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Felicidad en perspectiva (II): acortar distancias

En la primera parte analizamos tres definiciones de felicidad.

Retomamos a continuación la última de ellas:

“Sentir que se acorta la distancia entre lo que hago y lo que quiero hacer. O desde el punto de vista del Ser: sentir que se acorta la distancia entre quien soy y quien quiero ser.”

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Analicemos las partes de dicha definición:

“Acortar la distancia…”.

Nótese que la definición no dice “felicidad es ser quien quiero ser” o “hacer lo que quiero hacer”, sino que habla de reducir la distancia entre un punto y otro, de algo progresivo. Que el hombre siente más durante el camino que a la llegada, es una absoluta certeza de la que jamás estaremos completamente seguros. Me explico. Han sido muchos autores y filosofías los que han hablado de la importancia del camino sobre la meta. Desde George Bernard Shaw (“Dos tragedias hay en la vida: una, no lograr lo que ansía el corazón. La otra es lograrlo”) a Robert Louis Stevenson (“Es mejor viajar con esperanza que llegar”) pasando por la clásica máxima taoísta que tanto ha inspirado a nuestro compañero Álvaro (“La recompensa es el camino”).

Muchos lectores sabrán a qué me refiero. Y quien no, que confíe. Disfrutar el camino y celebrar con una sonrisa cada centímetro que nos acerca a lo que queremos hacer o lo que queremos ser es motivo de felicidad.

Aplicación práctica: pongamos que soy Eva. He conocido a Marcos, ese chico tan mono e interesante que cada vez me gusta más. Aunque nos conocimos hace poco, siempre que quedamos convertimos el día en algo especial. Pero él es muy honesto e intuye por dónde pueden ir mis apetencias, así me ha dejado caer que lo ha dejado con su pareja hace poco y que no está para grandes compromisos. Tengo entre varias opciones:

(a) plantearle un todo o nada: yo quiero compromiso y si no es capaz de dármelo, no debo seguir quedando con él (aunque quiero!);

(b) renunciar a mi deseo de compromiso. Él no me debe nada y yo no soy quien para sentirme mal por saber que él puede conocer a otras chicas (pero me siento mal!);

(c) celebrar que hoy conozco a Marcos y hace unas semanas no, y que me siento afortunada porque un chico me esté gustando, ya que visto cómo está el patio eso no es tan fácil. A partir de ahí, tengo su contacto y cada vez lo conozco mejor. Así que voy a procurar hacerle sonreír, y provocar ganas de más. Porque tengo claro que de lo que nos gusta, queremos más. No renuncio a mi idea de compromiso pero si provocándonos sensaciones positivas el compromiso sale de forma natural me sentiré mucho mejor que si lo he impuesto como una norma.

La tercera opción parece ser la más probable para que Eva disfrute y sea feliz acortando distancia entre lo que hace y lo que quiere hacer. Nuestra chica sabe que no hay nada seguro, pero siente que así no sólo está disfrutando a corto plazo, sino que aumenta las probabilidades de lograr lo que quiere a medio y largo plazo.

“… entre lo que hago/entre quien soy…”.

Esta parte de la definición apunta hacia el autoconocimiento. No es casualidad que la máxima “conócete a ti mismo” estuviese en el pronaos del Templo de Apolo en Delfos ni que Sócrates, uno de los padres de nuestro pensamiento, tuviese ese principio tan presente.

En la misma línea, una de las sorpresas que se llevan los alumnos que vienen a los talleres de Egoland es que trabajamos mucho el autoconocimiento, y los participantes salen conociéndose y valorándose más[1]

¿Por qué parece haber una relación entre autoconocimiento y felicidad? Considero que hay como mínimo dos razones fundamentales:

1.- Quien se conoce sabe identificar de un modo más preciso qué le sucede, de modo que puede abordar mejor sus propios problemas.

2.- Quien sabe dónde se encuentra, sabe qué dirección debe tomar para llegar a dónde quiere encontrarse.

