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Relato erótico: Un hombre afortunado

Por fin. Y digo por fin porque me ha llevado un tiempo poder estar aquí. Te estoy mirando a los ojos bonita y si supieras lo que pienso cuando los veo brillar te asustarías, o bien te excitarías o qué cojones, ambos a la vez. Me miras y parece que mientras se mueven tus labios me desnudas con tu mirada. Tienes un mojito entre las manos, se deshace el hielo mientras hablas conmigo sentada en la toalla encima de la arena de la playa de Barcelona. No sé que me estás explicando porque la Luna reclama mi atención. Hoy me siento un hombre realmente afortunado por el vestido que llevas. No voy a tener que hacer prácticamente ningún esfuerzo para desnudarte, y eso es en lo que pienso.

Mientras, tu sigues hablando y te interrumpo con un beso que ese brillito de tus ojos reclamaba. Te excita que te interrumpa y por eso me lo devuelves con más ganas de la cuenta. El mojito se cae, pero no nos importa. Tu sexo ahora está mojado con azúcar y hielos con sabor a menta, no creo que sea un problema. El frío que recorre tu entrepierna te obliga a pedirme que te toque, que te roce, que te bese lentamente esa entrepierna mojada, pero me resisto porque quiero que sufras excitada, mojada y muerta de ganas. Ese vestido que parecía tan fácil se resiste porque siento la necesidad de desnudarte completamente, no de manera parcial, así que con un tono dominante y autoritario te digo que te levantes, que quiero verte como te trajo Dios al mundo.

Tu rechistas, pero cumples mis deseos. Dejas entrever una lencería que le quitaría el aliento a un muerto, roja pasión de encaje, ajustada porque es una talla menos de lo que realmente deberías llevar, pero tu cuerpo me cuenta un secreto y es que al ser tan bonito se lo puede permitir, algo que no muchas mujeres pueden decir. Me acerco, te miro, te toco y gimes bajito y lento, como a mi me gusta. Me peleo con el cierre de tu sujetador y mis manos de pianista luchan por desabrocharlo como si de una caja fuerte se tratara, es normal, encierran un secreto. Como no puedo desabrocharlo a causa de la excitación y de tus temblores de piernas, decido reventarlo, partirlo, romperlo con la fuerza que saco de mis brazos, definidos y musculados, como a ti te gustan. Al escuchar y sentir como rompo tu sujetador te excitas más y más y lo mismo hago con tus bragas ya que estoy enfadado con ellas porque encierran tu sexo, húmedo, impaciente y deseoso de que le cuente secretos muy de cerca, con mi lengua. Tu excitación crece y llega el punto en el que ni tu ni yo podemos volver atrás, estás tan caliente que tiemblas entera, pero soy demasiado malo y un poco hijo de puta, voy a hacer que me supliques que te penetre, porque primero vienen los preliminares, esos tan largos que te llevan al estado en el que pierdes por completo toda consciencia de donde estás y de quien eres. Ese momento en el que estás completamente en mis manos y puedo hacer contigo lo que yo quiera, sabes que me excita sentirme poderoso.

Con un movimiento brusco pero controlado te hago caer a la arena de la playa, sin dolor. Estás completamente desnuda y así tirada pareces una sirenita recién salida del mar que pide ayuda porque estás mojada, pero no de agua salada. Agarro tus muslos con firmeza, tan largos y torneados que son de fácil manejo y por fin, me acerco a tu sexo, no puedes parar de temblar y lo entiendo. Acerco mi lengua al punto en el que tus muslos forman tu tronco. Juego primero con tu clítoris, suavemente muy suavemente. Agarras mi cabeza por detrás y no puedo controlarte así que el cunnilingus aumenta radicalmente su fuerza, me excita que – dentro de lo que cabe – expreses algo de dominancia así que sigo jugando con tu sexo, esta vez con mayor intensidad. Noto que tu coño se moja cada vez más así que subo y acaricio tus pezones mientras te miro a los ojos, tienes cara de estar exhausta, tus ojos parece que no enfocan bien y miras al cielo, la luna está allí arriba, dándome permiso para que haga aullar ya que ella quiere escuchar tu canto de placer. Paso mi lengua por tu pezón izquierdo y luego por el derecho, sabes que siempre he tratado igual a esas montañas de deseo que porta tu tórax. Yo estoy muy excitado ahora y me levanto, te cojo de la mano para que te arrodilles y me saco la polla, quiero una felación de esas que llevan mucha pasión, quiero que la agarres como si no hubiera nada más en esa playa, tu obedeces obediente y me la chupas como si no hubiera un mañana. Gimo, pero gimo porque no lo puedo evitar, ahora soy yo quien aúlla, mirándote a los ojos sintiendo esa sumisión.

