Seductores: Kara

Lunes otoñal y lluvioso, de esos que costaba echar de menos en nuestras vacaciones veraniegas.

 

Empieza la semana después de un taller con un alumno muy especial. La primera vez que lo vi me contó que las mujeres le causaban rechazo y que las veía cómo malas personas…En su segundo taller conmigo no sólo hicimos el golfo y trabajamos muchísimo sus habilidades sociales sino que me confesó que estaba saliendo con una chica de la que esta enamorado. ¿Os podéis imaginar cómo me siento? Profesionalmente y emocionalmente es una pasada.

 

 

Hoy vengo con una primera entrega de una nueva sección del blog, “Seductores”. Se trata de un análisis de aquellas personas que me han marcado cómo seductor, hombres que me han ayudado a crecer cómo seductor y cómo persona.

 

Para comenzar este nuevo apartado del blog he elegido a una persona entrañable, Djibouti Karamoco. Kara, que es cómo lo llamo yo, es un tío de Costa de Marfíl, exactamente no recuerdo bien el nombre de la ciudad donde nació, pero era una ciudad pequeña al Este.

 

Creo que lo más inteligente es contaros cómo le conocí. Era un Jueves veraniego previo a salir de viaje a alguna ciudad para dar un taller. Me pase a saludar al garito de un amigo. Estaba jugando al billar tranquilamente y apareció una morena salvaje que salía del cuarto de baño hacía la salida.

 

Perdona, no te he visto por aquí y quiero saber cómo te llamas”

 

No se me ocurrió nada mas original, a veces pasa…la chica se presentó y me dijo que en media hora volvería al local. Lo hice en mitad del bar y todo el mundo me vio hacerlo. Cuando iba a seguir con la partida de billar un chico negro, vestido de una forma muy playera, con una sonrisa gigante me dijo

 

“Esa no vuelve, ¡pero muy bien hecho!, yo soy Kara”

 

Mi curiosidad por conocer la historia de desconocidos y la vergüenza de perder más de tres partidas de billar seguidas hicieron que se me ocurriese invitarle una cerveza y preguntarle qué pasaba con él. Estuvimos horas hablando de su vida y de la mía. Estuvimos hablando de su continente y del mío. Su discurso era congruente e intenso, sobre todo cuando se refería a la música y a los problemas de África.

 

Su historia y la mía eran completamente distintas, el llevaba treinta y un años vivo pero sólo un par de horas en mi ciudad; llegaba desde Albacete buscando un futuro mejor después de haber probado suerte en un par de ciudades. Su corazón, aún así, pertenecía a África y así me lo hacía saber cada vez que tenía oportunidad. Y tal vez fuese eso lo que me hizo sentirme unido a él: buscábamos el éxito para cambiar algunas cosas. La conversación con él era apasionante, había visto tantas cosas que yo no, que era inevitable preguntar y preguntar.

 

El iba a pasar los próximos días en la casa de una amiga española que había conocido meses atrás, así que le dije que le acompañaba al coche. Íbamos caminando por el barrio del Carmen y vimos a tres italianas preciosas que se nos iban a cruzar, el sonrió y se dirigió hacia ellas.

 

Hola chicas, estoy buscando mi coche y os he visto y me ha parecido mas divertido ir donde estéis yendo que buscar mi coche

 

Lo último que me esperaba era una frase así, Kara se puso a hablar con ellas y casi sin darme cuenta estábamos los cinco de rodillas en el suelo de la calle decidiendo donde íbamos a pasar la tarde siguiente. Después de darnos su teléfono nos pidieron que nos tomásemos una copa con ellas en un lugar cercano y así lo hicimos. Por primera vez en mucho tiempo yo no tenía que dirigir la situación, de eso se encargaba Kara…

 

Estuvo una temporada en Valencia y traté de incorporarlo en mi vida y grupo de amigos. Buscabamos un trabajo para él y un sitio donde quedarse cuando su amiga se hartase de darle cobijo gratis. Podéis imaginaros lo molones que quedábamos un negro fibrado lleno de collares playeros y un rubio con el pelo largo y pendientes caminando juntos por la calle. La verdad que fue una temporada preciosa. Ademas él mandangueó ,y mucho, con algunas amigas mías.

Un día me dijo que se volvía a Costa de Marfil por el entierro de su hermano mayor, algo a lo que allí desgraciadamente están mas acostumbrados, y que ya volvería. Aquí desde luego le recibiremos con los brazos abiertos.

 

Sus rasgos más seductores eran probablemente ademas de su sentido del humor, la visión positiva de la vida y su aspecto físico, su fortaleza mental, la cantidad de problemas que ha tenido que solucionar, por lo que ha desarrollado una conducta muy resolutiva, su resilencia y su imagen sobre si mismo.
Una imagen que lejos de acercarse a la que por prejuicios podemos tener de alguien que no tiene la vida «resuelta» de antemano, se parecía mas a la de “soy un viajero libre y pienso dedicarle todo mi esfuerzo a cambiar el mundo que me rodea”. Cuento con que con muchas mas personas cómo él, eso es tarea sencilla.

Mensajes bilaterales

Como he explicado en la sección DIRECTO EXAMINADOR en el podcast del mes de OCTUBRE, uno de los errores básicos que me encuentro en los estudiantes de seducción es emitir unos mensajes autoritarios en el conflicto de intereses.

Imponer nuestros deseos porque sí, para resultar machos alfa, puede resultar efectivo ante mujeres poco inteligentes, de autoestima baja o sencillamente tan atraídas por nosotros o con unas ganas de mandanga que pasen por donde les digamos. Pero también puede ocurrir que perdamos oportunidades de oro por no saber negociar, empatizar o resultar creíbles.

Para ello hoy analizaré la diferencia entre los mensajes UNILATERALES: Aquellos en los que solo nos damos la razón a nosotros presentando argumentos excluísvamente a nuestro favor.

EJ: -Quiero que vengas a mi casa, porque me pareces una chica muy especial y podría irme con la que quisiera.

Y los mensajes BILATERALES: Que son aquellos en los que incluímos el razonamiento propio del argumento contrario al nuestro con el que ella nos puede rechazar.

