MIEDO AL RECHAZO

GUÍA DEFINITIVA PARA PACTAR CON EL Y HACEROS AMIGOS

El miedo al rechazo es, en todas sus formas, una limitación para alcanzar aquello que deseamos:

icono-ejemplos Conseguir trabajo

icono-ejemplos Ligar más

icono-ejemplos Hacer más amigos

Y como todo miedo, se disuelve cuanto más lo comprendamos, lo aceptemos y nos enfrentemos de un modo eficiente a él.

Es por eso que en este artículo no solo vamos a entender el miedo al rechazo, sino que explicaré 7 modos eficaces para enfrentarnos psicológicamente a él y 5 herramientas comunicativas para que el miedo al rechazo ya no sea un problema.

Al final de este artículo tendrás una perspectiva nueva sobre el rechazo que en vez de limitarte te potenciará y que te permitirá disfrutarlo mucho más.

Aquí tienes las diez claves principales que trataremos en este artículo, haz click sobre cualquiera de ellas si quieres ir directamente.

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Causas del miedo al rechazo

“El deseo de sentirse unido a los otros se manifiesta en los tipos de conducta más bajos, o sea, en actos de sadismo y destrucción, y también en los más elevados: la solidaridad basada en un ideal o en una convicción. También es la causa principal de la necesidad de adaptarse; los seres humanos sienten más miedo a ser parias que a la muerte”
(Erich Fromm, ¿Tener o Ser?)”

¿Por qué tanto miedo a ser rechazados?

El desarrollo del ser humano como persona individual es muy reciente en relación con nuestra historia evolutiva. Somos y fuimos animales sociales, y tanto las explicaciones genéticas como sociales relatan que ser rechazado por tu tribu suponía una inseguridad que podía llevar a la muerte.

  • Tanto en el pasado como en el presente, sentirnos aceptados por el grupo nos proporciona una calidez que se traduce en mayor sensación de seguridad y autoestima.

Somos descendientes de seres humanos para los que las amenazas eran reales: enfermedades, heridas que no se curaban, animales salvajes, leyes sagradas, tabús y otras lógicas sociales que hacían de la muerte algo mucho más cotidiano. Por lo tanto, era completamente funcional la emoción del miedo como prevención para la supervivencia.

Sobre este tema es interesante escuchar a Eudald Carbonell, prehistoriador y antropólogo:

“Lo diferente nos atemoriza porque hemos pasado por situaciones en las que lo diferente ha sido muy peligroso por la competencia en el medio. El miedo no viene de ningún razonamiento abstracto. La amígdala lo tiene recogido de cuando aún no eramos ni pensábamos que podíamos ser humanos. Lo diferente desafiaba tu territorio, y tu territorio lo necesitas para comer, para poder vivir…

Potencialmente se generaba un desequilibrio, y eso precede al conflicto”

Multitud de desafíos sociales, nutricionales, psicológicos, y familiares tienen su origen en el siguiente desajuste: la evolución social y cultural del hombre es muchísimo más veloz que la evolución biológica.

De ahí que nuestros miedos sean desproporcionados para las amenazas actuales: es funcional que se me haga un nudo en el estómago ante la amenaza de un oso pardo, pero no lo es ante el deseo de acercarme a una chica desconocida.

miedo al rechazo

Ante un oso está justificado, ante la chica que te gusta no.

A nivel psicológico, existe otra explicación que refuerza esa dependencia de la aprobación exterior. Pese a que está relativamente de moda hablar de que “no nos debe importar la opinión de los demás”, eso no tiene ningún sentido.

Como dice José Antonio Marina, todo niño con tres años ha dicho:

“mamá mira lo que hago”.

Construimos nuestra identidad en una comprobación continua con los demás, y quien no lo hace o bien se engaña a si mismo o bien tiene rasgos psicopáticos.

Pondré un ejemplo: por más que yo me convenza a mi mismo de lo buen cantante que soy, desarrollando una opinión independiente de los demás, si cuando empiezo a cantar cien personas me dicen una y otra vez que mi voz es más desagradable que un gato arañando una pizarra, creedme que si estoy mentalmente sano, iré dejando de creer que soy un gran cantante.

Por lo tanto, hay una unión entre mi autoconcepto (qué pienso de mi), mi autoestima (cómo me siento acerca de mi) y la aceptación o rechazo de mis prójimos. De ahí mi miedo al rechazo: si los demás me rechazan, me gusto menos que si los demás me aceptan.

Ahora bien, esta unión puede ser funcional y racional, o disfuncional e irracional.

Por un lado una autoestima sólida hará que sin dejar de ser permeables a las opiniones de los demás, pongamos filtros y no le demos el mismo peso a lo que opina sobre nosotros nuestra madre que a lo que opina una desconocida que rechaza hablar conmigo en un bar un sábado cualquiera. Existen opiniones más razonadas, formadas y legitimadas que otras.