Aplicación práctica: Santiago se siente poco carismático, poco seguro, y no sabe por qué. Se entera del trabajo que realizamos en Egoland y se apunta a uno de nuestros talleres. Tras varios ejercicios descubre que en realidad una de las cosas que le sucede es que ha tenido unos padres muy exigentes y tiende demasiado al perfeccionismo, de modo que no disfruta de los resultados a los que llega. Aprende a hacer ejercicios para tomar perspectiva sobre su propia trayectoria, empieza a juzgarla de un modo más justo, y se siente no sólo más satisfecho con cómo está dirigiendo su vida, sino más seguro de hacia dónde quiere dirigirla.

 

“… y lo que quiero hacer/ y quien quiero ser.”

Esta parte se deriva del autoconocimiento, y es otro elemento vital repetido en todo libro de autoayuda y charla de coaching que se precie: los objetivos. En definitiva, nos hace felices tener objetivos y acercarnos hacia ellos. Mientras más concreto sea el objetivo mejor podremos medir -valorar- nuestro progreso. Para algunas personas el objetivo puede incluso ser tan abstracto como “mejorar en algo”. En este sentido recuerdo una anécdota sobre Pau Casals, uno de los mejores violonchelistas que ha dado la historia. Se cuenta que a sus 96 años, un entrevistador le preguntó:

– Pau, siendo el mejor violonchelista del mundo, ¿por qué sigues practicando 6 horas al día con tu violonchelo?

– Porque estoy mejorando -respondió Pau-.

Sea la anécdota cierta o no, Pau Casals tenía un objetivo y probablemente acercarse hacia él le proporcionó grandes dosis de felicidad. Tener metas no depende de tener 20 o 96 años. No profundizaré en este tema, pero el ejemplo me parece fundamental para toda aquella persona que llegada cierta edad, piensa que ya ha hecho todo en la vida y no se propone ningún reto, ningún objetivo, ninguna meta. La vida es por definición crecimiento, así que quien decide dejar de crecer, se predispone a dejar de vivir.

Retomemos la definición completa: “Sentir que acorto la distancia entre lo que hago/quien soy y lo que quiero hacer/quien quiero ser”.

Deliberadamente he dejado una parte de la definición sin explicar. Una parte necesaria para completar la definición: sentir.

PD: recuerda que tus comentarios enriquecen este artículo, y que todo comentario o pregunta la responderé aquí o en nuestro canal de Youtube Egolandswers. . Y si decides compartirlo, gracias de antemano por hacer algo tan halagador como es difundir mi trabajo.


[1] Particularmente recuerdo un alumno que tras un taller fue capaz de reescribir su currículum de un modo preciso y añadiendo virtudes que no era consciente que tenía. Posteriormente nos contactó para decirnos que había sido contratado en una empresa y que Recursos Humanos le había felicitado por su CV.

Felicidad en perspectiva (I): 3 definiciones de felicidad

Inestimables lectores, nunca dejará de sorprenderme lo poco que se habla de felicidad de forma manifiesta, cuando de forma latente nunca hablamos de otra cosa.

Como ya comenté al comienzo del artículo sobre El Hecho Social y la Extravagancia, una pregunta del tipo “qué te hace feliz” o “qué es lo más bonito que te ha sucedido esta semana” resulta más extraño que “por dónde saliste anoche”.

Con la venia de nuestro psicólogo positivo, el gran Antoni, en estas entregas voy a extravagar como sociólogo y hablaré sobre felicidad. Me resulta inevitable. Si en La extravagancia Proponía un modo de enfrentarnos a la resistencia social y en El Ser y el Deber Ser  un método para estar en guardia contra las ideas que hemos heredado, esta entrega busca un sentido último, un para qué. Y es que una de las cuestiones que innegablemente comparten todos los seres humanos, es que quieren ser felices.

Teniendo en cuenta esta característica humana común: ¿Por qué plantearnos de manera tan prioritaria la felicidad?

Lo primero que define la urgencia de la felicidad es la brevedad de la vida, su fragilidad manifiesta y la escasa probabilidad de que las buenas oportunidades se repitan. Detengámonos un momento a pensar y digámoslo en alta voz: LA VIDA ES FINITA, y nuestra primera responsabilidad para con ella es vivirla y disfrutarla al máximo. El resto de “deberes” añadidos dependen en gran medida del entorno social y de la lectura que de él hagamos.