relato erótico en la playa por la nocheSabes que me gusta y por eso me permites esos caprichos. Mientras me haces la felación jugueteas con mis testículos y me masturbas a la vez, tu también quieres que llegue a tu nivel. Ninguno de los dos podemos aguantar más y me pides que te penetre pero todavía no estás suplicando así que vuelvo a jugar con tu sexo, esta vez empiezo a masturbarte yo, quiero que te corras primero una o dos veces con mis dedos antes de que te penetre con mi polla, caliente como el tridente del diablo. Realmente sé donde tocarte, ya te conozco y ahora es cuando empiezas a aullar y la luna te lo agradece aumentando la intensidad de su luz esa noche. Ya te has corrido una vez, dos veces y estás a punto de llorar pidiéndome que te penetre fuerte, sin piedad y con pocos motivos. Mi polla asoma y me acerco a tu coño, primero juego con la punta y tu clítoris y cuando no te das cuenta te penetro, poco a poco. Subo la intensidad del deseo y el ritmo que llevo hace que te corras por tercera vez en unos pocos minutos. Cambiamos de postura y probamos medio Kama Sutra, sabes que además me gusta azotarte con cariño de vez en cuando, porque te duele un poco pero te excita muchísimo. Cuando estoy a punto de correrme me levanto y acerco mi polla caliente y mojada a tu boca, quiero correrme en tu cara con una última felación y eso hago, cuando te imagino impregnada con mi semen algo dentro de mí sube como una espirar de la punta de los dedos de los pies a la parte más alta de mi cabeza en forma de placer. Ahora tiemblo yo también joder, mis piernas no responden a nada más que a las órdenes de mi polla y tiemblo tanto que casi caigo al suelo.

Ahora nos bañamos en el mar, juntos, abrazados y acariciándonos, dándole las gracias al mundo y a la luna, por habernos conocido.

JOAQUIN VEGA

Relato erótico: El sexo de ella

Las sombras empiezan a difuminar el color de todo lo que tocan y, en armonía, el ruido se va apaciguando. La alfombra negra del dormitorio le abraza los pies desnudos como invitándola a quedarse y concederse un momento….solo a ella.

Se queda parada delante del espejo mientras se mira sin verse, perdida en algún lugar. Toma una calada y disfruta devolviéndole el humo a su reflejo, que está ya tan colocado como ella y no responde a sus pueriles provocaciones.

Su cuerpo es frágil y ella se mira. Mira cómo sus manos toman la decisión de moverse y empiezan a desabrocharle la camisa. Casi etéreos, van surgiendo dos pezones que, al contacto con el aire, despiertan súbitamente y se yerguen, atrevidos y provocadores, sacando pecho. El embrujo del negro le sienta bien…

Se mira en el espejo mientras sus manos le bajan la cremallera del pantalón y siente la irresistible necesidad de apretar y contraer los muslos…porque el universo entero se concentra ahora en ese punto, en una sensación tan intensa que se hermana con el dolor. Se pone de perfil para observar cómo sus manos le bajan los pantalones, muy despacio…y sin dejar jamás de mirarse. Mientras lo hacen y al lento ritmo de un ceremonial, sus piernas se abren levemente y su cuerpo se inclina, mientras ella observa el efecto de su imagen. Su cuerpo pálido destaca ahora con nitidez del oscuro fondo, por eso al ritmo de las sombras aún distingue su imagen en el espejo.

Relato erótico para mujeres

Detrás de ella está la cama. La rodea hasta llegar a la mesilla de noche en la que tiene el equipo de música, donde siempre, siempre, suena Mercan Dede. El primer sonido ya es una invitación, toda una provocación….y ella quiere abandonarse, cederse, perderse, agotarse… La luz roja de la lámpara de noche lo oscurece todo, lo diluye en una sensación de irrealidad que la empuja con impaciencia hasta la cama.

El rojo de su piel la difumina y mimetiza con la colcha, de modo que tiene la extraña sensación de ir desapareciendo poco a poco, a medida que sus manos avanzan ansiosas hasta su sexo. Comienzan a bajarle las bragas muy lentamente y ella disfruta de cada centímetro vencido a la desnudez, ansiando siempre el siguiente avance. ¡Qué hermosa se siente! Este es el momento más estremecedor, ese instante antes de estar completamente desnuda, antes de abandonarse por completo al placer más elemental. Todo su cuerpo siente ahora la suavidad de las sábanas y, al contacto, su piel reacciona de inmediato concentrando todas las sensaciones entre sus piernas, que son ahora las columnas del universo, polvorín del mundo. Se lleva los dedos a la boca y los humedece….todo lo demás es marea, tormenta, acantilados, dunas, torbellinos, ciclones, terremotos, batallas campales, naumaquias, tornados….silencio….y en la boca una sonrisa idiota.

SASA

Relato erótico: Caliente y dura

Ya valía, esa noche quería sexo, follar, que me dieran lo mío hasta reventar, nada de amigos con derechos, que al principio muy bien pero nunca se contentan con nada, al final quieren hacerse los dueños de mi sexo y que esté abierto siempre que ellos quieran.

Tampoco es que tuviera muchas veces el cerrojo echado, pero si les decías que si tres veces seguidas o los llamabas a menudo, se terminan volviendo pedantes y posesivos, cosa que en la cama me parecía divertido, pero fuera de ella me dejaba el chocho frío, así que ya llevaba unos meses líada con mi amigo chin-gong, un vibrador made in china, un compañero de juergas siempre dispuesto y en forma ante mis requerimientos y lo único que pedía a cambio era que de vez en cuando le recargara las pilas, un lavado y se quedaba esperando firme hasta nuevo aviso.