EJ: -Aunque entiendo puedas no ser una chica que la primera noche se vaya a casa de un chico, por como me he sentido quiero proponerte que sigamos conociéndonos en mi casa. No tenemos por qué hacer nada que te haga sentirte incómodo o que resulte impropio de ti. Me apetece mucho porque me has gustado. Nos tomamos algo en casa?

Estos mensajes los utilizaremos cuando evaluemos que ella no lo tiene claro. O sea ya nos ha dicho que no o se le intuye inquieta.

Si todas las señales nos indican que estaría de acuerdo al propornérselo solo hay que avanzar sin más.

De esta forma, no solo ellas van a estar más a gusto con nuestras propuestas, sino que podeis hacer un mundo mucho más afín a vuestros deseos. ¿Por qué? Por que nadie va a sentir que los tratáis como tontos, porque resultaréis más inteligentes y empáticos y porque es mucho más divertido entender que imponer.

saludos y abrazos mandangueros!!!

Relato erótico: Sexo seguro

Satanás – No acabo de entenderlo, Belisa, lo siento pero no lo entiendo, explicamelo otra vez porque joder, no lo entiendo.

Satanás se sentó en su trono de carbón con dos salientes verticales en la parte posterior a modo de cuernos y asió con desesperación su tridente despuntado. Era un buen tipo el Satanás este, hacía esfuerzos inmensos por comprender lo que esta mortal le pedía, pero la verdad es que era una petición en exceso extraña, así, se concentró y estudió los ojos de Belisa, eran unos ojos fogosos, más incluso que los suyos mismos, de un marrón claro parecido a la madera utilizada para crucificar a Cristo (eso le gustaba aún más al diablo), algo menos astillosa, se notaba cierto atractivo en ella, esos ojos encerraban algún tipo de misterio, se veía la lujuria en ellos a dos o tres kilómetros de distancia, quizá más.

BELISA – Pues es sencillo, solo quiero eso que te digo, y a cambio te doy mi alma y todas esas tonterías que tanto quieres: fe, espíritu y lo que quieras hasta las llaves de mi coche, aunque el radiocassette es una mierda, te aviso.

No sabría decir si había o no sarcasmo e ironía en sus palabras, era una mujer bastante enigmática, guapa por supuesto, y sobretodo muy directa, todo era posible a su lado, cualquier cosa, pero esto…

S -Vamos a ver, explícamelo todo otra vez, necesito analizarlo, pero espera, Adolf tráeme un whisky con agua, bastante cargado esta vez, y córtate ese bigote de idiota, te lo he dicho mil veces, si te lo vuelvo a ver asciendo Kurt Cobain que tiene más estilo.

BELISA -¿Tenéis a Kurt aquí? ¿A Kurt, el de Nirvana?

S – Por supuesto, era un autentico torpe, por cien años de su alma le di unas clases de guitarra, aunque tuvimos que llegar a los ciento cincuenta por que era algo lentito el chico, de hecho las letras se las escribía yo, ¿no se notaba? Courtney le costó trescientos años, se vende cara la chica. Y muchos más, ¿tu eras de España, no? Pues allí también le enseñé a un tal…como se llamaba… cantaba no se que de un corazón no se qué de partido o destrozado, no lo sé, de ese no me acuerdo.

BELISA -Bueno a lo nuestro, te lo vuelvo a explicar, lo que necesito, es que anules mi maldita regla, que elimines mi periodo para siempre, es una mierda, necesito hacerlo todos los días del año, de mi vida, siempre.

S – -Joder, no se…

BELISA -Tu no comprendes lo que es no poder pasarme todo el día haciéndolo, es un autentico castigo, una mierda de las gordas. Nadie quiere hacérmelo si estoy con el periodo. Solo de pensar en una buena y dura…

S -Bueno, tranquila, no hace falta que me cuentes esos detalles, pero es que creo que eso no puedo hacerlo, hay muchas soluciones humanas.

BELISA -¿Ah si? A ver cual, listo -Belisa se conocía el sermón, tantas veces lo había oído…

S – -Pues puedes quitarte el útero o algo así…

BELISA-Me acabaría tirando al cirujano seguro…

S – -¿Y si es cirujana?

BELISA -Me la tiraría también, es que a mi los uniformes -Belisa hizo un movimiento difícilmente explicable por su alto contenido erótico.

S -¿Y que me dices de que la puerta de atrás, aunque tengas la..bueno eso que tienes, puedes hacerlo así, y con la boca se hacen maravillas no? –Se empezaba a detectar un cierto humo por el rojo cuerpo del diablo.

BELISA -Si, si eso esta muy bien, pero ¿y yo? Necesito que notarlo por donde toca, es tan…

S -Y no prefieres otra cosa?, mira lo que he conseguido con Yola, y mira Marujita, por no nombrar a Bibi, es una obra de arte, estamos haciendo progresos con su voz, ¿Y si te consigo un actor en lugar de eso?

BELISA -No

-¿Que tal un político? Aquí tenemos muchos.

BELISA -No

-¿Un futbolista quizás?

BELISA -No gracias

-¿Una estrella de rock?

BELISA -No, de esos ya tengo unos cuantos en mi palmarés.

-¿Que tal Nacho Vidañ?

BELISA -Demasiado pequeña, no

-¿Un astronauta?

BELISA -No

-¿Un negro?

BELISA -No

-¿Un perro?

BELISA -Prefiero un caballo, pero no.

-¿Que tal una gran mansión en Nueva York, con espacio para que tengas siempre trescientos hombres esperando erectos a que te lo tires?

BELISA -La mansión no la tengo, pero si la cola, déjalo Sat, quiero eso, y ya.

S -En fin pero debo avisarte de algo, el de la puerta de enfrente se va a cabrear conmigo y contigo, estamos yendo en contra de la naturaleza, y no creo que nos deje impunes, se va a vengar, mira lo que hizo con Lady Di, solo por irse con un árabe.

BELISA -Asumo la responsabilidad, con tal de poder hacerlo siempre.

