Nuevo amor


¿Os han dicho muchas veces …ehh… Tenemos que hablar, esto no funciona, mejor somos solo novios, nuestra amistad no funcionaría jamás, ni aunque me atases al tronco de un árbol durante dos años bisiestos.

¿A que no? Pues ya está, verdad mundial, aprendizaje universal.

 

No voy a enumerar la cantidad de tipos de amor que nos hemos inventado los humanos porque, en primer lugar, a la mayoría de ellos nos los diferencio entre si, los incluyo en el mismo grupo. En segundo lugar, porque ningún sentimiento de amor tiene que ver con ninguno otro, es decir, a cada persona se le quiere de una forma distinta, y dentro de esa forma de amarla se aceptan, se rechazan, se hacen cosas que con otras personas no hacemos, a pesar de creer quererlas de igual modo.

 

Por ejemplo, yo quiero a mi perro mucho, de verdad, y estoy bastante segura de que daría mi vida por él, sin embargo dudo en intercambiar mi vida por la de alguno de mis novios, digo dudo por no sonar tan contundente. Lo mismo pasa con mi madre, a la que quiero por encima de todas las cosas, hasta las que vuelan. Por ella siento amor, más intenso que por mis amigas, pero igual de sincero e incondicional. Amor bien diferente al que he tenido por alguno de mis mejores novios, por los que ni en broma hubiese dado mi vida, y por los que, sin embargo, hubiese muerto de amor.

 

Qué bonito, otra vez.

 

En el día del amor, perdón, de los enamorados, me veo en la obligación de hablar de odio. Sentimiento contrapuesto y contrincante. El amor y el odio son el aval de la dualidad de los sentimientos. Resulta fácil observar que no existe uno sin el otro, pero lo que yo quiero decir no es eso. Yo quiero hacer apología del odio en el sentido de aceptarlo como una emoción sincera y auténtica que nos invade de vez en cuando para dejar paso a otros sentimientos más pasajeros, como la rabia o la impotencia. Hay que permitirse sentir cosas terribles y desagradables. Ya vale esta sociedad que siente lástima por quien está triste o no es feliz, arriba la gente que no es feliz porque eso en ningún caso significa ser infeliz.

 

Arriba la gente que no le importa caer porque sabe que volverá sentirse mejor, que llora porque sabe que seguramente mañana ya no quiera seguir, que recuerda el dolor porque sabe que algún día finalmente lo olvidará. Arriba la gente que se permite sufrir porque sufrir, como amar, no es malo, es aprender y sobre todo es sentir. Tengo tan claro que es mejor vivir tal como digo, permitiéndonos sentir cualquier cosa, por horrible y mezquina que parezca, que cuál poeta maldito no soporto ser feliz sin tope, de vez en cuando cierro los ojos y busco el vacío de algún dolor pasado, en cuanto llego allí doy media vuelta y vuelvo, puede que hayan sido dos minutos pero he tragado la misma saliba que entonces, me ha dolido el mismo corazón y he vuelto a la realidad con la misma sonrisa, eso si, más viva y más vigente. Lo importante es sentir la intensidad de las cosas, llegar hasta el fondo de ti mismo, buscar, encontrar, valorar y salir corriendo a la superficie. Ah, intenta que todo esto dure lo menos posible.

 

Jean Cocteau murió el mismo día que se enteró de la muerte de su amiga Edith Piaf, momentos antes dijo

«C’est ma dernière journée sur cette terre. Je n’ai jamais connu d’être moins économe de son âme. Elle ne la dépensait pas, elle la prodiguait, elle en jetait l’or par les fenêtres».

 

Traducción churrera: «El barco se acaba de hundir. Este es mi último día en esta tierra. Nunca he conocido un ser mas desprendido de su alma. Ella no entregaba su alma, ella la regalaba, ella tiraba oro por las ventanas».

 

Qué bonito. Bien por la amistad sincera y sin condiciones. Bien por esta amistad porque es la única forma de amor que no espera ser correspondido y sin embargo suelo serlo.

4 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *