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4 valores para ser más felices

Este post me gustaría hacerlo algo más personal. En concreto quiero hablaros de cuatro valores que para mí son fundamentales en nuestro intento de ser un poco más felices, y en el próximo artículo os detallaré también las cualidades que considero más importantes para los hombres que desean mejorar sus dotes de seducción.

 4 valores para ser más felices

 SINCERIDAD

El primero de los valores personales que considero indispensables sería la sinceridad. Ser sinceros con nosotros mismos y con los demás. Mucho de los temas que tratamos en EgolandSeducción giran alrededor de este concepto.

 

Ser sinceros es sinónimo de ser valientes. No es un camino fácil porque muchas veces estaremos actuando en contra de lo socialmente aceptado o causando tristeza y dolor en personas que queremos. Pero ser sincero con uno mismo y con los demás compensa. Vivir de forma permanente en el engaño impuesto o autoimpuesto sólo puede significar una vida de insatisfacción.

 

De todas formas, no basta con ser sincero con los demás. Hay que saber serlo. Debemos ser sinceros sabiendo cómo comunicarlo, adaptando nuestro mensaje a la persona o personas que tengamos delante. Una buena intención puede tener efectos catastróficos si no la comunicamos correctamente y no tenemos en cuenta las circunstancias de nuestro interlocutor.

 

GENEROSIDAD

Para entender el segundo valor debéis saber que yo concibo la felicidad como una vía recíproca en la que cuanto más felices hagamos a las personas de nuestro entorno, más felices podemos llegar a ser. A eso se le llama dar sin esperar nada a cambio. Se le llama generosidad.

 

Pero nos suele causar miedo dar y ser generosos. Precisamente por nuestro condicionamiento y psicología de la reciprocidad y expectativa siempre creemos que debemos esperar algo a cambio, y nos sentimos usamos y ninguneados cuando no recibimos lo que deseamos. La clave está en tomarse la vida un poco menos en serio y no esperar tanto de los demás. Y la gracia es que cuanto menos esperemos, más recibiremos.

 

Lo que uno da y el otro recibe suele ser inversamente proporcional. Algo que nos costaría 1 de dar, cuando lo recibe la otra persona se puede haber transformado en un 10. Una amiga mía decidió regalar un pequeño libro a la primera persona que viera sola en el día de Sant Jordi. El libro, de poesía, le costó sólo 5 euros. Pero el hombre solitario, cincuentón, apoyado en la barra de un bar al que se lo regaló y le dedicó un rato de conversación, seguramente lo recordará toda la vida.

 

TOLERANCIA

El tercer valor con el que también me siento muy identificado es la tolerancia. Entiendo la tolerancia como la capacidad de darle a nuestro entorno y a los actos de los demás la trascendencia justa. A ser poco reactivos, a no estar permanentemente enfadados e insatisfechos, a saber darle importancia realmente a los verdaderos problemas y no a los imaginarios. Con esto seguramente vivamos con menos preocupaciones y más satisfacciones.

 

La clave para ser tolerante es en gran medida, la empatía. Es importante saber ponernos en la piel de los demás y entender que todo el mundo actúa de una forma determinada porque tiene unos motivos que quizás a nosotros nos cuesten comprender. Ser conscientes de que no tenemos toda la información sobre por qué una persona está tomando una decisión u otra ayuda a ser más tolerante con el resto del mundo. Y si no haced la prueba con vosotros mismos. ¿Realmente la gente os conoce tan bien como para poder entender todos vuestros actos?

 

PERSEVERANCIA

 

Y por último pero no de menor importancia nos encontramos con la perseverancia. Quizás el valor que considero más significativo y que mejor define mi forma de ser. Perseverar y no desalentarse ante las primeras adversidades es, probablemente, una de las claves de cualquier éxito. Mirar siempre hacia adelante utilizando los conocimientos del pasado. Habrá momentos en los que nos habremos caído tantas veces que no seremos capaces de ver la luz al final el túnel y querremos, sencillamente, olvidarnos de todo. Pero como dice el dicho, la próxima vez intentémoslo mejor y fracasemos mejor.  Imaginaos que supierais que por mucho que intentaseis algo seguiríais fracasando una y otra vez. ¿Qué harías? Pues yo lo continuaría intentando. Estoy convencido de que al final de nuestras vidas no valoraremos nuestros logros, sino el esfuerzo que hemos dedicado a conseguirlos.

 

Echar la vista atrás y  recordar cosas que se me hubieran antojado imposibles antes de acometerlas me reconforta mucho. Sin embargo, como muchos otros valores, la perseverancia está separada por un fino hilo de la obsesión, quizás la cara más oscura de una persona constante y con objetivos bien marcados. Como siempre, conocerse a uno mismo es fundamental para evitar estas trampas. El fracaso no es fracaso si aprendemos de él.

 

 

 

Y para terminar, como dijo cierto cómico que aparece bastante por estos lares “Estos son mis principios, si no os gustan… tengo otros”.

 

Sed felices.

 

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