S –En fin lo que tu digas, pero luego no digas que no te avisé, lo dejaremos en cuatrocientos años bajo arresto de tu alma, no, mejor quinientos, por el riesgo que supone; con un interés del cinco por cien, más mil extras por los pecados, que hacen un total de años de infierno de…

BELISA -Mejor no me lo digas, no me importa y tengo prisa, he de pillar un buen percal. -Belisa tenía una gran sonrisa y en sus dientes apretados se podían ver escenas sexuales si te fijabas bien, el diablo lo hizo y luego añadió:

-Por cierto, vas a tener que hacer tiempo, el BOCI no sale hasta dentro de dos horas.

BELISA -¿El BOCI?

S -Si, el Boletín Oficial de Cielo e Infierno, allí damos cuenta de los cambios y las novedades, es para evitar el monopolio, es que quien tú y yo sabemos es muy meticuloso con esas cosas, ya sabes, así que hasta que salga tendrás ir por ahí siendo mujer, guapa.

BELISA -Vaya mierda! Pues aprovecharé para elegir.

S – -Vale pues chica, que tengas suerte, y ten cuidado, ya sabes que habrá una venganza segura -Se notaba cierta prisa en el ángel caído y pegó el ultimo trago de su whisky antes de girarse hacia su sirviente, que ya no llevaba bigote, pero si un uniforme militar que parecía para montar a caballo- Adolf acompaña a la señorita a la salida, y quítate esa mierda de uniforme que es ridículo, ¿que quieres que piense la gente que viene a verme?

El demonio estaba verdaderamente nervioso, necesitaba que la chica saliera de allí; cuando casi alcanzó la puerta Belisa se paró y se tornó de nuevo hacia su anfitrión diabólico:

BELISA -Una ultima cosa, ¿el cantante de Placebo es un tio o una tia?

-Es una promesa señorita, no puedo contestarle, me hizo prometerlo por la anulación de su condena. Y ahora váyase que tengo mucho que hacer.

Belisa se giró de nuevo pero esta vez hacia la puerta, bastante satisfecha y preguntándose sobre el color del pene de su negociante.

Una vez fuera Adolf y la chica, Satanás se quitó la mano con la escondía su gran erección y se destapó la zona en cuestión, se escupió en la mano y comenzó a masturbarse sin dilación.

 

B

 

Belisa iba teorizando mentalmente sobre la cantidad estimada que caerían en un mes y estaba bastante contenta con la suma. Siguió subiendo la cuesta asfaltada y se topó con un hombre que portaba una cadena sujeta a una gran roca, al condenado le costaba mucho arrastrarla, además en la cara llevada una nariz postiza roja como las de los payasos y dos orejas de burro en lugar de las suyas. Se le acercó, tenía curiosidad, ¿quien merecía tanto castigo?

BELISA -Oye, sí, si tu. -El condenado se acercó

-¿Que me vas a hacer?

BELISA -Nada, nada, pero dime, ¿que has hecho tu para que te castiguen así?

-Bueno yo… era publicista de televisión, ¿te suena la frase «me gusta ser mujer»? Pues es mía.

Belisa comprendió la gravedad del asunto y siguió con su camino reconfortada por comprender que las leyes divinas eran justas.

Cuando estaba a punto de abandonar el edificio central de oficinas del infierno la megafonía se disparó y se pudo oir la voz del diablo delirando de placer:

– Wowwwwwwwwwwwwwwwww!

Belisa sonrió.

 

C

 

Ya estaba en casa, y al ir al baño vio que todavía seguían las cosas igual, solo había pasado media hora, así que se puso sus gafas de sol y cogió las llaves del coche aparcado justo debajo de su solitario piso. Bajó las escaleras pensando donde ir, que clase de tío le apetecía, tenía que ser guapo, tampoco en exceso, aunque tampoco se preocupaba demasiado por eso, solo quería tirarse a alguien, hacía dos días que le había bajado y necesitaba que le dijeran las palabras adecuadas.

Paseó con el coche haciendo tiempo y justo cuando solo faltaban cinco minutos decidió aparcar, el destino le había llevado a la puerta de un bonito y alegre videoclub, y al entrar se respiraba un agradable y divertido ambiente con tropezoncitos de buen humor impartido sin duda alguna por el guapo y atractivo dependiente, un chico de unos veinte años, alto, moreno y con gomina para parar un tren o dos. Era un gran chico, así que hizo caso omiso de la diferencia de años y se acercó al entrañable joven que ya la miraba con ojos de lobo. La situación era inmejorable sin duda, dos depredadores frente a frente.

BELISA-Hola

Él -Hello -dijo resuelto el chico

BELISA -¿Que tal?

Él -No se… bien supongo – El dependiente es que tenía una chispa…

BELISA -Pues yo también, ¿oye que hora es?

Él -Son las… cuatro menos dos minutos más o menos

BELISA -Dos minutos…

Él -¿Perdona?

BELISA -No nada, cosas de mujeres.

Ambos se sonrieron durante tres momentos, el parecía saber que ella iba a monitorizar la interacción y había aceptado su papel. Belisa procedió con la inspección.

BELISA -¿Como te llamas?

Él -Henry

BELISA -¿Eres inglés o algo?

Él -No mucho ¿y tu?

BELISA -No yo tampoco, me llamo Belisa

Él -Eres italiana?

BELISA -Para nada.

Él -Menos mal, no me gustan nada las italianas.

Se dieron dos besos

El -¿Querías algo?

BELISA -Bueno sí, puede.

-¿Puede? ¿Es esto un concurso de la tele?

BELISA -No, es que no se si eres el adecuado, no se… quiero… es que un poco complicado

-Ya se, ¡tu quieres una película! Pues has dado con el chico adecuado.

BELISA -No exactamente, ¿que hora es?

El -¡Joder con la hora! Las cinco y un minuto

BELISA -Vale, espera un momento

Mientras Belisa se metió la mano izquierda por dentro de la falda hasta alcanzar su parte del cuerpo favorita mientras preguntó:

BELISA -¿Eres bueno en la cama?

Él -En mis mejores momentos sí, hoy es ese mejor momento.

Sacó la mano y comprobó que tenía la mano mojada pero el liquido no presentaba ningún color, así que levantó la mirada y la mano, la mostró a Henry y le miró a los ojos como esperando respuesta.

