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El “ser” y el “deber ser” (I): Dime cómo defines y te diré qué sientes

Inestimables lectores.

Supongo que ya habréis leído los artículos sobre extravagancia y hecho social. No será porque no os he dado tiempo… me he ido a Japón incluso, para no presionaros. En la presente serie de artículos reflexionaremos sobre una cuestión cuyo abordaje confieso que me resulta muy ambicioso. Se trata de algo en algún aspecto complementario con lo ya explicado. Introduciré el tema mediante una anécdota personal:

Me encontraba impartiendo una clase en un gimnasio, cuando Eva, una alumna de cinco años me impactó porque en tan solo tres clases estaba avanzando mucho más rápido de lo que yo avancé en su día. Con la intención de animarla, le dije:

-Eva, si sigues entrenando así de bien, cuando seas mayor serás alta, flexible, resistente, ágil, guapa, y vas a tener muchos novios.

Solo se puede tener uno -respondió convencida-.

¡Qué bello concepto del amor con solo cinco añitos! Bien, ahora volved al mundo real y poneos las gafas sociológicas.

ser-deber-conflicto-normas

¿Qué tenemos? Una niña que con cinco años ya asegura saber como debe ser una relación con un convencimiento sorprendente. Pueden pasar quince años hasta que ella tenga algo similar a lo que luego comúnmente entendemos como relación de pareja, pero mucho antes ella ya ha heredado un “deber ser, una idea normativa de relación. Esta es la tesis principal sobre la que pretendemos reflexionar en este texto: en la mayoría de casos, aprendemos cómo deben ser las cosas mucho antes de enfrentarnos a cómo realmente son -a través de nuestra experiencia-. Desde la jerga sociológica, se dice que solemos aprender antes lo normativo que lo positivo.

Un joven de 13 años tiene una idea de cómo debe ser el sexo mucho antes de haberlo practicado, o de haberlo practicado las veces suficientes para tener una idea propia.

Esto resulta funcional a la sociedad e incluso podemos decir que es consecuencia de nuestra naturaleza social: al llegar a este mundo entramos en un club que ya existía, y que seguirá existiendo cuando nos vayamos. Una sociedad con sus normas, valores, aspectos cognitivos, creencias, signos… Por lo tanto resulta funcional que en la socialización (de la cual hablaremos más detenidamente en futuros artículos) nos enseñen reglas de juego antes de tener que jugar. Esto nos ayuda a predecir situaciones y reducir el grado de incertidumbre en la interacción con el mundo. De hecho, en las ocasiones en las que no tenemos un “deber ser” de referencia nos sentimos desorientados[1].

DISTANCIA ENTRE CÓMO DEBE SER Y CÓMO ES

Sí, aprender las reglas antes de jugar es en ocasiones funcional, pero continuamente nos encontramos con que las cosas no son como creemos que deben ser. En ocasiones media una distancia enorme entre cómo consideramos que la realidad debe ser y cómo esta es. Tomemos por caso:

Millones de personas tienen una idea de cómo debe ser el día de su boda, aunque no se hayan casado ni piensen hacerlo.

-El día de mi boda debe ser el día más feliz de mi vida.

¿Y si no lo es?

En este caso -extensible a miles de ejemplos distintos- se describe un ciclo como el siguiente:

  1. Aprendemos antes “el deber ser” que el “ser”.
  2. La experiencia nos muestra cómo son las cosas.
  3. La versión normativa y la práctica no coinciden, lo cual nos predispone al conflicto

No es raro que luego nos extrañemos cuando los planes no salen como esperábamos, cuando ninguna familia es como “debe ser”. No es extraño que rechacemos entonces al que no siente lo que se supone que debería sentir, al que no se comporta como se supone se debería comportar…

Es por ello que como sugiere el genial psicoterapeuta americano (de origen austríaco) Paul Watzlawick:

la mayor fuente de angustia humana, de tensiones e incomodidades proviene de la contradicción que genera la diferencia entre lo que algo debe ser y lo que realmente es.