Y por otro tiene lógica que yo dude sobre mi capacidad para cantar si cien personas me expresan su terrible desagrado al escucharme, pero en muchas ocasiones tenemos miedo anticipatorio: miedo a hablar en público o a pedirle el teléfono a un chico cuando de hecho nunca o casi nunca he hecho alguna de esas dos cosas.

Esta ansiedad anticipatoria es tan potente que incluso tiene consecuencias físicas: pérdida de voz, temblores, tensión muscular, incapacidad para respirar, aumento de las pulsaciones… reacciones desproporcionadas respecto a las amenazas reales, como explicábamos anteriormente.

Aunque en este artículo hablaremos más sobre ello, si quieres profundizar sobre la relación entre ansiedad y salud te recomiendo el libro de Robert M. Sapolsky ¿Por qué las cebras no tienen úlcera?

como superar el miedo al rechazo

El primer paso para sobrellevar el miedo al rechazo es entenderlo.

¿Y el segundo?

Construir la mentalidad adecuada para gestionar mejor ese miedo, y tratar de convertirlo en energía que nos acerque a nuestros propósitos.

¿Quieres saber cómo superar el miedo al rechazo? Sigue leyendo.

¿Cómo superar el miedo al rechazo?

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1. Aprende a relajarte

Los beneficios de la respiración y la rejalación para superar el miedo al rechazo así como cualquier estado de ansiedad son muy interesantes. Por su eficacia, y por su sencillez.

Como decíamos arriba, el miedo tiene consecuencias fisiológicas: desde opresión en el pecho hasta un debilitamiento del sistema inmunológico en última instancia.

Esta cadena de influencias es difícilmente controlable, pero lo interesante es que sí podemos influir en esa emoción si actuamos sobre lo fisiológico: si respiras hondo y tratas de relajarte, tus pulsaciones descenderán, con ello tu sensación de estrés y como consecuencia última sentirás menos miedo o al menos este no te paralizará del modo como lo haría si no respirases profundo y relajado.

Para empezar a practicar, te proponemos lo siguiente:

1 – Toma conciencia sobre tu propio cuerpo.

2 – Procura que tu espalda esté recta y tus brazos relajados.

3 – Exhala por la nariz hasta vaciar tus pulmones.

4 – Inhala por la nariz procurando llevar el aire a la parte inferior de tus pulmones, de modo que la primera área que comience a hincharse sea tu abdomen. Puedes seguir hasta notar cómo se hincha la área del pecho y puede que incluso llegues a notarlo llegando al cuello o la clavícula.

5 – Retén el aire un lapso no mayor de tres segundos y poco a poco exhala, siempre controlando desde el abdomen.

6 – Repite el ejercicio diez veces y sin duda notarás diferencia.

Si te interesa ahondar en el tema aquí tienes un estudio sobre los beneficios de la relajación para mejorar los problemas de hipertensión, una conferencia de Caroline Goyder sobre la relación entre la respiración y la confianza, y este artículo de la Harvard Medical School sobre los beneficios de aprender a respirar bien.

Si tu desafío es aprender a relajarte antes de una cita, te recomiendo “21 Claves para relajarte antes de una primera cita”, de Antoni Martínez

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2. Rebaja mentalmente la inversión

Cuando hemos explicado el por qué del miedo al rechazo, veíamos que nuestro cerebro siente estrés porque cree que se juega algo valioso, de forma que ponemos en riesgo nuestra seguridad.

Para que este miedo se reduzca es bueno que transformes mentalmente ese reto en algo más fácilmente alcanzable.
Si tienes miedo a ser rechazado en una entrevista de trabajo y eso te paraliza para acudir a ella, piensa que el éxito no es conseguir el trabajo, sino que tu objetivo es ir y vivir la experiencia y así saber más acerca de los procesos de selección.

Si te da miedo acercarte a una persona que te atrae porque temes que te rechace, piensa que tienes novia, que no puedes ligar, y que lo único que puedes y debes hacer con esa persona es comunicarle aquello bueno que has pensado de ella.

Por cierto, aprovecho para comunicarte que este es uno de los varios consejos que enseño a los alumnos y alumnas para gestionar un rechazo que se justifica porque la otra persona tiene pareja:

Ella: Me caes bien, pero tengo novio.

Él: Menos mal… me quitas un peso de encima. Porque me pareces muy atractiva y pensar en que podemos gustarnos me hace ponerme más nervioso. Ahora que sé que tienes novio, no nos podemos gustar, y podemos dedicarnos tranquilamente a conocernos cinco minutos sabiendo que el objetivo es simplemente caernos bien y socializar un poco, ¿no es maravilloso?

Cuando estoy impartiendo talleres hay dos ideas que comunico a menudo en relación a este principio:

  1. Olvidate de ligar, y haz sonreír como fin en sí mismo.
  2. Sea cual sea el resultado final, es éxito cualquier acto que me acerque aunque sea un centímetro a quien deseo ser.

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3. Toma la decisión que conforme la mejor historia

Esta es una idea que comunico en mis talleres así como en el libro “21 Claves para Seducir de Día”.