BELISA -Baja las persianas.

Henry no opuso resistencia, al contrario y como cabía esperar de un Aven cómico como él, bajó con rapidez las persianas y tumbó a su «victima» encima del mostrador, junto a los huevos kinder.

Ella solita se bajó las bragas, que estaban más blancas que las de una monja, y él procedió a hacer estragos.

 

BELISA-Bueno ya esta bien de tonterías, déjame ver esos veintiún.

Belisa se bajó del mostrador y le cortó con los dientes el cordón que sujetaban los pantalones de nuestro fabuloso e increíble videoclubero, solo quedaban los calzoncillos de Mickey Mouse; Belisa paró un momento y cerró los ojos para disfrutar del momento, recordaba con ilusión lujuriosa la transacción realizada hacía dos horas y tres minutos, recordaba la voz del diablo por megafonía, recordaba la emoción al sacar la mano de sus bragas, ¡un momento! ¡Que diablos! También recordaba la segura venganza divina; abrió los ojos con rapidez y le bajó los calzoncillos al animoso dependiente.

BELISA -¿Que es esto? -Algo la había consternado, estaba paralizada, daba miedo, lo juro.

Él-Veintiún centímetros, ya te lo he dicho, yo solo le miento a mis padres y a mis jefes.

BELISA -Mírate imbécil

Henry hundió la mirada y ahora eran cuatro los ojos que contemplaban su entrepierna. Había una cajita, no había falo, no había nada que meterse, dentro había un botón rojo y dos agujeros pequeños en la parte superior, colgando de un cordoncito se encontraba un papel que Belisa arrancó y examinó.

«Modo de uso:

1-Abrir el arca y presionar el botón.

2-Esperar cinco minutos aproximados según la potencia de cada individuo, y recoger la cápsula espermática.

3-Aplicar la cápsula a la vágina femenina y esperar nueve meses.

Firmado: Dios»

Belisa gritó con histeria y apartó el artefacto de castidad de su rostro, tiró las instrucciones al suelo y huyó ante la atónita mirada de Henry, que no acababa de comprender, aunque tampoco empezaba a hacerlo, así que apretó el botón para comprobar los resultados.

El -¡¡Solo tres minutos, de puta madre!!

Las persianas estaban subidas y Belisa ya no estaba allí aunque tampoco muy lejos pues se oían todavía sus encolerizados gritos, Henry salió desnudo a la calle y pudo comprobar como Belisa entre gemidos y desesperados sonidos histéricos paraba a cada transeúnte masculino y le bajaba los pantalones, luego se acercaba a otro y lo mismo, nada.

Verlo era estúpido, pero divertido.


-A mi ex: Por dejarme e irte con otro, gracias a eso he podido empezar esta estúpida nueva vida. Te quiero mucho

 

VERNON

Sinceridad con ella

Cómo me gustó el audio de la segunda parte de la trilogía sobre sinceridad; sobre todo por la canción “Another cherry song” del Grupo 21.

Por facebook y demás os habéis quejado de que no la encontráis por ningún lado. Prometo subirla, para que os la podáis bajar gratuitamente, ya que la banda me ha dado permiso. ¡Recordad que para consultas además de los blogs y de Egolandia, podéis encontrarnos en facebook! “Helio EgolandSeduccion”

 

Hoy os voy a ha hablar de la sinceridad en dos campos.

 

Para hablar del primero, debéis acordaros del “Qué” y del “Por qué”. Viene a ser algo así cómo comunicar o subcomunicar exactamente qué estas haciendo y por qué los estas haciendo —->

 

“Hola chicas, ¿os importa que nos sentemos con vosotras cinco minutos, a ver si nos caemos bien?; y si no, nos cambiamos de sitio”.

 

Lo que comunicas es una cosa, pero estas subcomunicando que quieres ligar; y lo haces porque eres un tío abierto, un poco golfo , mandanguero probablemente, y te gusta conocer gente nueva.

 

Os acordáis ¿verdad?

 

Pues bien, habrá veces que los «por qué» tendréis que verbalizárlos; y ahí entra la primera parte del post de hoy: la sinceridad en la cualificación. Acordaos de qué la gente que nos gusta, nos atrae, o nos llama la atención, lo hace principalmente por:

 

-Físico (atractivo, atuendo, complementos, olor, etc…)

 

-Texto (lo que te ha contado sobre su trabajo, sus inquietudes, lo que has intuido sobre su forma de ver la vida, su sentido del humor, etc…)

 

-Conducta (actitud fresca, inteligente, hace el payaso, esta pendiente de tí, etc…)

 

-Contexto (la situación de estar atrapados en el ascensor de la facultad te hace verla muy sexy; vive en un ático desde el que se ve la Torre Eiffel, el Coliseo Romano y las Piramides de Egipto, ella sabrá cómo, etc…)

Pues bien, teniendo todo eso para observar, no seáis vagos y caigáis en la trampa de tirar por el camino fácil de recordar lo que una escuela u otra de seducción dijeron en no se que post, o aquel audio. Un buen seductor es siempre un buen observador; y teniendo en cuenta todo eso, podéis comunicar de forma emocional qué os hace sentir cada una de esas cosas, que os hace verla especial.

 

No se trata de escribirle un poema sobre sus pendientes, pero sí puedes decirle: “ La verdad que tu forma de mirarme y lo bien que te has maquillado hoy hacen que me este poniendo un poco nervioso; dime algo bonito de mi para que me tranquilice un poco y así volvemos a estar empate”.

Por lo tanto, en la cualificación, tened en cuenta la importancia de la sinceridad; por qué si dais en el clavo (dedicándole tiempo a mejorar nuestra capacidad de observación), una sola frase puede hacer el trabajo de decenas y decenas distintas. Ella sentirá que realmente sientes lo que estas diciendo.