En el punto 3, que aborda el conflicto, hay como mínimo dos opciones: aceptar la realidad tal como es y desenvolverse en ella, o bien luchar por adaptarla a nuestro “deber ser”. No sé si os sorprenderá, pero en la mayoría de casos solemos tratar de hacer lo segundo, con el mismo éxito que quien se empeña en fijar un clavo en la pared martillando la punta.

La lista de “deber ser heredados” no coincide precisamente con las vivencias imprescindibles que nos hacen felices, sino más bien todo lo contrario. El gran escritor norteamericano Mark Twain dijo que la realidad siempre supera la ficción, porque esta última tiene que tener sentido en nuestras mentes, enmarcarse dentro de los límites específicos de ese entorno ficticio que es el deber ser normativo. Es por ello que muchas personas se empeñan en adaptar la realidad a esa ficción cueste lo que cueste y terminan malgastando su precioso e irrecuperable tiempo en un intento por amoldarse a algo demasiado pequeño y rígido para alojar sus realidades.

Una vez puesto de manifiesto el conflicto que supone que no coincida lo que “debe ser” con lo que las cosas realmente son, el próximo artículo lo dedicamos a abordar los detalles sobre cómo se nos inculcan ideas normativas heredadas, y cómo podemos generar ideas normativas propias. ¡No os lo perdáis! ¡Haz click abajo!

PD: recordad que todo comentario enriquece este artículo, y además, me hace sonreir.


[1] . Aun así, estas ocasiones son escasas. Entre los ejemplos que he encontrado en mi experiencia, está desde el tener que moverme en un país con normas realmente distintas a las de la sociedad española -hablo de algunas partes de la India-, a tener que enfrentarme a una ruptura de pareja. Los individuos tenemos más claro cómo debe empezar una relación, que cómo debe cambiar o finalizar. Os diré, para no meterme demasiado en estos casos, que en las situaciones donde no hemos heredado un “deber ser” de referencia hay un alto grado de incertidumbre y en ocasiones incomodidad, pero a largo plazo se aprende mucho más y se logran soluciones mucho más eficaces.

Asertividad en el conflicto (II) + ejercicio

Sigo al hilo de la semana pasada, con el mismo concepto, la asertividad, pero esta vez quiero que nos planteemos lo siguiente. ¿Cuál es nuestra relación con el conflicto? ¿Lo rehuímos hasta que es inevitable? O al contrario ¿Explotamos a la mínima? Cuado metemos la pata y hacemos algo mal ¿Reaccionamos de manera agresiva antes de que alguien nos diga nada para transmitir superioridad y evitar que nos digan lo mal que lo hemos hecho? O ¿nos escondemos para que no nos digan lo que hemos hecho mal porque nos da miedo enfrentarnos?. Cuando alguien hace algo que no nos gusta ¿se lo decimos o nos callamos porque no queremos tener un enfrentamiento y luego nos sentimos mal?
El caso es que normalmente, todos tenemos una relación mejorable con el conflicto. Lo entendemos como algo negativo y frustrante. Pero todos sabemos que en realidad es inevitable, está en el día a día y no hay manera de no tener conflictos, así que lo mejor que podemos hacer es asumirlo y tratar de manejarlo de la mejor manera posible.

COMO ACTUAR ANTE EL CONFLICTO:

Lo primero es que, en un ejercicio de sinceridad con nosotros mismos, nos analicemos ante el conflicto. Las preguntas de arriba son un ejemplo de las que podéis haceros para averiguar cómo os comportáis ante el conflicto. No importa si es un conflicto menor, laboral, sentimental, etc… Analizad cómo os comportáis.

Cuando tengáis una idea más o menos clara de vuestra actitud ante el conflicto, y si creéis que puede ser mejorada (aunque yo pienso que nunca se acaba de aprender del todo en este tema y que siempre se puede mejorar), yo os propongo que en vuestro día a día, seáis más asertivos, en todo momento, ante cualquier situación que implique conflicto, pequeño o grande, o real o potencial. Más que una actitud ante un conflicto, realmente es una actitud ante las relaciones interpersonales, una manera de concebir vuestro Yo frente a los demás, y en mi opinión, una de las inversiones más rentables que podéis hacer en vuestro día a día.