Supongamos una situación que a la mayoría nos resulta familiar. Nos encontramos en el metro, se sienta a mi lado una chica que sin duda me resulta atractiva, y en ese momento se abren dos opciones que generarán dos historias.

Opción A:

Permanezco como si no la hubiese visto. Miro mi móvil. La miro de reojo.

Pienso: “qué bien huele el perfume que lleva”.

Miro mi móvil de nuevo. Miro hacia otro lado.

Pienso: “¿qué podría decirle? No… mejor lo dejo estar”.

Vuelvo a mirarla. Ella se levanta.

Pienso: “¡Y qué bien le sienta ese vestido! Quiero conocerla…”.

Ella se va. Mi mirada la sigue a través de la ventana, deseando que ella también me mire a mi, hasta que el tren se mueve.

El deseo de conocerla muere en mi cabeza sin haber podido si quiera probar qué hubiese sucedido si me hubiese acercado.

Opción B:

Conforme ella se sienta, le digo:

“disculpa, me da corte decir esto, porque no te conozco, pero es que te pareces mucho al tipo de chicas que llaman mi atención. Así que he decidido ser un chico valiente, y proponerte si en lugar de ponernos a mirar el móvil nos damos un poco de conversación hasta que llegue nuestra parada. Si me dices que no, no te preocupes, me iré a otro vagón muerto de vergüenza y ya está”.

Ella ríe. Acepta. Hablamos. Reímos. Soy la envidia del tren. Y en cierto momento, cuando se acerca mi parada, le digo:

“pues Amanda, ahora que conozco un poco más de ti me alegra haber sido un chico valiente. ¿Te parece bien si me das tu número y te propongo tomar algo esta semana?”.

Ella responde:

“la verdad es que me has caído genial, y ojalá la gente fuera así de valiente como tú… pero te confieso que hace dos días volví de Hawái, porque hace dos semanas me casé… así que me sabe mal pero no toca que le de mi teléfono a un chico por muy encantador que me parezca”.

Lo acepto, doy dos besos, y con una sonrisa y un agradecimiento salgo del tren.

Querido lector, deliberadamente en ninguna de las dos opciones he descrito que se consiga ningún número, ni que volvamos a ver a esa persona que ha provocado nuestro interés. Pero dime:

¿entre la opción A y la B, qué historia te gusta más vivir?

Si es la B, saca esta lección sobre ti mismo: independientemente del resultado, nos gustamos más a nosotros mismos siendo valientes y actuando hacia aquello que deseamos.

Esto enlaza con una de las ideas más importantes para integrar en seducción: “nunca podrás garantizar gustarle a alguien, por lo que cuida siempre de gustarte a ti mismo”.

Además, tendremos menos miedo al rechazo si somos conscientes de que sobreponernos a ese miedo es una victoria per se, independientemente de los resultados.

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4. Cultiva la empatía y la compasión

Quizá este consejo suene a filosofía oriental, pero cuanto más entiendas al otro, menos te afectará la posibilidad de que te rechace. Tan equivocado me parece creer que si nos rechazan es culpa nuestra, como que si lo hacen es por un problema que tiene la otra persona.
Veamos un ejemplo:

Salgo por la noche, entro en un local, y saludo a una chica que ha llamado mi atención:

“disculpa, ahora voy a estar un poco con mis amigos, pero luego me gustaría conocerte un poco porque te he visto ya antes en otro sitio y he pensado que podrías ganar concursos de chicas a las que el flequillo y el vestido rojo les sientan bien”.

Ella me mira, brevemente, con cierto desprecio, y aparta la mirada.

¿Hablas español? -le insisto-.

“No seas pesado, ya te he oído”, responde ella, a mi parecer, de forma exagerada. Su rechazo me resulta desagradable. Y tendré, al menos, tres formas de interpretar lo sucedido:

1. Despreciarse

No soy guapo, he ido a molestarla, no soy gracioso, no tengo carisma, estoy haciendo algo raro… son las ideas que brotaran en la mente de quien tiende a cargar sobre sus espaldas los rechazos que la vida ofrece.

De este modo el miedo al rechazo aumenta y se alimenta una actitud de reprimir nuestros deseos de vivir situaciones en las que nos puedan rechazar.

2. Despreciar

Ella es una amargada, una maleducada… son las ideas de brotarán para quien seguro de sus actos decide culpar a los demás cuando las cosas no van como uno desearía. Quizá quien actúa así desarrollará menos miedo al rechazo, pero su conducta le aleja de muchas personas, ya que su primera reacción ante aquello que le disgusta es despreciar al otro.

Esta actitud está alejada de lo que entendemos en Egoland como personalidad seductora.

3. Empatizar y comprender

Yo sé, por experiencia propia, que tratar mal a alguien que no se lo merece no te hace sentir más feliz. No obtienes nada positivo a cambio. Del mismo modo sé, que cuando las personas reaccionan así suele ser por un trasfondo que desconocemos.