 

 

 

Y la segunda parte de este post, la sinceridad con respecto al “para qué”. Estamos en el siglo XXI y las mujeres obtienen trabajos conforme a sus capacidades; son más guapas y saben bailar mejor que nosotros. Es decir, las mujeres son independientes. Encontraréis muchas que no esten buscando una relación seria, sino un compañero para ver pelis de vez en cuando y tener algo de sexo. Encontraréis otras que puedan tener una amistad con varios tipos a la vez, en la que haya sexo. Encontraréis también a alguna que esté deseando casarse. Es decir…por ahí hay de todo.

Todos nos merecemos el valor de nuestro tiempo y, sí alguien cree que está invirtiendo su tiempo en algo que tú sabes que no va a suceder, lo más humano es ahorrarle su tiempo, aunque para nosotros suponga una perdida.

Por eso, es tan importante que recordéis ser sinceros con el para qué. Porque también puede pasar que vosotros os colguéis de una chica y sea ella la que simplemente no quiera tener pareja seria; e igual de sano será para ti sincerarte, y que ella decida que hacer, que seguir el rollo y llevarte una desagradable sorpresa, viéndole cogida de la mano de un tío menos atractivo que tú un Jueves por la tarde. O a veces tendréis que dejar marchar a chicas porque no buscáis lo mismo que ella y tendréis, incluso, que alegraros de que ella encuentre un novio que le vaya a dar lo mismo que ella busca.

Recordad no cerraros tampoco a vuestras emociones. Nuestros intereses y sentimientos son cambiantes, así que una frase del tipo “yo no quiero ser tu novio”, tiene mucho más sentido cuando es : “yo durante una temporada no me veo haciéndome tu pareja; no sé lo que pasará en un futuro a media distancia; pero, si vas a sufrir por seguir viéndome sin ser tu pareja, tal vez sea el momento de dejar de vernos”.

Para acabar con un poco de humor os dejo con una cita de un tipo muy inteligente, y dijo Petronio : “Puedes casarte o quedarte soltero, pero de ambas cosas te arrepentirás”.

 

 

Total… que hay que ser sinceros. Con esto acaba la trilogía sobre sinceridad, que os recomiendo que la ejerzáis en su plenitud, siendo sinceros con vosotros mismos y con ella. Si no lo habéis hecho, escuchad el audio del post anterior. ¡Un super abrazo!

 

 

Herramienta: Boomeregoland

Esta herramienta fue mi primera aportación en el mundo de la seducción. Hace ya muchos años.

Pasa el tiempo, y como todo lo auténtico, no pasa de moda. Sigue siendo igual de eficaz.

Incluso está publicada en el libro Sexcrack de Mario Luna.

Algunos os dirán que afirmar sus imperfecciones o negar nuestro interés es en un principio imprescindible para que nos vean más atractivos y restarle autoestima; para parecer más “molones”. Y yo os digo que los negas (intentos de minar su confianza) y demás sólo son herramientas para reconducir puntualmente una conversación que se nos ha puesto muy cuesta arriba.

Una de mis aportaciones más antiguas en el mundo de la seducción es el boomeregoland. Cada vez que queramos avanzar y ante la adversidad de un “no” mal argumentado o injustificado, os sugiero utilizar esta herramienta.
¿Y por qué este nombre?
Porque vamos a utilizar la fuerza de su no como arma. El mismo rechazo que ella utiliza con nosotros, al eludirlo, se lo devolveremos con más fuerza de la que nos lo ha lanzado, tal que un boomerang que parte desde un lugar y al no encontrar un objetivo regresa e impacta en el origen del lanzamiento con mayor fuerza.

¿Cómo?

1. Narramos lo que ha sucedido dándole exageradamente la razón y con el mismo grado de exageración nos la quitamos a nosotros, utilizando el humor y la ironía de forma que ella misma, como delante de un espejo, contemple su postura de rechazo o negativa ante nuestro avance de una forma ridícula.

2. Otorgándole justo la virtud, capacidad o habilidad opuesta a la que utiliza para tratarnos. ¿Cómo? Utilizando el humor y la ironía con la misma finalidad anterior. Pero hagámoslo siempre sin cerrarnos las puertas y con el cariño que un hermano mayor le dedicaría a su hermana pequeña.

Pongamos ejemplos para ambas fórmulas.

—Hola, chicas. ¿Qué se cuece por aquí?
—Por aquí nada.
—Interesante. ¿Nunca se cuece nada o es que hoy no tenéis nada que cocer?
—Tío, hemos venido a bailar.
—¡Claro! Discúlpame. Tengo cosas de bombero. ¿A quién se le ocurre que un chico un sábado por la noche se acerque a un grupo de chicas para conocerse? Todos deberíamos salir los fines de semana, ponernos guapos y quedarnos quietecitos sin abrir la boca. Gracias por abrirme los ojos. Estaré por allí por si acaso te vuelves loca como yo.

En esta ocasión, el sujeto protagonista ha abandonado voluntariamente la conversación.
Unos minutos después podremos acercarnos de nuevo previo examen visual. Es más que probable que ellas no nos quiten los ojos de encima durante unos minutos. Como veremos posteriormente, ignoraremos lo sucedido.

Ejemplo 2:

—Hola, chicas. ¿Qué se cuece por aquí?
—Por aquí nada.
—Me lo temía. Me encantan los corros de chicas en los que no se cuece nada.
—Tío, hemos venido a bailar.
—Se nota. Pero estáis disimulando aquí quietecitas, ¿verdad?
—Largo de aquí.
—¡Vaya! Me estás dando una lección que jamás olvidaré. Tú eres mucho más divertida que yo y no estoy a tu altura. Os voy a dejar aquí dando lecciones de cómo enfocar un sábado por la noche. A ver si encuentro una terrorista como yo que hable con gente que no se conozca desde hace años. Es lo que me merezco. Dime que me largue con una sonrisa y me voy.

Como todo en la vida, hay que interiorizarlo y hacerlo nuestro.

Id probándola y ajustándola a vuestras circunstancias.

Siempre vuestro.

EGOH

Actitud de un seductor: Sinceridad

Primero agradecer el recibimiento que ha tenido el podcast. Otro éxito en Itunes. Lo cierto es que tratamos de dar un rato entretenido, en el que os riáis escuchándonos no sólo hablando de psicología o seducción, si no aprendiendo igual que hacemos nosotros un poco más del mundo que nos rodea.

