Una noche de matrícula (seducción femenina por Didi)
El primer año de seis universitarias empezaba a terminar y había que celebrarlo con el único objetivo de marcar en el mapa con chinchetas rojas los bares a los que, después de la fiesta, probablemente no nos dejarían volver a entrar.
No había dudas, y el plan estaba claro: tres días, verano, lagunas, chalet, alcohol y la actitud de “dispuesta a todo” bien cargada en la maleta. El año así lo merecía y no sería yo quien le fallara.
La primera noche se forjaba entre vestidos veraniegos de corte imposible, aplicación del rimmel en tropel, labios con colores que olían a búsqueda de una buena mascletá nocturna …
Los lugareños, y no tan lugareños, tenían la obligación de saber cómo era la furia madrileña que allí se había presentado.
Como “post-teen” que soy, rodeada de la adolescencia más castiza me tenía que adaptar un poco a la situación y al ambiente, pero no fue ningún problema. Hacer botellón, beber copas con tus amigas y, además, relacionarte con el típico grupo masculino que lleva la misma onda que tú, siempre es agradable.
A medida que pasaban las horas y las botellas se iban vaciando escandalosamente me daba cuenta del medio adolescente en el que estaba sumergida. Las conversaciones me aburrían, las intenciones no eran claras y aún seguían anclados en el más absoluto tonteo socialmente bien visto. Además, por una simple regla universal que no alcanzo a descifrar, sólo resulto atractiva a los hombres mayores que yo… Los jóvenes no saben entender ciertos lenguajes corporales, o quizás no sepan descifrarlos… No sé, el caso es que la media allí no subía de 20 años. La función copulativa a esas horas de la noche se convirtió en una utopía, aunque tampoco era algo que me preocupara en exceso, no deja de ser una manera de conseguir una matrícula para una noche que iba a ser de diez igualmente.
Una vez asumido el ambiente en el que estaba metida e integrada a más no poder, apareció, no me acuerdo cómo ni lo intenté averiguar después, un chico treintañero, moreno, con acento canario, grandes brazos y mejor labia. Sin explicación y sin motivo se sentó a mi lado y se puso a charlar conmigo. Era atractivo, adulador … pero su conversación dejaba mucho que desear: me gusta que me piropeen, pero decir “que linda eres” con un par de veces hubiera bastado. La ignorancia se palpaba … no entendía que no necesitaba de su palabrería ni de sus encantos; no quería una charla eterna que acabara en un beso absurdo y quizás en un polvo, ¡NO! Simplemente necesitaba … jugar.
Pasaron las horas y ya dentro del pub el alcohol empezó a hacer su función, y empecé a desatarme. Estaba clarísimo: todo valía.
En el fragor de la batalla de bailes vi, apoyado en la pared, a “mi” canario. Era el momento de pedirle lo que realmente necesitaba y no lo que él insinuó darme. A por él. Hubo un par de bailes agarrados, que por mi parte hubieran sobrado y haberlos dedicado a follar de manera descontrolada. No esperaba nada más de esa noche que conseguir hacer de él lo que yo necesitaba en ese momento, que no era más que conseguir el placer máximo permitido en ese estado etílico y “hot” en el que me encontraba. Y no fue difícil, ya que en el arte de la insinuación directa soy la reina. Sin complejos le agarré y le guié hasta mi coche.
Sólo quería de él una especie de esclavo sexual, que me complaciera en todo lo que yo pidiera. No buscaba romanticismo ni besos apasionados, quería saciar el calentón que tenía y lo quería AHORA
Supo captarme enseguida e hizo en todo momento lo que le pedía, aunque su cara me demostraba una especie de miedo y éxtasis muy graciosa… Fue un polvo muy placentero y saciante. Había conseguido apagar un poco mi furor uterino, y ya podía continuar con la fiesta. Fue el momento en el que recogí mis bragas y me fui, sin más.
Le costó entender que, al igual que él, como mujer también tengo mis necesidades puntuales en la vida, y hay veces que no quiero nada más que saciar mi instinto básico. Hubo palabras e insultos irrisorios hacia mí por parte de sus amigos … pero para mi esa noche fue DE MATRÍCULA.
Que falta nos hacen mensajes tan claros a los hombres como éste.
Mandanga en estado puro.
La hostia, el mundo necesita más chicas como Didi.
Vaya,articulos asi,nos abren la mente a los hombres.
Una pregunta DIDI,bueno dos.
¿Que lenguaje corporal te refieres que no saben leer la mayoria de tios?
Osea que gestos.
¿Y cual crees que es la mejor forma de calentar a una tia en la discoteca?
Yo suelo chuparle el cuello muy sexual y me suele ir bien,casi siempre me las llevo de alli y hay tema.
Despues de leer esto pos espero su entrevista en lo podcasting…uau.
Hablando claro todo el mundo se entiende, pero la parte del tonteo la considero básica e imprescindible, por lo menos a mí es la que más me gusta.
Aún así una gran actitud la de Didi, sin complejos y sin esconder lo que quería en ese momento. ¡Sobresaliente Didi!.
Lo acojonaste al pibe!!!! ejjeje, si no tomabas cartas en el asunto te volvias solita a casa.
Didi es evidente, que intimidas al personal con tanta carga sexual explosiva jejej.
La proxima vez, sal un poco menos catwoman y seguro te entraran mas y mejor.
Suerte loba feroz y me encanto tu sinceridad