Os hablo del conflicto, porque como terreno para observarnos y detectar errores, creo que es una de las facetas humanas donde más claro se ve cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los otros. 

Si nos callamos las cosas, luego sentimos inferioridad, rabia, ira contenida, baja autoestima por no saber defender nuestras ideas.

Si nos pasamos de agresivos luego sentimos culpa, remordimientos…

Como os decía la semana pasada, y perdonad que insista (pero creo que es vital) hay que llegar al punto en que respetemos respetándonos. No sólo es más saludable para nosotros, también mejorará nuestro manejo de los conflictos

Os dejo un enlace que me parece muy interesante relacionado con este tema

asertividad conflicto openmind inteligencia emocional

EJERCICIO ANTE EL CONFLICTO:

Analiza:

¿Cuál es tu relación con el conflicto? ¿Lo rehuyes hasta que es inevitable? ¿Explotamos a la mínima?

Si haces algo mal ¿Reaccionas de manera agresiva para evitar que nos digan lo mal que lo hemos hecho? O ¿te escondes para que no nos digan lo que hemos hecho mal porque nos da miedo enfrentarnos?.

Cuando alguien hace algo que no nos gusta ¿se lo decimos o nos callamos porque no queremos tener un enfrentamiento y luego nos sentimos mal?

Juega con la asertividad:

Invierte en asertividad, enfrentate al conflicto de cara y con las metas y los objetivos claros, con una idea fija: Que nos respeten respetando

La asertividad en el conflicto

Hola a todos! Estoy haciendo un curso sobre resolución de conflictos (no hay que parar nunca de aprender) con una profesora maravillosa que me está enseñando muchas cosas. Me ha gustado mucho particularmente el tema de aplicar la asertividad en el conflicto, y obviamente, lo primero que pensé fue… ¡Qué ganas de escribir sobre esto en Egoland! Así que voy a ello…

 POSTURAS ANTE UN CONFLICTO

Para empezar, distingamos tres posturas ante un conflicto: la agresiva, la pasiva y la asertiva. La agresividad implicaría no respetar al otro y la pasividad pasaría por no respetarnos a nosotros mismos. En cambio una postura asertiva implicaría respetarnos a nosotros mismos y al otro. Vamos a decir lo que pensamos y vamos a hacerlo de manera educada  y calmada, pero también vamos a entender y respetar a la otra persona, de modo que, independientemente del conflicto o de cómo acabe, nosotros podremos sentirnos bien, sin arrastrar sentimientos de culpa, de inferioridad o de ira. ¿Qué os parece?

conflicto postura asertiva

SER ASERTIVO EN UN CONFLICTO

Otra cosa que cabe dejar clara es que el hecho de que nosotros seamos asertivos no significa que la otra persona vaya a serlo, ni que el conflicto se vaya a resolver maravillosamente. No, simplemente se trata de elegir esta postura porque es más respetuosa, porque nos va a aportar una mejor sensación y porque nos comportaremos de manera justa. Que la otra persona se comporte de manera asertiva y nos facilite resolver el conflicto de la mejor manera es algo que se nos escapa y que por tanto no nos debe importar. Nosotros, a lo nuestro.

También me gustaría añadirle algo que creo importante. Si atacáis, la gente se defiende. Y cuando la gente se defiende, independientemente de lo que se esté debatiendo, se pierde la finalidad para centrarse en la defensa. Y eso, además de apartaros de vuestra finalidad, añade un extra de esfuerzo que tenéis que hacer. A mí me da muchísima pereza. Así que cambiando el chip un poco podemos obtener mejores resultados.