Hablando de chin-gong: me iba a hacer compañía en la ducha y me hará salir más alegre y relajada, con todo limpio y en su sitio, estaba caliente y como buen oriental, hizo su trabajo de forma eficaz, a los pocos minutos con solo frotarlo por encima de mi clítoris y estaba derramándome igual que la ducha, mojada, húmeda y a gusto tanto por dentro como por  fuera.

Con una sonrisa en la cara volví a la habitación, mi amiguito se quedó en su bolso en un cajón de la mesita para posteriores servicios, allí estaba otra vez el odioso espejo. Me sentía feliz casi siempre hasta que me enfrentaba a él, sabía que era atractiva para los hombres, nunca me plantee si por mi simpatía, mi cuerpo, mi cara o mi forma de mamarla, la realidad es que al final siempre terminaban siendo unos capullos y o se largaban con alguna escusa peregrina o los terminaba echando por imbéciles, así que las relaciones estables no eran lo mío.

Puñetero espejo, contenta conmigo misma y odiando lo que me devolvía al puñetero invento, era más que autosuficiente, en un mundo en crisis donde una mujer sola y con poca preparación tenia difícil encontrar algún trabajo decente, pero hasta el momento había salido adelante sin necesidad de atarme a nadie.

Me vestí para matar porque hoy era eso lo que quería, corrida, cortando orejas y rabo, pantalón ajustado, que puta manía de encoger en los armarios las prendas de vestir, tacones altos que me hacen buen culo y eso les vuelve locos, un corsé negro luciendo mis estupendas tetas, un poco de color en la cara, aunque no los necesitaba, con mis ojos verdes sabía que no necesitaba mucho color más, un cepillado y secado rápido a mi larga melena, un poco de color en los labios, el pinta al bolsillo de la cazadora con una caja de condones, y me la puse por encima, cogí el casco comprobé que llevaba los guantes y las llaves, un pequeño bolso, que siempre me pregunto para que lo llevo, si todo lo que necesito está en los bolsillos de la cazadora.

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Allí estaba lo único que de verdad me hacía sentirme fuera de este mundo, un montón de hierro y cromo, dura, oscura, brillante, mi moto, la vieja Vulcan 500 ya decorada a mi aire era lo único que había dejado el cabrón de mi marido, se llevó todo lo demás y la moto porque no pudo al estar a mi nombre desde antes de casarnos, habían pasado 15 años, pero como yo seguía estando dispuesta para lo que fuera. Ahora con unas calaveras de tonos rosados saliendo de su oscura piel negra como en mi casco, eran mi marca de referencia.

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Me subí en ella, maldigo los putos centímetros que me faltaron por crecer, aun con el asiento rebajado llego justa al suelo, pero los años y la costumbre me han hecho dominarla con soltura a la hora de parar y arrancar, en marcha no es necesaria la altura,  además  como lo que más me pone es que me miren el culo y salir pitando cuando están cerca, dejándolos con los ojos fuera de las órbitas, estoy poco tiempo parada.

El aire en la cara, la vibración en la entrepierna, el frescor de la noche, juro que podría estar así hasta el fin del mundo, pero esa noche quería algo más, un amigo desconocido, alguien que me cayera bien, que me hiciera reír, quería que alguien consiguiera que me dejara llevar, conforme iba circulando con la moto hacia el Iron Horse, lugar donde se reunían moteros de toda la ciudad y sonaba buen rock, empezaba a darme igual todo eso, me sentía a gusto.

Allí estaban las luces, los caballos de hierro a los que hacía mención el nombre del garito, aparcados en la puerta, buen montón de gente fuera, compartiendo risas y bebiendo cerveza, algunas miradas con desdén, puñeteros machistas siguen sin entender que las mujeres puedan pilotar una moto, muchas sonrisas amigas y conocidas, aparque la moto marcha atrás para ya tenerla dispuesta para salir lo antes posible.

Una cerveza en mi mano, detuvo mi camino antes de llegar a entrar al local, mi amiga cristina me bloqueo el paso, besos abrazos y me enseño un nuevo tatuaje,

-¿Cómo vas? – me preguntó.

A lo que comenté:

-De momento sola.

-Serás zorra – Exclamó y nos reímos con una sonora carcajada que hizo que unos cuantos se volvieran a mirarnos durante un instante.

Mientras hablábamos una mirada a las motos aparcadas, me hizo descubrir un par de ellas que no conocía, le pregunté a cristina, son de unos que están de vacaciones, no son de por aquí, un gusanillo interior empezó a hacerme cosquillas, interesante pensé, un voy al baño y le puse la cerveza casi muerta en sus manos, traigo otras y desaparecí por la puerta del local. Allí estaban uno un tipo delgado, muy alto con una gran nariz y muy nervioso moviéndose a la vez que hablaba con los que tenía alrededor, el otro sentado en una banqueta se apoyaba en la barra con sus enormes brazos tatuados cruzados sobre un enorme pecho mientras en una de sus grandes manos sujetaba una jarra de cerveza, con una ligera sonrisa observaba a su amigo, grande parecía muy grande.

Me gustaba, lo miré, me miró y sonrió, levantó la cerveza en un gesto de saludo y pase delante de él contoneándome como una gata en celo, como además sepa hablar es mi hombre pensé, mientras sentía que aquellos ojos recorrían mi cuerpo.