Quizá ese mes ya se han acercado a ella 10 chicos…

  • 7 fueron unos borrachos desagradables.
  • 2 empezaron bien y cuando ella les dijo que quería estar con sus amigas un rato, no lo respetaron.
  • Y uno, que le gustó, estaba ligando con otra en cuanto ella se dio la vuelta.

Por lo tanto, cuando llego yo, chico número 11, puedo entender que su mala experiencia anterior va a afectar a la relación.

Mi hipótesis puede estar o no equivocada, pero mi primera reacción ya no es de desprecio sino de comprensión dirigida hacia la compasión. Compasión definida como “deseo de que el prójimo sea feliz”. Y eso, desarrolla en mi una predisposición muy distinta hacia los demás, una actitud que me acerca a ellos, que me hace más atractivo, y que en última instancia hace que tenga menos miedo al rechazo.

Cuanto más entiendas al otro y le desees genuinamente su bien, menos te afectará su rechazo.

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5. Relativiza y agradece

icono-ejemplos  Una cuarta parte del mundo tiene problemas para beber agua potable.

icono-ejemplos  Entre 20.000 y 30.000 personas en España no tienen hogar.

icono-ejemplos  En Irán puedes enfrentarte a un año de prisión y 91 latigazos por hacer un video bailando en la calle con amigos.

Ojalá todos los problemas de tu vida sean que un chico no responde tus mensajes. O que hablas en público y tu charla no gusta.

Cuando planteo la importancia de relativizar tus problemas no propongo consolarnos porque otros están mucho peor. Propongo que seamos conscientes de que nuestros problemas en relación con los problemas de otros seres humanos iguales que nosotros son ridículos, y al ser conscientes desarrollemos una actitud de gratitud que pese mucho más que la incomodidad de nuestros desafíos.

Si estás leyendo esto, probablemente vives en un hogar donde tienes grifos que con una leve acción te dan agua. Y por si fuera poco, con otra leve acción te sale caliente…

¿no es increíble?

Para la mayor parte de nuestra historia, y para buena parte de los seres humanos de este planeta, lo es. Ser consciente de esto te hará más agradecido y te ayudará a llevar con más ligereza ese miedo al rechazo así como muchos otros retos que la vida te plantee.

¿Quieres un pequeño consejo para empezar a integrar esta actitud?
Di gracias, bien verbalmente o bien mentalmente, siempre que cierres un grifo de agua

En el ámbito de las relaciones, puedo contarte una vivencia donde se ejemplifica este modo de enfrentarme a los rechazos. Hace un tiempo me sentía muy atraído por una chica. Fiel a lo que predico en uno de mis artículos favoritos, fui honesto y le comuniqué mis deseos.

Ella, con la misma honestidad, me dijo literalmente que yo no le gustaba. Pero disfrutaba de mi compañía y quería continuar quedando como amigos.
Muchas personas ante este rechazo se hubiesen alejado de ella por la sensación de despecho o falta de reciprocidad.

Mi forma de interpretar la situación fue la siguiente:

ojalá todos los problemas de mi vida sean no gustarle a una chica que me gusta, pero que aun así puedo pasar tiempo con ella, salir a cenar, conocerla más, reír, ir al teatro, bailar, viajar… y aunque no pueda besarla o tener sexo puedo disfrutar a esa persona en muchísimos aspectos”.

Además, puedo seguir comunicando mi atracción hacia ella de vez en cuando (mi deseo no desaparece y ocultarlo sería no respetarme) y no me cierro a conocer a otras personas. De verdad, conociendo las cartas que en este planeta te pueden tocar, ojalá todos los problemas y rechazos del mundo sean de esas condiciones.

Tras unos meses, esa chica y yo estábamos saliendo juntos. Y que eso llegase a suceder es mucho más probable con la actitud que asumí que si me hubiese alejado o le hubiese echado nada en cara.

Pero lo mejor, es que aunque eso no hubiese sucedido, yo disfruté el camino. Porque no hay modo de garantizar dónde vas a llegar, así que procura garantizar que disfrutas el camino.

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6. A veces se gana, a veces se aprende

Cierta o no, hay una famosa frase atribuida a Michael Jordan que te ayudará a enfrentarte al miedo al rechazo:

“He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido más de 3000 partidos. En 26 ocasiones me confiaron el tiro ganador y fallé. He fallado una y otra vez en mi vida. Y por eso, he tenido éxito”.

Recuerdo una noche de taller en Barcelona. Me acerqué con dos de mis alumnos a dos chicas que reían, hablaban alto y gesticulaban de forma muy expresiva. La buena energía de amistad que fluía entre ellas invitaba a querer conocerlas, y eso hicimos. Al poco tiempo de presentarnos, hice una pregunta que se salía ligeramente de las habituales al empezar a hablar con un desconocido, y una de ellas reaccionó de un modo que puede considerarse un rechazo:

Yo: chicas, ¿tenéis algún hobbie?
Isabel: ¿a ti que más te da? ¿nos estás haciendo un interrogatorio?
Yo: Isabel, ya sé que lo más atractivo del mundo es un chico que al empezar a hablar con dos chicas no se interese lo más mínimo por nada que vaya más allá de si “vienes mucho por aquí” y a lo sumo “a qué te dedicas”… pero en fin, no sé ser tan atractivo y realmente tenía curiosidad por si bailáis, pintáis, cantáis, o atracáis bancos.