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Ahora bien, de la misma manera que existe un código que divide el “ser” del “deber ser”, hay una clara división entre lo que deseamos realmente y aquello que (por presión social, miedo o autoengaño) creemos que deseamos. Dicho esto, la pregunta es inminente:

¿Qué es ser feliz?[1]

En esta serie abordaremos tres definiciones.

1a. EDUARD PUNSET – AUSENCIA DE MIEDO

La primera se la escuché a uno de los santos laicos de nuestra sociedad: Eduard Punset. Él afirma: felicidad es ausencia de miedo. En relación calidad/síntesis es la mejor definición que nunca he encontrado. Porque efectivamente, detrás de cada desdicha podemos encontrar un miedo: miedo a que la persona amada deje de quererme, miedo a perder mi trabajo, a perder el tiempo o dinero invertido en una decisión, a quedarme calvo, a no volver a sentir lo que uno ya ha sentido, a no ser libre, a resultar herido, a no estar a la altura, a quedar en ridículo, a la soledad, o a la nueva canción del verano.

El miedo merece un enfoque particular y extenso y seguramente lo abordaremos en otra oportunidad. Baste decir desde el punto de vista social que el miedo (a lo que van a decir, pensar o hacer los demás) puede llevarnos a alejarnos definitivamente de nuestros deseos e impedirnos ver claramente lo que nos rodea. Esto define nuestra percepción distorsionada de la felicidad. La lista de miedos puede llegar a coincidir peligrosamente con la lista de obligaciones impuestas y heredadas, nos planteamos con frecuencia que tenemos que ser buenos padres, buenos trabajadores, buenos novios, antes que plantearnos la búsqueda del bienestar. Nuestra necesidad de cumplir con las normas sociales  puede llegar a suprimir nuestros deseos y eso requiere una reflexión crítica.

2a.CARMELO VÁZQUEZ – FELICIDAD COMO PROYECTO

La segunda definición, la escuché de uno de los grandes referentes en el campo de la psicología positiva en España: Carmelo Vázquez. Dada la dificultad de medir la felicidad a través de cuestionarios, él usa una aproximación realmente útil: ¿cuál es tu nivel de satisfacción general con la vida?

Esta pregunta entiende que la apreciación de la felicidad necesita de cierta perspectiva. Es cierto que existe una apreciación de lo feliz en lo cotidiano, en saber identificar qué sensaciones y experiencias me producen bienestar, pero a mi parecer la gran virtud de esta definición es entender la felicidad como proyecto. Así pues, tener días malos es perfectamente compatible con una vida feliz. Sobre esta perspectiva de la felicidad ahondaremos en la tercera entrega de estos artículos.

3a. JAVIER SANTORO – LO QUE HAGO Y LO QUE QUIERO HACER

La tercera definición, no es tan genial como las anteriores pero es de la que más orgulloso estoy. Esto se debe sin duda a que se trata de mi definición particular (de hecho animo a todo lector a buscar su propia definición). Considero que felicidad es sentir que se acorta la distancia entre lo que hago y lo que quiero hacer. O desde el punto de vista del Ser: sentir que se acorta la distancia entre quien soy y quien quiero ser.

Analizaremos con ejemplos en la próxima entrega las 4 partes de las que está compuesta dicha definición.

¡Hasta pronto!

PD: recuerda que tus comentarios enriquecen este artículo, y que todo comentario o pregunta la responderé aquí o en nuestro canal de Youtube Egolandswers. Y si decides compartirlo, gracias de antemano por hacer algo tan halagador como es difundir mi trabajo.


[1] Como no puede ser de otro modo, mi aproximación es subjetiva. Para un acercamiento a la literatura científica relacionada con la felicidad recomiendo a Martin Seligman, padre de la psicología positiva, así como uno de los principales impulsores de este enfoque psicológico en nuestro país: Carmelo Vázquez. Particularmente también profeso admiración por Luis Rojas Marcos.