Allí estaba yo retocando todo, tetas, culo, pelo, labios y dios me imaginaba aquellas manos tan viriles recorriendo hasta el último rincón de mi cuerpo, apreté la entrepierna cruzándolas, «que no sean maricas» pensé, da igual lo curo dije entre dientes, me dirijo a la barra justo a su lado, haciéndole apartar las largas piernas terminadas en unas botas o botines camperos espectaculares de bonitas.

-Quieres sentarte – exclamó mientras se levantaba,

-No, gracias – le  respondí con cierta acritud, «joder» pensé «con esa actitud hoy no pillo», pero me jode la falsa amabilidad de algunos machitos,

-Fer ¿me sirves? – grité al camarero, que estaba algo alejado, sentí como con un gesto pasaba de mí y se iba a otro lado, apreté los dientes.

Una sonrisa una mano tendida y un me llamo Juan, como puedo llamarte, apunto estuve de decirle como quieras pero ayúdame a recoger las bragas que se me han caído, mientras le decía mi nombre, mi cabeza bullía con cien ideas, amable atractivo y con esa voz, marica o está casado seguro,

 

-Fran. por favor, ¿nos atiendes? – salió de aquellos carnosos labios que  cada vez me parecían más comestibles era la misma voz pero un punto más grave,  autoritaria, el camarero se giró e inmediatamente estaba preguntando lo que queríamos tomar, con una forzada sonrisa.

Se me quedó mirando, no sé qué me contuvo en ese mismo momento le habría cogido del cuello y habría empezado a comérmelo, tendría para un buen rato allí había hombre de sobras gritaba mi entrepierna. Dos cervezas titubeé entre azorada y sorprendida, estoy con una amiga, joder yo dando explicaciones, que coño me pasaba, era eso claro, que coño me pasaba, me sonreí, el pidió dos jarras y dándose cuenta de mi azoramiento, dijo que estoy con un amigo, soltamos una carcajada, el pago la ronda, cosa que no termino de gustarme, no era eso lo que buscaba.

Cogió con una mano los dos botellines, con la otra las dos jarras, me ofreció el brazo y con una mezcla de caballerosidad y prepotencia, que me encanto, dijo, «te acompaño». Asentí con la cabeza a la vez que me agarraba a lo que demostró ser lo que parecía, un musculoso brazo cubierto por algunos tatuajes, viril, duro, suave, le cogí una cerveza de su mano, él le ofreció a su amigo una jarra, mientras le decía que salíamos fuera, el la cogió y siguió con la charla que mantenía con otros motoristas sin hacernos mucho caso.

Yo con una botella, el con una jarra, nos quedamos mirando y sin decir nada brindamos, hay silencios que lo dicen todo y aquel fue uno de ellos, salimos a la calle allí estaba mi amiga también hablando con otros, se dio cuenta enseguida de nuestra salida, él le ofreció la cerveza, a la vez se presentó, hay más en el sitio que has encontrado a este que voy, exclamó, hay otro pero esta entretenido mira a ver, le dije mientras los tres nos echamos a reír.

-¿Te gustan las motos? – preguntó – ¿los motoristas?

La está cagando rondaba por mi cabeza:

-Las motos si, los motoristas depende – respondí mientras me acercaba tanto a él que no podía dejar de mirarme el escote, sonrió nervioso, tienes moto, coño no me invita a dar una vuelta, quiere hablar, apreté las piernas, un voy a ver qué hace tu colega, que me hizo darme cuenta de que estábamos pasando de Cristina, me hizo volver a la realidad, tengo la moto allí aparcada dije, vale que ahora vuelvo dijo mi amiga.

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Al acercarnos a mi moto yo solo pensaba en estar a solas con él, me pare ante él y con los brazos en jarras, te gusta lo que ves, mucho dijo mientras asentía con la cabeza, pues a ver si me coges dije mientras de un salto subía en mi burra, el hizo ademan de cogerme, le di un manotazo, coge tu moto bobo le solté, vale dijo mientras sonreía y se giraba hacia las dos motos que había reconocido como nuevas en el Iron Horse, una Harley Davidson ultra con todos los accesorios habidos y por haber, un puñetero sillón rodante, al lado como un perro a punto de mearse en una farola, otra Harley está más baja y discreta, pintada en negro mate y con un manillar plano, me alegre al ver que cogía la moto más discreta.

Mi vieja Vulcan 500 petardeaba rítmicamente, cuando de repente como si del cielo empezara a caer algo tras dos pequeñas explosiones empezó a sonar aquel motor, claramente de discreta aquella moto solo tenía la apariencia, sentía las vibraciones en la distancia recorrer mi cuerpo, dios era grande estaba a punto, y como además supiera conducirlo aquello iba a ser apoteósico. Un minuto después salí disparada, como si le hubieran puesto un cable invisible sentí aquel sonido en mis oídos como si de la mía propia se tratara, un vistazo por el retrovisor y allí estaba, a mi lado un metro atrás, parados en el semáforo, como dos bestias dispuestas a arrancarse la piel, cosa que además era cierta, por lo menos por mi parte.

