciarlo.

 

Aprovecho para mandar un abrazo gigante a mis dos alumnos personalizados de este finde. Y esto no se para…

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