 

La cosa no se frena ahí, ya que estamos desbordados de talleres por todas partes de España (ni que decir tiene que los viajes largos los hace Helio, ya que Egoland es el jefazo)…Dudas, consultas, elogios, agradecimientos…un sin fin de bocanadas de energía para seguir continuando con todo esto que a mí me gusta llamar aventura.

 

Mucho he nombrado en mi blog lo de “¡Sed naturales!” Incluso citando a Socrates, que quedaba más cool. Empecé mi blog hablando de la generosidad; de la importancia de ella tanto en la seducción como en la vida. Y mi mensaje después de cada post resultaba coherente. Os recomiendo encarecidamente la sección “Actitudes de un Seductor”, allí es donde encontraréis lo que realmente hace que para mí alguien se convierta en seductor.

 

 

Y así abro una trilogía sobre la sinceridad que constará de tres artículos:

 

Este, introductorio donde yo voy a ser sincero.

 

-Se sincero contigo mismo.

 

-Se sincero con ella.

 

Evidentemente el orden es aleatorio, pues es igual de importante ser sincero contigo cómo con ella.

 

Y aquí empiezo yo a sincerarme con un mensaje para todo aquel que siendo sincero a si mismo se responda “Yo lo que quiero es follar con todas las tías que pueda, sin importarme el efecto que pueda mi conducta tener en ellas, mintiendo cómo una rata si es necesario”

 

Bien. Tú aquí, a mi blog, a Egoland Seducción, no estas invitado, a no ser que entiendas qué tu tienes un deficit de autoestima que nosotros te podemos ayudar a superar y nos digas, «pienso eso, pero quiero cambiar». Puedes acostarte con muchas chicas siendo sincero con ellas, aunque en algunos casos tengas que fastidiarte y dejar a mujeres maravillosas marchar.

Nos va bien y podemos elegir. No es eso lo que yo quiero enseñar. No he nacido para enseñar eso.

 

Bienvenidos a la Sinceridad.

Seduciendo de noche: Relación abierta

Después de cuatro semanas sin descanso vuelvo a tener dos minutos libres para escribir un post relajadamente. Aviso a navegantes, este fin de semana necesito descansar un poco, así que no habrá taller mío. Han sido muchas experiencias en el personalizado en Valencia, el grupo A de Madrid, un triángulo de Helio en Barcelona y el Pack de Helio en Pamplona. Pero no todo ha sido trabajo…

 

Era Sábado, acababa de llegar de Barcelona City y lo último que quería era saber nada de seducción, chicas ni nada parecido ( me preocupa convertirme en un hombre monotemático) así que cite a dos colegas para pasar una noche de chicos, a saber, hablar de futbol, extraterrestres e idioteces varias. Para asegurar que no había posibilidad de pensar en chicas quedamos en un sitio inofensivo. Un lugar del que no diré el nombre, pero que frecuentan hombres y mujeres que en general sobrepasan la cincuentena. Un sitio perfecto para cuando superé mi tercer divorcio, pero que de momento, repito parecía inofensivo.

Abrimos la puerta y nada tenía sentido, el sitio donde nunca entrábamos porque no mola nada estaba lleno de tías buenas y tíos buenos. Algunos maduritos habían, pero la inmensa mayoría era gente joven y guapa. Nos pedimos tres cervezas en la barra y nos sentamos a disfrutarlas. A uno de mis amigos le había regalado hace poco un taller por su cumple, así que estaba flamenquísimo y antes de que me diese tiempo a pestañear ya estábamos hablando con tres mujeres que tenían bastante gracia. El sitio no es muy grande y en poco tiempo habíamos hablado, saludado o bailado con la mitad del garito. Me fije en la camarera que me invitó a un chupito por no me acuerdo qué motivo. Cuando ya me había resignado a que mi noche iba a tener que ver con ligarme a la camarera explosiva; una pasada de tía, la verdad, un hombre calvo, de metro sesenta, unos treinta años, con una perilla exactamente igual que la mía me tocó el hombro:

 

-Hola, yo soy Borja, necesito que me hagas un favor. No soy gay ni nada, pero eres un tío guapete. Acompáñame a hablar con esas. Tu sólo tienes que poner la cara. Yo hablo.

Le acompañe y acabamos siendo el centro de atención de un grupo de cincuentonas. Mis amigos estaban hablando con un tío grandote y una chica alta y flaca que me encantaba. Una vez volví me enteré de que eran los amigos del tal Borja. Me senté al lado de la chica flaquita y sexy. Con autoridad, generosidad y comunicación emocional tarde poco en conocer y enamorarme un poquito de N. N resultó ser una tía interesantísima, que le encantaba viajar, un sentido del humor ingenioso y puntiagudo, casi tan alta como yo y encima olía muy bien.
Durante la conversación me hizo saber que estaba coladita por Borja un merito enorme teniendo en cuenta que era una tía como un castillo de atractiva y él no era para tanto, así que me alegré mucho por él, sobre todo porque sé que tengo muchos números para quedarme calvo, más pronto que tarde, así que cada vez que veo a un tio calvo con una tía buena, me alegro doblemente.

 

Despues de muchas risas y alguna que otra mirada furtiva, N y yo estábamos sin querer cogiéndonos de la mano y bailando. Mis amigos estaban mandangueando con Borja y su otro colega y mi cerebro empezaba a no entender nada.

 

Ella ya sabía por que me gustaba, porque durante la conversación se lo había dicho, yo había resultado atractivo por mi conducta y mi forma de comunicarme. Sin querer había sexualizado. Así que me tome un minuto para enterarme de que estaba pasando.

 

“Oye, Borja, N me esta gustando mucho, pero sé que estáis liados y no me molaría…”

El tal Borja estaba susurrandole cosas al oido a una morena que había a su lado. La situación era desconcertante. Así que, viendo que no me hacía mucho caso, volví con N y le dije que a veces estas cosas pasan, que no podemos evitar que nos atraiga la gente. Ella sonrió y me susurró al oido “Borja me ha dicho que tengo muy buen gusto. No te preocupes, tenemos una relación abierta”

La noche acabo genial. Nada parecido a lo que esperaba en un principio. Pero hay que estar preparado para todo, hasta para conocer a gente con relaciones abiertas…

 

Mi primera cita con…La gata negra

Me copio de Helio esta sección que me ha gustado mucho y que a partir de ahora hago parte también de mi blog. Siempre es productivo recibir información de como los otros viven tu forma de ser, y además, siempre puedes acabar riéndote de uno mismo.