Unos cuantos semáforos, unas aceleraciones, cada vez que paraba, las vibraciones en mi entrepierna, sus ojos en mi espejo como pintados allí, era imposible dejarlo atrás, ya lo sentía dentro, pero llegaba mi territorio, a la salida de la ciudad una carretera sin circulación que llevaba a un viejo hotel ya cerrado, en lo alto de una montaña, era mi reino, nadie me tosía en aquella carretera, parecía que estuviera echa para mi moto, prácticamente a diario la recorría solo por gusto.

Empezó el baile de las curvas, luces abriendo camino, pasión cayendo dentro sin pensar que había al otro lado, me las conocía todas, sus baches, sus peraltes, su adherencia, había buena visibilidad, él era nuevo no me conocía ni a mí ni a la ruta, pero a la tercera curva me di cuenta de que aquello era algo que no me esperaba, seguía allí inmutable, siguiéndome, incluso entre curva y curva poniéndose a la par conmigo, no podía ser era mi territorio, una marcha menos y el motor empezó a chillar al subir de revoluciones, en la siguiente curva note como la adrenalina empezaba a descargarse a mis venas, a la vez los neumáticos empezaban a chillar, esta vez a la salida de la curva el ya no estaba tan cerca, pero un instante después allí estaba otra vez sobre mí, notaba su fuerza, su calor, su pasión.

El recorrido se empezó a acelerar, más de lo que nunca lo había hecho, las curvas, los frenazos, el sentirlo tan cerca, mi sexo sobre el deposito, movientes a un lado y a otro estaban consiguiendo que la tensión cada vez fuera mayor, no podía parar quería más y más, la sensación de que el sentía lo mismo hacia que mi excitación creciera, un segundo de relajación y el volvía a ponerse encima mío tan cerca que podía olerlo, vuelta a acelerar el ritmo, me iba a correr encima de la moto, aquello era increíble, faltaban pocas curvas para el final y estaba a punto de reventar, un acelerón final y entre con la moto en el viejo mirador del hotel, donde deje que el muro de piedra terminara el trabajo con el ultimo toque en mi sexo al frenar la moto, consiguiendo que me derramara como una botella rota, por fin a va a ser útil el bolsito que lo único que lleva es un tanga de repuesto.

Aun hundida en mi placer, sentí como paraba la Harley a mi lado, se detenía el sonido, a la vez en las dos motos, me baje de la mía con las piernas temblando, el hizo lo mismo de la suya, y se dirigió hasta mi sin hablar, con los ojos encendidos como dos estrellas, segundos después estábamos sobre el muro del mirador, con los dedos como huéspedes, unos retirando el corsé para liberar mis pechos, otros los botones del pantalón, para dejar nuestros sexos al aire, pronto noté su mano sobre mi pubis y como su dedo corazón, entraba hasta la puerta de mi coño, hice un ademán como de encogerme, era mucho en poco rato pero enseguida quise más, mientras tanto mi mano buceaba por su pantalón y empezaba a jugar ansiosamente con su duro y chorreante miembro.

Pronto tenía el pantalón fuera, me abracá a su cuello mientras él me cogía de la cintura, se dejó caer de espaldas contra el muro, apoyé los pies en el mismo, mientras me sujetaba con una mano puso su sexo contra el mío, sentí como si fuego entrara dentro de mí, sudábamos, el empujaba su cintura, yo movía mis piernas, golpe tras golpe nuestros sexos hervían, note como de nuevo me volvía a correr y él también lo noto, paso sus manos por debajo de mis piernas y en pleno extasis me sentí transportada a sus hombros, notando como una lengua ardiente y carnosa se hundía en mi sexo hasta hacerlo explotar como unos fuegos artificiales en las fiestas de la ciudad.

Para mí ya estaba siendo suficiente, así que aparté aquella cabeza, con aquella ardiente lengua, «ahora yo también quiero» le grité. Me bajó suavemente hasta el suelo, sentí su polla al lado de mi sexo y note como sufría otro espasmo, me dejó en el suelo y sin darle tiempo a otra cosa ya la estaba engullendo como si fuera lo último que iba a hacer en mi vida, le cogí los testículos apretándolos con una ligera presión, succioné hasta que note que él ya no podía más, entonces liberé aquellos huevos ya tensos, sentí como explotaba dentro de mí, no me retire hasta que sus descargas me llenaron por completo y me faltaba el aire, una última proyección acabo sobre mi mejilla, el la recogió con los dedos para limpiarme, yo le cogí los dedos y se los lamí mientras dejaba caer mi cabeza sobre su jadeante pecho, sentí como cogía mi melena, primero como una caricia, poco a poco fue tirando de ella hasta que me forzó a mirarle a los ojos, note la satisfacción en su cara, ha sido una buena noche musito, «cállate bobo» Musité yo antes de unir nuestros labios y lenguas en un caliente y húmedo beso.

Relato erótico: La experiencia sexual más fuerte de mi vida

Hace unos años tuve la experiencia sexual más fuerte de toda mi vida: Aquel día empezó como otro cualquiera cogí mis cosas para ir a la universidad y tome el metro. En el vagón noté como los ojos de aquel extraño se fijaban en mi, recorriendo mi cuerpo lentamente, mi blusa que transparentaba mis firmes pechos, la falda de vuelo que dejaba entre ver el contorno de mi culo y piernas. Su fija mirada me incomodo, comencé à sudar y a acalorarme. Nada más salir del metro a la calle vi como una furgoneta se detenía. De repente noté un fuerte golpe y perdí la consciencia.