 EJEMPLO DE ASERTIVIDAD EN CONFLICTO

Pongamos un ejemplo práctico. Imaginad que estáis en la cola del supermercado y una persona se os cuela. Podéis dejarlo pasar y sentiros mal porque estáis dejando que esa persona se anteponga. Quizá incluso lo sintáis como una humillación y por culpa de esto tengáis un rato de cabreo que en modo alguno necesitáis. También podéis gritarle que qué morro tiene, que de qué va y que de eso nada, que estáis antes. Ante ese ataque, esa persona se defenderá, jamás reconocerá que se ha colado (eso significaría “perder” ante el pulso de poder que le habéis lanzado) y además, puede que os paséis de agresivos por algo tan nimio y luego os sintáis mal.  Con lo que yo os propongo, podríais dirigiros a esa persona y decirle, en tono amable, mirando a sus ojos y con una medio-sonrisa:

 “Disculpa, no te has dado cuenta pero estaba yo antes. Si no te importa, voy a pasar delante”.

De esta manera habéis mostrado firmeza (estabais antes y es justo que paséis antes) pero siendo respetuosos con la otra persona. Y al cambiar el “te has colado” por el “no te has dado cuenta” elimináis totalmente la necesidad de defensa por su parte, con lo que lo más probable es que os pida disculpas y vosotros paséis delante. Y si no, lo que está claro es que sois educados. Si esa persona es una maleducada, no es problema vuestro. Pero de vuestros actos, sí sois responsables.

colarse supermercado

Gestionar el conflicto(I): Consolidar una relación

Supongamos que has conocido a una chica, has iniciado con ella una relación, del tipo que sea, y quieres ir a más, quieres verla a menudo y empezar «algo». Todo va sobre ruedas hasta que… ¡horror!, la primera discusión aparece en el horizonte. Sabes que es un punto de inflexión, que puede dar al traste con tus intenciones de iniciar una relación,con los de ella y que además es un momento clave porque ella va a examinar tu reacción y tú deberÌas examinar la suya.

Mi experiencia me ha enseñado que la mayoría de conflictos pueden resolverse de una manera satisfactoria si aprendemos a observar a la otra parte con una mentalidad analítica y si ponemos en práctica estrategias enfocadas a buscar un resultado satisfactorio para ambas partes.O sea, no solo el conflicto debe resolverse, (vamos o no vamos en nochevieja con tus amigos o mis amigas) sino que tu actitud en la discusión vaproyectar una imagen atractiva de tu personalidad.

Para ello debéis alejaros de una serie actitudes típicas.

1∫ Huir de la típica discusión que no lleva a ningún lado y que al final es solamente una guerra de egos: Estas guerras están enfocada más a obtener una sensación psicológica de triunfo sobre la otra parte que al hecho de resolver el conflicto de una manera que satisfaga a las dos partes, donde no haya un vencedor y un vencido si no un acuerdo válido para los dos bandos, que además nos permita conocer mejor a la otra persona y a nosotros mismos.

Por lo que he visto, en la literatura de seducción hay una obsesión por no ceder, o incluso dejar pasar una oportunidad con una chica con tal de no perder VALOR. O sea, con tal de no parecer débil. Craso error. La debilidad es la necesidad de no parecerlo.

GESTIONAR EL CONFLICTO

El conflicto, bien entendido y gestionado, es una poderosa arma para desarrollarnos, para mejorar y para construir una adecuada confianza en uno mismo, haciéndonos personas más válidas para unas relaciones donde  el conflicto es inevitable. Habitualmente, ante un conflicto, sentimos rabia, miedo por parecer débiles, etc. Generamos expresiones emocionales negativas que, con un conocimiento adecuado  de la gestión de conflictos  pueden expresarse y traducirse en una mayor confianza en uno mismo, una mayor capacidad de expresión y en definitiva, dotarnos de una herramienta extremadamente útil para consolidar una relación, (con una mujer, un hombre, una amistad, en el trabajo, etc… ) de manera adulta y sobre todo sana, que nos permita desarollarnos positivamente y fomentar un respeto hacia uno mismo y hacia esa persona .En definitiva, se trata de aprender a discutir, de aprender a reconocer en la discusión los aspectos útiles del conflicto y manejarlos de manera que nos lleven a algo positivo, tanto en el objeto de la seducción, como en la visió n de masculinidad ante sus posibles exámenes (suponiendo que sois hombres heterosexuales, aunque es extrapolable a casi cualquier ámbito). Desechad las expresiones negativas típicas del conflicto mal entendido, asociado normalmente a tensión, gritos, rabia e incluso a la separación o cambio de objetivo.