Os dejo con la primera colaboración que he pedido a quien es ahora un buen amigo.

***

La conocí una mañana de abril, en un examen al que no tenía ganas de ir. Bueno, en realidad ya nos habíamos echado el ojo por los pasillos de la facultad, puesto que compartíamos aula en las prácticas de la tarde. La cuestión, es que allí estaba yo, intentando inventarme una pregunta sobre el desarrollo embrionario de un pollo en el huevo, cuando oí que alguien abría la puerta a mis espaldas. Miré el reloj y pensé: A alguien no le van dejar hacer el examen…. Pero me equivocaba, el sonido de unos tacones de infarto sonaba cada vez más cerca y cuando pasó a mi lado no pude evitar levantar la vista de la hoja que tenía delante. Mi concentración cayó en picado. Tras un breve cruce de palabras con el profesor al cargo, se sentó en la última fila, mascando chicle y sin dejar ese aire de niña buena que la envolvía pese a llegar tarde y alterar a toda la clase (o por lo menos al sector masculino).

Acabé a duras penas el examen, no sin dirigir de vez en cuando mi mirada a la última fila. Lo entregué, salí de la sala, y de pronto, como una ola, alguien me abordó preguntándome que había respondido en la dichosa pregunta del huevo y el pollo. Cuando me repuse del susto, la vi a ella, enarcando una ceja, esperando mi respuesta, a la cual solo pude responder con palabras inconexas. Se me quedó mirando y me preguntó si me conocía de algo, y allí empezó una conversación, que acabó con una breve despedida y su dirección de messenger apuntada en una hoja de mi libreta. Sinceramente, lo primero que había pensado de ella era que era un chica creída y altiva, pero después de hablar con ella pensé que estaba absolutamente loca, no obstante, me cayó bien, muy bien, era como un torrente de agua fresca en un día de calor, no se como explicarlo, es un persona que atrae a todo el mundo que se acerca a ella, tiene ese gancho que te atrapa.

Hablamos, mucho, largo y tendido, congeniamos muy rápido, y de vez en cuando nos saludábamos por los pasillos de la facultad, cada vez con mas asiduidad, hasta que un día decidimos quedar a hacer un trabajo juntos. Lo cierto es que me sorprendió un poco que accediera a ello, pero por otro lado, no había nada malo en que dos compañeros de facultad quedasen para hacer un trabajo en común, ¿no?

Comimos en un restaurante de la zona, mientras una tormenta anegaba las calles en el exterior. No me había reído tanto en mi vida, fue sentarnos a la mesa y la conversación fluía sola. Jugamos a un juego, yo hacía una afirmación y ella debía argumentarla, por descabellada que fuese, y no había forma de ganarle. Las horas pasaban, y en ningún momento surgió ningún silencio incómodo, todo era buen rollo y risas, era como si la conociese desde hacía años. Estaba loca, sí, pero es esa locura que te contagia, que te hace sacar a la persona que llevas dentro, que te hace mostrarte sin vergüenza y sin miedo a que te vayan a herir. Estaba realmente cómodo. En pocos días había pasado de ser la típica diosa inalcanzable (cuando la vi por primera vez), a ser un tía brutalmente afín a mí.

 

Dejó de llover y nos fuimos paseando a un parque cercano, nos sentamos en uno de los pocos bancos que no estaban empapados y ella, hábilmente, me robó la sudadera alegando que tenía frío. Se tiró sobre el banco apoyando la cabeza en mis piernas. Ambos mostrábamos interés, pero nadie daba el primer paso. Realmente no era una prioridad dar el primer paso, nos tanteábamos, avanzando y retrocediendo, como en un baile. No era tan importante el fin, sino el cómo. Estábamos profundizando el uno en el otro, y analizando las posibilidades, no era un peón en su tablero, el juego estaba siendo de igual a igual. Conforme avanzó la tarde, se puso la capucha dejando solo al descubierto sus labios. Me costó horrores no darle un beso, pero la verdad, es que hubiese roto el momento si lo hubiese hecho. De nuevo se puso a llover. Antes de despedirnos, hicimos una apuesta en la cual, quien perdiese, invitaría a comer al otro la semana siguiente.

Si os dais cuenta, perdiese quien perdiese, el resultado era que teníamos otra cita por delante. Gané yo (o me dejaron ganar), la cuestión es que aquel día preparó un maravilloso picnic, con su cestita, cubiertos, mantelito…. Nos tumbamos en la hierba del río, comimos, hablamos, reímos, divagamos, tonteamos…. como en las veces anteriores, la conexión había sido instantánea. La tarde fue avanzando, y estábamos cada vez mas cerca el uno del otro, cuando ya el espacio que nos separaba era de milímetros, le hice una pregunta, a la que con una sonrisa angelical me respondió con una bordería, nos reímos unos segundos, nos quedamos mirándonos a los ojos y acabamos besándonos un largo rato (que se me hizo muy corto) sobre la hierba.

Y así fue como La Gata Negra y yo nos conocimos. Ese fue el primero, pero no el último de los besos que vinieron. Y aunque podría explicar como fue el último, eso, amigos, es otra historia.

Actitud de un seductor: Naturalidad II


 

El Martes fue el primer concierto de un grupo en el que acabo de meterme. La aventura que hace mil que emprendo este mes. La cosa fue bien. Un espontáneo le quitó el micro a uno de los cantantes, el generador se apagó a mitad actuación y un largo número de anécdotas que sin duda me apetecerá contar a la próxima chica con la que este disfrutando del airecito del verano. Y le contaré lo que pasó desde la mas absoluta naturalidad. No forzaré ni tendré calculados los pasos que voy a seguir. Eso es lo que me convierte en un seductor; para mí es la mejor de darme a conocer a una persona.