Cuando desperté estaba encadenada de pies y manos en lo que parecía la parte de atrás de un camión. Comprobé que mi ropa interior estaba intacta, y que todo parecía estar bien. Pasaron las horas hasta que la puerta se abrió, el hombre del metro apareció al final del camión y me lanzó un plato de arroz y una botella de agua.

-Come zorra que el viaje es largo

relato erotico femenino de un secuestroNada más cerrarse la puerta el camión se puso en marcha, se oían las voces de al menos dos hombres, estaba aterrorizada. Tras varias paradas llegamos a lo que parecía Marruecos, aunque nunca llegué a saber donde estaba. Me sacaron arrastras, dándome golpes hasta que una mujer cubierta con un velo me recibió. La mujer debía tener unos cuarenta años, pero aún se percibían sus grandes pechos bajo su túnica. Me llevo a una habitación y me sentó en una cama, me ató las manos al cabecero y las piernas abiertas a las patas. Rasgo mi ropa y comenzó a explorar mi cuerpo, cuando llegó a mi coño, comenzó a acariciarlo suavemente y de pronto metió sus dedos.

-La nueva putilla es virgen, al amo le encantará. 

Acto seguido colocó un artefacto que taponaba todos mis aujeros, mi coño y mi culo estaban cerrados.

-Así la primera vez serás solo del amo.

Me soltó de la cama y me llevo a una jaula que había en otra habitación contigua. La noche iba a ser dura pense, pero no me imagine cuanto. Veinte minutos después aparecieron los hombres que me habían secuestrado y me sacaron de la jaula. Aún seguía desnuda y comenzaron acariciarme, note cómo les engordan las pollas, se las sacaron.

-No vamos a poder follarte pero puedes lamernos hasta que nos cansemos.

Me metieron una de ellos en la boca, hasta el fondo y casi me hace vomitar, me agarraron de la cabeza tirando fuertemente hacia delante. Mientras tanto el otro lamia y mordía mis pechos. Cuando la polla que tenia en mi boca se había corrido comenzó el otro a metermela. Se corrió en mi cara. Siguieron turnandose hasta que no pudieron más. Tenia todas mis grandes tetas con mordiscos y chupetones, y estaba toda llena de corridas.

En medio de la noche apareció la mujer del velo otra vez. Y me llevo arrastras hasta lo que parecía un baño. Me comenzó a lavar, peinar…

-Tú, putita rubia vas à estar muy caliente para amo.

 

Temí por un instante que trajera a los hombres otra vez. Pero fue peor. Exhausta de chupar pollas fui encadenada dentro de la bañera con las piernas abiertas, boca abajo. Retiró mi «cinturón de castidad» y colocó el chorro de agua de la manguera en mi culo, llenándolo poco a poco, hasta que estuve bien limpia. Luego fue el turno de mi chocho, la presión del agua me hizo humedecer y al cabo de unos instantes me había corrido, sujeto el chorro con un cinturón y coloco un vibrador en forma de polla enorme en mi culo. Comenzó a meterlo y a sacarlo lentamente, una y otra vez hasta que entro hasta el fondo. Lo notaba vibrar, y deslizarse por mi culo. Lo sujeto con otro cinturón y se fue. Me volví a correr. La presión del agua en mi clitoris me hacía retorcerme de placer. Me corrí durante al menos un minuto. Mi culo me ardía, pero al mismo tiempo me estaba corriendo por detrás!!! Pasadas ya varias horas comencé a gritar. La tortura orgásmica duro toda la noche. La mezcla de dolor y placer no me dejo dormir y a la mañana siguiente aun seguía retorciendome en la bañera. La mujer del velo volvió a la mañana siguiente, me desató y junto con otras tres más jóvenes, me vistieron con una túnica transparente, depilaron, perfumaron y trenzaron mi pelo dorado.

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-Putilla lista para amo

Acto seguido estaba en una habitación lujosa, ya no parecía una mazmorra, sino un hotel de cinco estrellas. Me ataron nuevamente à la cama. Notaba cómo mi cuerpo se retorcía caliente sobre la sábana en búsqueda de sexo. Pero yo estaba aterrada. Un hombre gordo y grasiento entro en la habitación, se pasó la lengua por los labios y se colocó encima mio. Me susurro al oído

-Vas a notar mi polla hasta el fondo y nunca olvidarás cómo te voy a follar puta de mierda.

Me abrió la túnica y abrió las patas, haciendo presión sobre ellas. Y comenzó a lamerme el coño, pasándome la lengua lentamente hasta que llegó al agujero, la metió y comenzó à darle vueltas. Antes de sacarla escupió dentro y sin pensárselo más metió su polla gorda hasta el fondo. Grite de dolor. Empezó a sacarla y meterla hasta que se corrió, la saco antes y se corrió en mi cara.

-Limpiala zorra.

Gire la cara pero me la metió hasta la garganta. Cayó dormido sobre mi pero no sin antes meterme un dedo en el culo.