En mi blog, entre otras cosas, aprenderemos a manejar nuestra comunicación, a expresarnos de una manera correcta y a manejar nuestras emociones para que éstas estén a nuestro servicio y nos sirvan de ayuda para conseguir lo que queremos, en lugar de crearnos complicaciones y llevarnos a tener actitudes de las que más tarde podemos arrepentirnos o nos causen un daño irreparable a nosotros o a ella.

Pero vayamos a lo práctico. Quiero empezar por tratar algo que para mí es básico, casi casi el quid de la cuestión.

EJEMPLO DE GESTIÓN DE UN CONFLICTO

La mayoría de discusiones empiezan por un acto, una conducta, algo que una de las dos partes ha hecho y que a la otra parte no le ha gustado. Por ejemplo, Os habéis pasado en vuestra necesidad de querer parecer seguros, alfas y habéis malinterpretado alguno de sus actos. Supongamos que es la otra persona la que inicia la discusión y vosotros sois «víctimas» de ésta.

Lo primero que tenemos que tener muy claro es que no es un ataque y por tanto, no tenemos la necesidad de defendernos. Normalmente, cuando alguien nos reprocha algo o nos dice que hemos hecho algo mal (bajo su punto de vista), tendemos a la defensa, a entenderlo como que nos están atacando y tenemos, por tanto, que defender nuestra postura.

Primer error: El defendernos por defecto nos quita la posibilidad de entendernos con la otra persona, consiguiendo únicamente que cada uno se refuerce en sus posiciones y quede muy patente la distancia que hay entre ambas, es decir, que quede muy claro que pensamos dos cosas distintas y que ninguno piensa ceder. Por tanto tendemos a creer que la única manera de solucionarlo es que uno de los dos abandone su posición y admita que el otro tiene razón. Segundo error.

Así pues,  para empezar, abandonemos la idea de que nos están atacando, y por tanto, NO tenemos que defendernos. Escuchemos y tomemos en consideración lo que la otra persona nos está pidiendo antes de responder, por defecto, que no tiene razón. Quitémosle hierro al asunto y preguntemos directamente «Qué puedo hacer para mejorar esta situación y que te sientas más a gusto?». El hecho de reaccionar preguntando en qué podemos cooperar para mejorar la situación ya predispone a que la discusión se encamine hacia la búsqueda de soluciones, en lugar de a una lucha de egos. Es una excelente manera de empezar a gestionar el conflicto.

Preguntar esto de una forma segura, protectora y empática no supone, en ningún caso, y os lo digo porque soy mujer, perder ni un gramo de virilidad o como se suele decir por estos lares, parámetros alfa. Y por supuesto, preguntar qué podéis hacer para mejorar una situación que crea disgusto en ella, no significa que tengáis que hacer exactamente lo que ella os pida. Realmente, lo que se está pidiendo es una información muy válida que vamos a aprovechar para conocer mejor a esa persona y para, cuando planteéis vuestra opinión sobre el conflicto, poder hacerlo con mayor conocimiento de causa y de una manera más eficiente y que permita llegar a un acuerdo consensuado y que os beneficie a ambos. Es simplemente una manera cordial, adulta y que denota confianza, de iniciar la gestión del conflicto, transmitiendo la sensación de que estáis abiertos a dialogar, que tenéis su opinión muy en cuenta y que no os ponéi a la defensiva de una manera infantil.

Más adelante seguiremos viendo más estrategias de resolución de conflictos y analizando el hecho de discutir y las siguientes fases en una discusión o conflicto para aprender a manejarlo de manera óptima!

Espero que os sirva de ayuda. Un beso.