Isabel quedó callada unos instantes. Miró a su amiga. Y dijo: “¡pues tiene razón!”. Gracias a superar ese pequeño escollo la conversación continuó mucho más fluida y libre que cualquier conversación habitual de las que se tiene por la noche.

Ya solos, los alumnos, como en otras ocasiones, me preguntaron “cómo se me ocurrían esas respuestas”. Pues bien, el motivo por el que los miembros de Egoland solemos de forma natural tener una cierta capacidad para resolver esos momentos, no es porque no hayamos sufrido rechazos, sino precisamente porque nos hemos enfrentado a ellos las suficientes veces como para que nuestro cerebro nos de una respuesta adecuada.

No hay modo de que intentes algo diez veces y en el décimo intento no tengas más experiencia que en el primero.

Y eso nos lleva al siguiente punto.

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7. El estrés es tu aliado

En el apartado sobre relajación ya hicimos referencia la relación entre exceso de estrés y deterioro de nuestra salud.

Sin embargo, Kelly McGonigal, una de las psicólogas de la salud que más ha estudiado los efectos del estrés en la salud y rendimiento humano, consideran que el estrés nos hace mucho más daño si de hecho creemos que el estrés hace daño. Puede ver la conferencia sobre este tema aquí.

Tanto a nivel deportivo como en las relaciones sociales el estrés es uno de los temas que más interés me ha provocado desde hace años. Y mi punto de vista coincide con lo expuesto por otra autoridad en este campo, Daniela Kaufer: el estrés es beneficioso dependiendo de cómo lo interpretamos, de su cantidad, y de su duración. Así que como en tantas cosas en la vida, es una cuestión de equilibrios.

Los experimentos que comparan ratas que son criadas en ambientes asépticos con ratas criadas en ambientes “normales” muestran cómo las primeras, al ser liberadas en un ambiente normal, mueren.

El exceso de estrés hace daño, pero la ausencia de estrés debilita hasta el punto de que cualquier agresión normal te hará daño. Busca los equilibrios.

Los lectores que vayáis al gimnasio, conscientes o no, actuáis bajo este principio.

Cuando levantáis un peso, no es ni demasiado ligero porque eso no provoca ningún estrés, ni demasiado pesado porque os lesionaría. Para que posteriormente a la actividad física tu cerebro convierta proteínas en fibra muscular mediante el proceso de anabólisis, tienes que haberle convencido de que necesitas un músculo más grande. Y para eso, estresamos el músculo.

La conclusión más importante cuando hablamos de relaciones sociales, es que en experiencia propia y ajena (con multitud de alumnos) la seguridad, el ingenio o la creatividad surge tras habernos enfrentado a una situación que nos producía miedo o estrés (y así es como se me ocurren respuestas como la que explicaba en el apartado anterior).

¿O no os ha pasado que horas después de haber tenido una discusión o situación social que os ha dejado en blanco, cuando ya estáis en vuestra cama, se os ocurre esa perfecta respuesta que podríais haber dado? Ahí ha habido crecimiento.

El miedo o el estrés, en la medida adecuada, es tu aliado.

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8. Cuida tu autoestima

Cuando se trata de superar el miedo al rechazo, cuidar de una autoestima sólida y justificada es la mejor inversión que puedes hacer. No confundir con su peor sucedáneo: la soberbia o chulería.

La chulería es a la seguridad lo que los postres industriales a los postres preparados por tu abuela. Parece un atajo pero tiene mal sabor y es poco saludable.
Si has leído -y entendido- el principio del artículo comprenderás por qué a mayor autoestima sólida menos probabilidad de que el miedo al rechazo te afecte en exceso.

Por ello te propongo tres ejercicios:

Ejercicio 1:

Realiza una lista -por escrito- de tres cosas de tu vida que te hagan sentir orgulloso, o retos que consideres superaste o situaciones en las que te has gustado a ti mismo. A continuación, describe qué virtudes demostraste al enfrentarse a ese reto o situación.

Ejercicio 2:

Genera una lista con al menos diez virtudes. Y repasa una a una en qué situaciones las has ejercido y de qué modo.

Ejercicio 3:

Como decíamos al principio del presente artículo, contravenimos nuestra identidad en una continua comprobación con los demás. Eso significa que los demás influyen en tu autoestima, pero que tú también eres responsable en cierta medida de la autoestima ajena. Por ello, comprometete a comunicar aquello bueno que pienses de los demás, porque como decía Picasso: “quien se guardo un elogio, se queda con algo que no es suyo”. Ayudar a reforzar la autoestima ajena reforzará la tuya propia.

Si quieres profundizar en la importancia de la autoestima te emplazo a este artículo de Antoni Martínez: “Cómo mejorar la autoestima: 7 claves para confiar en ti a partir de hoy”. Va acompañado de ejercicios prácticos y material audiovisual. El mismo autor tiene un libro que te puede interesar: “21 claves para mejorar tu juego interno”.