Cuando se despertó lo saco y me lo hizo chupar. Metió su polla en mi culo y siguió follandome hasta que se corrió dentro, la lefa salia hasta mis nalgas. Volvió a meterme la polla en la boca para que se la limpiara, y bajo hasta mi coño y volvió a lamerlo, gemia de placer, me gustaba la sensación se su lengua en mi coño, me volví a correr. Poco a poco comencé a adorar el placer que sentía cuando mi amo metía su polla en mi coño y culo y tras tres noches era yo quien buscaba su polla.

Pero tras varias horas follándome sin parar y atada a su cama, al cuarto dia mi amo llamó a otras dos mujeres que se unieron a nosotros, reconocí a la mujer del velo, por sus grandes tetas, que estaban en mi boca, aun atada por el cuello a una cadena forme parte de una orgia para dar placer al amo. Las tres atadas chupábamos la polla y lo huevos del amo, mientras que otra se masturbaba en su cara para que dusfrutara. A mi me tocaba las tetas con fuerza. Despues nos indicó que le acompañasemos al comedor. Nos hizo follarnos entre las tres en la mesa mientras comía con dos hombres.

Comí por primera vez un coño era suave y viscoso, mi lengua se deslizaba sobre este mientras ella se corría en mi boca. Pero tras ese espectáculo volvi a la jaula. Había esta vez 4 hombres ahí que al verme se desnudaron y comenzaron a tocarme. Me ataron a los barrotes por las manos, un me follaba por el cuelo, otro por el coño, uno me metía la polla en la boca y el otro se pajeaba mirando. Notaba el ardor y el placer por todo mi cuerpo se corrieron dentro y fuera, sobre mi. Grite de placer. Y cuándo se cansaron me dejaron ahí atada y sucia.

ENVIADO POR BLANCA

Relato erótico: Un gordo desliz

Acababa de recibir una llamada de la bolsa de trabajo de Castilla La Mancha para cubrir una vacante de profesora de inglés en un pueblo perdido de Albacete. Me pilló por sorpresa, pues había hecho aquellas oposiciones por probar y nunca pensé que me llegarían a llamar pese a la alta nota que obtuve. En otro momento hubiese rechazado la oferta, no quería dejar mi querida Málaga para irme al culo del mundo, pero la reciente ruptura con mi ex (tras 7 años de relación) por sus repetidas infidelidades me hizo querer poner tierra de por medio y tratar de empezar de cero.

Así es que llegué a finales de Enero al pueblo donde estaría los siguientes 6 meses de mi vida, empezando una aventura nueva. El pueblo era bastante feo y apenas había nada interesante que hacer allí, asi es que pensé que podía aprovechar para ahorrar dinero e irme a Estados Unidos el curso siguiente.

Todo el mundo era muy amable e incluso me asignaron un piso en el ático de un edificio de 3 plantas (lo más alto que había en el pueblo quitando la Iglesia), sin tener que pagar más que 200€ con todo incluido. El edificio estaba a la salida del pueblo y eran pisos de gente del pueblo que regresaba en verano a pasar las vacaciones. La mala suerte es que el unico piso habitado era el que estaba junto al mio, con una gran terraza que comunicaba ambos pisos y separados por una pequeña baranda.

Para colmo el inquilino del otro piso era un tipo muy gordo, con una barriga que le asomaba por debajo de la camiseta, de unos 40 años y de aspecto desaliñado (con un fuerte olor a sudor siempre).

Los dos primeros meses casi no lo vi, porque apenas salia a la terraza y al no tener ascensor, el tipo este no solía salir de casa (le encargaba la compra al chico del colmado). A partir de Marzo, con la llegada de la primavera siempre coincidiamos en la terraza. Si salía yo a fumar enseguida aparecía él encendiendo un cigarrillo, si salía a tomar el aire lo mismo, y siempre lo sorprendía mirando al interior de mi piso desde la terraza. Me sentía poco menos que acosada. Siempre me ofrecía tomar una cervecita en su casa o un cacharrito o ver una peli….obviamente siempre le decía que no, pero el seguia insistiendo.

Durante ese tiempo no tuve salvo un par de aventuras con un par de chicos del pueblo, que tuve que dejarlo por las habladurías de los pueblos pequeños, ya que yo era la maestra. Mi amiga Lorena vino a visitarme un dia y trajo una hierba muy potente, pero con unos efectos impredecibles. Al irse me dejó una pequeña bolsita «por si me aburría de estudiar».

Un día, tras fumar un canuto empecé a pensar en el gordo, en como follaría, como tendría la polla,…y me empecé a masturbar. Desde ese día siempre me masturbaba pensando en el gordo follándome, tanto que se convirtió en una obsesión.

relato erotico para chicasEn abril vino una semana con mucho calor, y cuando salí al balcón estaba el gordo en calzoncillos tomándose una cerveza (llevaba unos calzoncillos de esos de abuelo, con agujeritos, amarillentos y llenos de lamparones, aparte que se le notaba una polla enorme). Me miró y me ofreció una, la cual rechacé instantaneamente y me fui para dentro rápidamente.

