Lo que recordarás para siempre: Día mundial del Alzheimer (II)
En la primera parte vimos una lista. En ella se reflejan momentos felices e importantes que personas de más de 80 años recuerdan con cariño.
Lo primero que pienso al leer tantos recuerdos es que cada lector puede sacar conclusiones distintas a partir de sus propios valores. Por eso no filtré la lista, ni la modifiqué, personalmente, destacaría cuatro conclusiones.
4 conclusiones sobre los recuerdos
El recuerdo que más se repite es el nacimiento de un hijo (incluso nietos y sobrinos).
Por un lado, se trata de una experiencia vital única que cambia la vida por completo. Por otro, el hecho de que también se nombren los nacimientos de sobrinos y nietos, apunta hacia el sentimiento familia. No es casualidad que en los talleres sobre comunicación emocional nombremos la familia como uno de los grandes temas vinculantes.
Obviamente hay un salto sobre el modo de vida actual con el modo de vida que describen los protagonistas de los recuerdos. Especialmente en lo que a la comunicación se refiere. Es imposible que leamos recuerdos como “cuando estaba con mis amigos tomando café y nos poníamos todos a mirar el Whatsapp”, “cuando me echaba la tarde cotilleando fotos de Facebook y comprobando ocho veces si habían nuevos me gusta”, o “cuando al despertar abría el correo electrónico”. Pero aunque fuera posible, realmente sospecho que no serán esos los recuerdos que nos dejarán huella para siempre. Una vez más, nada sustituye a la vinculación social real.
Los recuerdos se dejan clasificar en dos grandes tipos: los grandes momentos y los momentos cotidianos. “Recuerdo cuando conocí a mi marido en Pascua”, “el día que supe que estaba embarazada” o mi favorito: “El día que mi suegro me autorizó a ser novio de su hija, el 4 de octubre de 1947”. Estos recuerdos se caracterizan por suponer un cambio en la vida, un comienzo de etapas. Curiosamente, en este sentido hay muchos recuerdos de comienzos de etapas, pero no los hay de finalización de las mismas.
Respecto a los momentos cotidianos. Estos han resultado ser mis recuerdos favoritos y realmente el motivo para escribir este artículo. Concretamente fue leer “cuando iba al colegio y jugaba al baloncesto con mis amigos”, lo que me hizo recordar algo que deberíamos tener siempre presente: valora y saborea tus momentos por muy cotidianos o simples que sean, porque es probable que dentro de muchos años los recuerdes con cariño y nostalgia. Un encuentro improvisado con amigos, una primera cita donde los nervios te acompañan en cada paso, acurrucarte junto a tu chico en el sofá para ver una película acompañados por un bol de palomitas, un intercambio de miradas que esconde una batalla interna por acercarme o no a esa chica, llegar a casa y oler la comida de tu madre, despertar y desayunar con tu padre… esos momentos son la materia prima de la felicidad. Puede que en el futuro des cualquier cosa por poder volver a vivir algo que hoy puedes vivir varias veces a la semana. Y no podrás. Así que disfrútalo.
Más líneas impedirían lo que toca ahora, reflexión. Así que hasta la próxima. Contento por escribir
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