Por cierto, en la misma línea considero que jamás es tiempo perdido trabajar tu autoconocimiento.

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9. No confundas la parte por el todo

En los talleres de seducción de día que imparto en distintas capitales españolas puede ocurrir lo siguiente:

Si la primera vez que el alumno se acerca a una persona tiene una mala experiencia (alguien le contesta con una cara de extrañeza, por ejemplo) durante la siguiente media hora tengo que hacer un esfuerzo en empujar al alumno a que actúe.

Si la primera vez el alumno se acerca a una persona, ríen, hablan, e incluso llegan a darse el número de teléfono, el resto del taller el alumno se ve capaz de todo lo que le proponga.

El primero actúa con el miedo de quien cree que todo el mundo le va a rechazar. El segundo con la valentía de quien ha adquirido un nuevo superpoder y cree que ahora puede conseguir el contacto de toda persona que le atraiga. Ambos han tenido sólo una experiencia, y ambos están equivocados acerca de la realidad, pero están tomando la parte por el todo.

Este mecanismo mental de simplificación opera a todos los niveles. En lo político podemos confundir el activismo de dos mil personas con lo que piensa un país formado por 50 millones de habitantes, o en lo cultural podemos pasar cinco días en Brasil y volvemos creyendo que somos Lévi-Strauss haciendo afirmaciones apodícticas sobre la cultura brasileña que no haríamos ni de nuestra propia cultura.

¿Ves lo irracional de confundir la parte por el todo?

Cuando te enfrentes a tus miedos, a esas situaciones que te provocan estrés y miedo al rechazo, no siempre van a salir las cosas como deseas.

Puedes llevarte algún resultado negativo, y deberás estar muy atento ante tus propias ideas para no creer que dos resultados negativos tengan que ser en absoluto representativos. Inferir que porque dos personas te hayan contestado mal un sábado por la noche, todo el mundo te va a responder mal, es irracional.

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10. Tú eres tu peor enemigo

Como sugiere Paul Watzlawick somos grandes artistas con una habilidad asombrosa para amargarnos la vida.

Nuestro miedo al rechazo se alimenta de la falsa creencia de que si nos rechazan es por nuestra culpa, porque nos falta algo, porque hicimos algo mal…. lo cual también es irracional.

Por ejemplo, si tú tienes una pareja, te has despertado esta mañana con ella, has reído, te provoca admiración, adoras hablar con ella y has mantenido un sexo maravilloso que te ha dejado una sonrisa en la cara… es muy probable que rechaces a cualquier persona que quiera tener una cita romántica contigo por más atractiva y simpática que sea. Y no será su culpa. No será culpa de nadie.

Se nos puede rechazar por multitud de factores que son ajenos a nosotros, incontrolables e inciertos.

Tres ejemplos en relación con esto:

  • Puede que si no te cogen en un trabajo no sea porque no tienes las aptitudes sino simplemente porque otra persona presentó antes su candidatura o es familiar del jefe.
  • Si la persona que te gusta no te responde a los mensajes puede que esté simplemente ocupada, que esté pasando por una época donde atender al móvil no sea prioritario (atender a un familiar enfermo), o que leyó tu mensaje en un momento en el que no podía responder y luego tu mensaje quedó sepultado bajo otros que requieren más urgencia por ser laborales.
  • Si estás entablando una conversación con una persona que tienes interés por conocer y ella no te hace preguntas, puede que no sea falta de interés por su parte sino falta de habilidad social: tiene poca experiencia llevando la iniciativa y no se le ocurre qué puede preguntarte.

Ante los rechazos es muy probable que tu cerebro te boicotee dándote explicaciones que afecten negativamente a tu autoestima. Cuando eso suceda, identifica los pensamientos irracionales y oblígate a pensar alternativas por las que te podrían haber rechazado que no tengan nada que ver con una carencia tuya o algo que puedas controlar.

No creas todo lo que que piensas, tú eres tu peor enemigo, y a menudo debes vencerte.

Por último, debes tener cuidado con la profecía autocumplida a la que tu propio miedo te puede llevar. Por ejemplo, tener mucho miedo a perder a tu pareja puede llevarte a actitudes poco seductoras, a acusar a tu pareja por celos infundados, a controlarle más y discutir… y que finalmente eso te haga perder a tu pareja cuando a priori estaba encantada contigo.

Qué hacer una vez te han rechazado

Tu miedo al rechazo es inversamente proporcional a tu habilidad para gestionar los posibles rechazos.

En nuestros talleres enseñamos y practicamos diversas herramientas de comunicación y gestión emocional para enfrentarnos a ellos de manera eficiente y positiva. En cualquier caso para hacer más completo el presente artículo, finalizaré con dos consejo y tres herramientas para tener en cuenta una vez te has llevado un rechazo.

Pregunta por qué

preguntar para superar el miedo al rechazo

Completamente relacionado con el punto anterior.