 

Tengo muchos defectos. Si hiciesemos una encuesta sobre mis defectos, la pregunta debería ser “¿Contabilizaría usted los defectos de Helio en centenares o en miles?” Pero no me preocupa. Intento mejorar día a día. Ese es mi punto fuerte. Por eso desde la comunicación emocional, puedo contar mis puntos fuertes, mis puntos débiles, siendo consciente de lo que la otra persona quiere escuchar, siendo un buen observador, cualificándola y disfrutando del proceso. Soy Helio. Comunico, Observo, Cualifico y Disfruto.

 

La misma persona para decir a qué me dedico, cual es mi helado favorito o que quiero pasar la noche con ella. Por qué he aprendido a saber que necesita la gente con mi observación activa y a comunicarme de forma que resulte atractivo escucharme y conocerme. Eso es lo que yo quiero enseñaros. Eso es lo que a mi me hace sentir que tengo legimitidad para hacerme llamar profesor de seducción. Creo que la mejor forma de seducir es hacer que la otra persona sienta que te esta conociendo y que lo que le muestres, le guste.

 

Perdonadme si notáis emoción en mis palabras cuando hablo de a lo que me dedico y de los resultados que nuestros alumnos experimentan. Esta es la forma de hacer las cosas que a mi me llena. No voy a enseñaros a ser Helio. No tengo ningún interés en mostraros qué frases decir o que caras poner. Voy a enseñaros a ser vuestro “yo” más seductor, a que creéis vuestras propias herramientas, a daros lo mejor de las mías y a qué así, todo lo que hagáis, os salga de manera natural.

 

 

Seduciendo de día: Anécdota graciosa

Vuelvo con “seduciendo de día” después de que en facebook todos me hayais estado pidiendo fervientemente un nuevo articulo. Antes que nada recordaros que el 31 de Septiembre hay un “triángulo de Helio” en Barcelona y que el 7 y 8 estaré en Pamplona. Espero que os portéis bien conmigo por esas ciudades.

 

Estaba en Madrid en una tarde de Verano calurosa. Hacía poco había descubierto la zona de “La latina” y me gustó tanto que aproveche una de mis tardes libres en la capital para visitar esa zona. Estaba en la terraza de un bar muy cercana a la plaza de La latina. Era un sitio muy bonito, caro y mi zumo de tomate estaba frío y sabroso pero mi intuición sabía que me iban a cobrar dos veces lo que me apetecía pagar. En esos pensamientos estaba inmerso cuando una chica con el pelo largo y rizado se me acercó.

 

Se puso delante de mí y se me quedó mirando. Estaba con pocas ganas de ser un gran seductor. Sonreí. Ella sonrió con una sonrisa un poco forzada. La verdad, es que no entendía nada de lo que me estaba pasando. Pero le salude con un «Buenas tardes» Siempre el primer paso, sea cual sea la situación debe ser ofrecer algo positivo. Una sonrisa es suficiente y necesaria.

 

-Sé quien eres.- La situación era la siguiente. Una tía un poco mas jovencita que yo, castaña, con unos ojos gigantes y marrones se me había parado enfrente para decirme “se quien eres”. Yo me figuré que algún amigo suyo le habría contado algo sobre quien es Helio.

-Ah. Pues encantado, ¿te llamas?

La chica me puso cara de asco. Cómo lo oís. Se puso a hacer aspavientos y por fin, mas quieta que una estatua y con su bufanda rosa colgando por la espalda me dijo algo así cómo “Soy la mejor amiga de Ana, te suena ¿verdad? Y quiero que sepas que a nadie le gustas”

 

Aunque no os lo creáis soy bastante sensible para estas cosas. Intente hacer un esfuerzo por recordar quien era Ana. La única Ana de Madrid que podía estar algo enfadada conmigo era bastante mayor que yo y esta chica no tenía ninguna pinta de ser su mejor amiga. Tal vez me estaba olvidando alguna Ana de Madrid.

 

-Seguro que puedo darte una explicación. En general soy buen tío. Lo que pasa es que no se de que Ana estamos hablando.

 

Su reacción no mejoró mucho. Algo así cómo “¿Cómo puedes ser tan capullo?” e insultos parecidos. Yo gesticulo mucho hablando y recuerdo la sensación de quedarme con las manos en una posición un poco extraña mientras esta chica me insultaba y me decía cosas que no entendía muy bien. Así que decidí mirar la situación desde fuera y me imaginé a mi recibiendo insultos de una desconocida en Madrid después de un fin de semana de trabajo. Empece a reírme. Si lo que nos ofrecen esta fuera de lugar o no sabemos de qué va la cosa, ¿por que no afrontarlo con humor?

 

La situación no había cambiado, la chica se enfadaba más por momentos. Hasta que en un momento soltó algo así “Eres un mierdas Miguel” Y ahí mi carcajada fue aún más sonora. En un momento de silencio le dije que lo sentía mucho, pero que yo no era Miguel, que ni siquiera era de Madrid y que si se sentía mejor yo también odiaba a Miguel.

 

La pobre chica se puso roja, callada y se tapaba la boca. Intenté ponerselo fácil. Cuando conseguía hablar sólo repetía “perdon” en bajito y muchas veces. Mi actitud y mis frases eran de que no pasaba nada. Le invité a sentarse hasta que se le pasase el sofoco e intentaba que ella viese lo gracioso de lo que acababa de pasar. Me pedía perdón cada minuto aproximadamente. Luego me contó algo de un tal Miguel que se parecía a mí y que se ve que se había portado un poco mal con una amiga suya. Dejando a un lado la negatividad me presenté e hice que se presentase. Al final mi tarde a solas se había convertido en una anécdota divertida. Ella al rato empezó a sentirse comoda y empezó a vislumbrarse algo de mandanga.

Al día siguiente tenía que volver a Valencia y la chica no me volvía loco, no le pedí siquiera en movil por qué cuando voy a Madrid no tengo mucho tiempo; pero a veces el azar dispone quien es nuestro compañero de sobremesa.
Os dejo con Perry Farrel, uno de las grandes estrellas del grunge de L.A. que ahora ha experimentado con esto y ha salido una cosa muy chula.