Lo que NO va a ocurrir (I): Anticipando conductas

¿Os habéis fijado en que a veces necesitamos justificar nuestra conducta frente personas que acabamos de conocer, aunque todavía no hayamos tenido dicho comportamiento?

“No es que me guste beber, pero cuando salgo de marcha con mis amigos me apetece tomarme alguna que otra copa”

¿Qué significa eso en realidad? Pues que como tememos que lo que se pueda deducir de nuestro mensaje es que nos gusta beber, intentamos justificarlo negando ese mismo punto. Pero la realidad es que ya estamos anticipando cómo se puede interpretar nuestro mensaje debido precisamente a la imagen que creemos proyectar de nosotros mismos.

En el campo de la seducción, debido a la norma social muchas chicas (y chicos) evitan sentirse y/o ser percibidas como fáciles, aunque después les guste el sexo ocasional como a tod@s. Si yo no realizo ninguna propuesta sexual y ella me aclara “No me voy a la cama con chicos en la primera noche” a lo mejor es que necesita indicarme que la imagen que proyecta no es cierta. Y si ella cree que está proyectando esa imagen, será por algo. Probablemente, por sus experiencias previas.

Por ese motivo, cuando sin venir a cuento nos dicen que no dan teléfonos, se besan o se acuestan con chicos la primera noche, ¡bingo! Seguramente vamos por el buen camino: pueden estar intentando justificar lo que venga luego porque que les haya pasado anteriormente. Gestionando ese rechazo adecuadamente, la noche puede terminar muy bien para los dos.

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Notad que es importante no confundir este tipo de justificaciones previas con respuestas a proposiciones concretas. Si yo le digo a María que me esta noche me parece irresistible y quiero tener sexo salvaje con ella, es perfectamente comprensible que ella reaccione aclarándome que no se acuesta con chicos que acaba de conocer y que sea cierto.

 Muy pronto, la segunda parte de este artículo en el que hablaré de la aplicación práctica de este principio.

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El “ser” y el “deber ser” (II): ¿Cómo construimos el “deber ser”?

En la primera parte de este artículo veíamos el conflicto que supone que no coincida lo que “debe ser” con lo que las cosas realmente son.

Así que en esta segunda parte veremos cómo se nos inculcan ideas normativas heredadas, y cómo podemos generar ideas normativas propias.

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¿Cómo construimos nuestras ideas normativas o el “deber ser”?

Pensemos en la idea normativa de relación: Antes de tener una relación, yo ya vengo de serie con una idea de cómo debe ser, una idea que es una mezcla de los estímulos de mi entorno social, lo que he visto en televisión, lo que me han contado… pero lo más peligroso es que probablemente llegue a creer que es una idea propia: creada, reflexionada y aceptada conscientemente por mí. ¿Seguro? ¿O sólo soy como la niña que mencionaba en la primera parte?

Nos llegan ideas por una puerta trasera que probablemente ni siquiera sabemos que existe. Por ello generar ideas propias supone un ejercicio enorme de experiencia y reflexión. En el sentido literal del término reflexionar, es decir: “considerar nueva o detenidamente algo”.

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Una vez que reflexionamos racionalmente puede que el resultado, la definición obtenida, coincida o no con lo que se nos dijo que algo era, pero ya nos encontramos en otro nivel, en un espacio específico. Por ello no es mala señal cuando una idea nueva nos parece poco intuitiva, paradójica, o resulta extraña para la mayoría de la gente.
Nótese que el problema no es tener expectativas o ideas sobre cómo deben ser las cosas. La cuestión sobre la cual nos interesa reflexionar es si esas ideas nos ayudan o no a ser felices. Sí, felices. No estamos aquí para otra cosa por poco que lo mencionemos. En este sentido, cuidado con lo que consideramos normal, ya que puede ser nuestro peor enemigo.

Tampoco creamos que forjar un criterio propio es una cuestión que emerge automáticamente de los individuos, dado que la sociedad, como señalamos en la primera parte, está plagada de reglas y normativas heredadas, el proceso de aprendizaje y de creación de criterios propios encontrará como mínimo una buena dosis de resistencia social. Ya hablamos sobre el hecho social, la resistencia y las ventajas de extravagar en los tres artículos sobre “El hecho social y la extravagancia”.

Ante todo tenemos que estar preparados para que nuestras nuevas ideas y nuestros nuevos criterios se vean cuestionados por un colectivo que no estará precisamente predispuesto a aprobarlos y mucho menos, a probarlos.

Si me habéis seguido hasta aquí me diréis: bien Javi, pongamos que algo de razón tienes, pero, ¿cómo puedo cambiar mis ideas normativas?
¡Buena pregunta!

Primero tengamos en cuenta tres reglas. Cambiar una idea normativa (un “deber ser”) siempre será más fácil cuando:

más frustración provoque la idea normativa heredada cuando la contrasto con la realidad (un profesor que asume que los alumnos deben ser disciplinados por el mero hecho de ser alumnos, si lleva cinco años de docencia enfrentándose a alumnos que no lo son, experimentará frustración, y le resultará útil cambiar su definición para enfrentarse de modo más eficiente a la realidad);

− más funcional resulte la nueva idea respecto a la anterior (más felicidad y satisfacción genere la nueva concepción).

− menos personas se vean afectadas o focalizadas en el cambio (es más fácil convencer a tu chico de que no tiene sentido ser celoso que convencer a todos tus vecinos).

Teniendo en cuenta estas tres normas, voy a aplicar la sustitución de ideas normativas heredadas por ideas normativas propias, básicamente mediante la reflexión. Daré varios ejemplos. No serán cortos, ya que la sustitución de ideas heredadas conlleva un proceso muy estimulante y retador que se compone, por lo menos, de las siguientes fases: autoconocimiento, generación/sustitución de la nueva idea normativa, acción y comprobación.
Al igual que sucedió con los artículos sobre extravagancia, ahora que tenemos un trasfondo teórico sólido podemos volcarnos en los casos prácticos que tanto nos gusta a los devotos de San Ejemplo.
A ello nos dedicamos en el próximos artículos, uno de ellos enmarcado en el ámbito de la sexualidad.

PD: por supuesto, no dudéis que vuestros comentarios enriquecen este artículo y antes o después contesto a todos. Con cada comentario un niño se cura un esguince en algún lugar de Australia.