Tu malestar al ser rechazado será mayor cuanto menos comprendas el rechazo.

No es lo mismo que hagas una entrevista de trabajo y te llegue una carta rechazando tu solicitud, que recibir una llamada explicándote que el trabajo se lo han dado a otra persona que fue tan válida como tú pero simmplemente envió antes la solicitud.

Ante cualquier rechazo puedes mostrar tu interés por querer saber el motivo, con respeto y justificándolo en base a que te gustaría estar mejor preparado si en el futuro te encuentras en una ocasión similar.

Agradece la honestidad (el halago del no)

|Actualización: ahora puedes ver un video sobre el halago del no en esta colaboración que hice para nuestros hermanos de Psicología y Comunicación. Haciendo click aquí|

Hablé sobre este principio en uno de los artículos favoritos de muchos de los que seguís mi trabajo. Te recomiendo su lectura porque te ayudará a gestionar mejor los rechazos y por tanto a tener menos miedo a los mismos.

Puedes consultarlo aquí: «El Halago del no: menos obligación, más devoción»

Para integrar este principio debemos darnos cuenta que no nos gusta que nos rechacen. Pero nos gusta menos que para evitar rechazarnos nos mientan o incluso que no nos rechacen porque temen nuestro enfado o nuestra tristeza.

Queremos que las personas nos acepten desde la libertad, es decir, porque realmente lo desean.

Aunque te recomiendo la lectura del artículo para evitar repetirme aquí, pondré un ejemplo. Llevo un tiempo quedando con Marcos, un día vamos a mi casa, abrimos una copa de vino, nos besamos, empezamos a quitarnos la ropa, parece que vamos a tener sexo por primera vez y entonces Marcos se detiene y dice:

“mejor no. No sé qué es pero no quiero que nos acostemos”.

Nosotras (o nosotros), en lugar de reaccionar de alguna forma que muestre molestia porque rompe con nuestras expectativas decimos lo siguiente:

“Pues gracias por decírmelo, porque me puede saber un poco mal que no nos acostemos cuando yo sí me siento a gusto con la idea de tener sexo contigo, pero mucho peor sería que nos acostemos sin que tú lo desees tanto como yo, o que nos acostásemos y luego te arrepintieses. Así me estás garantizando que cuando lo hagamos, será porque realmente a los dos nos apetece”.

halago-del-no

Gracias a una estructura como esta estamos logrando:

  1. Convertir una situación negativa de rechazo incómoda para ambas partes en una situación positiva de agradecimiento y comunicación emocional.
  2. No dejamos de comunicar nuestros deseos: “me siento a gusto con la idea de tener sexo contigo”. Porque esa persona nos gusta y su actitud no nos es indiferente, pero valoramos y cuidamos su libertad, porque con libertad es como queremos que esa persona nos escoja.
  3. Reforzamos la importancia de la honestidad. Porque cuando penalizamos a alguien por rechazarnos de forma honesta, a la próxima no evitaremos el rechazo sino que ella preferirá rechazarnos igual pero con alguna mentira. Por ejemplo, si el rechazo es “no me apetece quedar contigo”, a la próxima se inventará un compromiso familiar.Las personas han penalizado tanto los rechazos que muchos ya directamente mienten, es el caso de la persona a la que cuando un interesado le pide su número en lugar de dar una negativa le da uno falso o le dice “anoto yo el tuyo y ya te escribiré”. Las relaciones humanas mejorarían y serían menos hipócritas si aprendiésemos a valorar más la honestidad ejercida desde la libertad.Integrar el “halago del no” puede ayudarte y mucho a reducir tu miedo al rechazo así como a generar relaciones más sanas.

Consigue aprobación: “Me animas”

Una de las herramientas explicadas en “21 Claves para seducir de día” y que practicamos en mis talleres. La explico a continuación de forma resumida a través de un ejemplo de rechazo.

Me encuentro en una cafetería, ha llamado mi atención una chica desde hace un rato, y antes de irme me acerco a su mesa:

Chico: Disculpa, antes de irme quería decirte que al verte he pensado que eres la chica con el pelo más bonito que he visto en meses. Además tienes mucha pinta de interesante por tus gafas y lo atenta que estabas leyendo ese libro… así que me he acercado por si quieres que nos conozcamos cinco minutos.
Chica: Lo siento, tengo novio.
Chico: No me extraña… en todo caso, ¿me animas a que si pienso que una chica tiene un pelo precioso y pinta de interesante, sea valiente y se lo comunique aunque sean las seis de la tarde, aunque de vergüenza, y aunque ella me pueda rechazar porque como es lógico tiene pareja?
Chica: Sí la verdad es que sí, has sido muy valiente, y chicos así hay pocos. La mayoría necesitan un par de copas por la noche.
Chico: Me alegra que pienses así. Pues como ya no vamos a vernos más, dos besos, ¿cómo te llamas?
Chica: Belén
Chico: Pues Belén, que vaya genial y que aunque tengas novio las personas se atrevan a comunicarte las cosas buenas que piensan de ti.

Si hubiese cortado la interacción tras su rechazo, me hubiese sentido mucho más incómodo y mi miedo al rechazo hubiese aumentado.

Sin embargo aplicando ese “me animas” consigo que mi interlocutor apruebe de forma explícita y racional lo sucedido. Porque las personas están de acuerdo en que debemos ser valientes, en que debemos comunicar nuestras emociones y nuestros deseos. Y en ocasiones te vendrá bien recordárselo. Y cuando tú veas a tu interlocutor aprobando tu conducta emocionalmente el rechazo te afectará mucho menos o incluso, lo vivirás de una forma positiva y empática.

Conclusión

Tanto el “halago del no” como el “me animas” son fáciles de entender intelectualmente pero difíciles de integrar personalmente… pero eso muchos alumnos donde adquieren dominio sobre ello es en los talleres. Nadie aprende a nadar leyendo sobre natación, por ello si como a nosotros, te interesan o incluso apasionan estos temas, te animo a que vengas a alguno de nuestros talleres.

Te vea en ellos o no, te agradezco tu interés al haber llegado hasta aquí en tu lectura. Ojalá que la calidad del artículo haya estado a la altura que tu atención se merece, y que ahora te sientas más preparado para entender, gestionar y superar el miedo al rechazo.

Contento por escribir,

Javier Santoro

PD: Recuerda que tus comentarios enriquecen este artículo. Y si quieres ayudarme, que compartas este artículo me permitirá alcanzar una vida de lujos, despilfarro y productos ecológicos. Si no lo compartes, quizá me sienta poco valorado y caiga en una espiral de degradación, drogas y mendicidad. Tú verás.
Ah sí, si compartes gracias también por hacer algo tan halagador como es difundir mis ideas.

14 comentarios
  1. Manuel T.
    Manuel T. Dice:

    Increíble artículo, muy muy bien trabajado, muchas gracias por vuestros consejos!! no tienen desperdicio, y más concretamente en el miedo al rechazo, un tema que me preocupó durante años. Abrazos a todo el equipo.

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  2. Fernando Becarioland
    Fernando Becarioland Dice:

    Te acabas de pasar el juego. Como psicólogo que lleva años leyendo artículos mejores y peores sobre este tema, puedo decir que este material es muy bueno y que además se nota que esta fundamentado en la experiencia y no solo en las teorías. Da gusto encontrarse con conceptos habituales en la psicología como la generalización, o autores como Watzlawick,en comparacion a otros blogs y webs que renuncian a este conocimiento. Mi enhorabuena muchachos! Desde Ávila, con amor!

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    • Javier Santoro
      Javier Santoro Dice:

      jajaja «te acabas de pasar el juego» es una genialidad. Viniendo de tu formada opinión es un honor que te haya gustado. La verdad es que le puse cariño y experiencia. Abrazo enorme!

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  3. Yolinda
    Yolinda Dice:

    Javier Santoro… ¡Tus vídeos y tus artículos valen oro! Me encanta tu profesionalidad. Gracias por todo lo que enseñas. Aprendo mucho contigo. ¡Un abrazo!

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  4. Sabrina Bittencourt
    Sabrina Bittencourt Dice:

    Útil, bien trabajado y fundamentado pero sobretodo con clara experiencia empírica lo que confiere verdad en cada uno de los ejemplos que expones! Pues a vivir tu vida de lujos, despilfarros y productos ecólogicos Javi…yo compartiré masivamente ✨ un abrazo
    Sabrina

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  5. Agustin
    Agustin Dice:

    Realmente fue toda una experiencia en si misma leer este maravilloso articulo! Felicitaciones y agradecimientos por compartir estos consejos que suenan tan naturales y llenos de dedicación con el tema. Ojala algún día pueda realizar un taller con ustedes! Un proyecto genial, a seguir por estos rumbos! Saludos desde Argentina..

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    • Javier Santoro
      Javier Santoro Dice:

      Gracias a ti Agustín por tu amable y positivo comentario. Ojalá te sirvan los consejos. Te esperamos y un abrazo fuerte a ese país que llevo en el corazón, pues viví un año en el barrio de San Telmo, Buenos Aires.

      Responder
    • Javier Santoro
      Javier Santoro Dice:

      Gracias a ti por tomarte el tiempo de leer este artículo que con tanto cariño publiqué. Y también por dejar un comentario. ¡Un abrazo!

      Responder
  6. Liber
    Liber Dice:

    Excelente artículo Javier! Escrito en un lenguaje claro y accesible pero sin perder su rigor científico. Uno de los mejores artículos que he leído este mes. Si viviera en España sin dudarlo me apuntaría a tus talleres. Saludos desde Argentina!

    Responder
  7. Liber
    Liber Dice:

    Excelente artículo Javier! Escrito en un lenguaje claro y accesible sin perder su rigor científico. Uno de los mejores artículos que he leído sobre la gestión del rechazo. Si viviera en España sin duda me apuntaría a tus talleres. Saludos desde Argentina!

    Responder

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