Una vez dentro me puse cachondísima y empecé a masturbarme. No podía sacarme de la cabeza aquella imagen del gordo, sudando y como sería que abusara de mi. Esa noche decidí pasar a la acción. Me duché y me rasuré entera. Después me fumé un canuto bien cargado, me bebí una cerveza y me puse un camison semitransparente que me regaló mi ex y que nunca llegué a estrenar. Debajo solo llevaba un tanguita de hilo. Se podían ver claramente mis pechos a través de la tela y las grandes aureolas de mis pezones que se asemejan en tamaño al de las galletas oreo. Entonces encendí otro pitillo y salí al balcón. No pasaron ni 5 segundos y oí como llegaba el gordo y se encendía otro cigarro. Se quedó boquiabierto al verme con aquella ropa y casi no podía articular palabra, apenas ni un «bububuen nocheeches». Me reí y noté como estaba empalmándose.

Le pregunté si no tendría una cerveza fresquita para mi y me dijo que sí, que si la tomábamos en su casa. Por un momento dudé, pero el atontamiento del porro me hizo aceptar. Pasé por la valla de un metro que separaba las terrazas y me invitó a entrar. Me dijo que tenía el aire puesto y allí estaríamos más fresquitos.

Me senté en el sofá y el en el sillón. Nos bebimos 2 cervezas y nos fumamos otro canuto. Yo ya estaba mareadisima y casi no podía mantener los ojos abiertos. El se levantó a por otras dos cervezas y al volver de la cocina se sentó a mi lado. Me dio la cerveza pero yo ya casi no podia hacer nada más que sostenerla en la mano.

Entonces el empezó a acariciarme el muslo de arriba a abajo, suavemente. Yo estaba inmovilizada y no sabía que hacer. Cada vez estaba más cerca de mi rajita, que empezó a humedecerse. El lo notó, ya que con aquella ropa poco podía ocultar. Con su otra mano me deslizó un tirante del vestido, y luego el otro, dejando mis pechos al aire. Me cogió los pechos y los apretaba como si fuesen pelotas antiestres. Me bajó el tanga hasta las rodillas y comenzó a acariciarme la rajita, que ya estaba completamente encharcada. Cogió mi mano y la puso en su enorme pene que comencé a masturbar. El introdujo un dedo en mi rajita y luego dos, sin dejar de manosear mis pechos y chuparlos.

De pronto y con un movimiento brusco, me cogió de la cabeza y me puso la boca en su polla, y comencé a chupársela como nunca lo había hecho. E gemía de placer mientras me metía un dedo en el culo y dos en la rajita. Entonces me subió encima suya y me la metió hasta el fondo. Sentí una mezcla de placer y dolor, pero comencé a cabalgarle mientras el no soltaba mis tetas. Me corrí 3 veces hasta ese momento, que se levantó, me llevó al balcón y me colocó inclinada sobre la barandilla, me abrió de piernas y empezó a follarme fuerte por detrás. Aunque era muy tarde y estabámos alejados de las otras casas el morbo a que nos pudiera ver alguien me puso aun más cachonda. No sé cuantas veces más me corrí, pero cuando por fín se corrió el perdí el conocimiento.

A la mañana siguiente me desperté en mi cama, desnuda y con un dolor de cabeza enorme. Al principio pensé que solo habia sido un sueño, hasta que me di cuenta lo mal que olía y que mi rajita estaba aun con restos de semen.

Me percaté de que había una nota en mi mesita: Esta noche habrá más! Y al darle la vuelta a la nota comprobé que era una foto mía desnuda.

ENVIADO POR KATIA

Relato erótico: Aventura callejera

Hola a todos, mi nombre es Karla.

Mido como 1.70mts y peso como 60kg. Soy blanca, pelo largo y rubio; de 23 años de edad, considero que mi físico es regular, ya que soy delgadita mis senos son pequeños y mis nalgas no son tan grandes, yo diría que mi físico no es que impacte, pero fea tampoco soy.

Esto que les voy a contar me sucedió hace poco, vivo en Maracay del estado Aragua en Venezuela. Ese día como a las 2 pm me fui al centro de Maracay al cajero del Banco Venezuela a sacar plata del cajero, era quincena y las colas de los cajeros no eran nada normal, llego pregunto quién es el último y me dispongo a hacer mi cola.

Observe el panorama, nada fuera de lo normal hasta que veo a un chamo como de unos 20 años de edad, de esos que tienen esa actitud de machito lanzado de barrio; él iba como a 4 personas delante de mí y al principio no me llamaba mucho la atención porque no se lograba ver muy bien, aunque hubo algo que me motivo a seguirlo observando y era su espalda ancha se veía por detrás bien encuerpadito aunque no se le veía mucho glúteo, cabe destacar que era un muchacho trigueño, de 1.68mts, como de unos 70 y algo kgs.

Cuando se volteó un poco más lo detalle muy bien y me dejo sin aliento, era un bebe demasiado lindo (moreno) a pesar de no ser tan alto, tenía una cara espectacular con una barbita así rapada que le daba un toque sexy, cargaba un sweater negro cuello v de esos de algodón que le marcaban su pechito y se le medio lograban ver los pelos del pecho, aparte cargaba un pantalón de los que dan en las empresas al igual que sus botas.

Sus ojos y su actitud me encantaron, estando ahí en la cola empecé a imaginarlo haciéndome sexo oral y yo lamiendo y acariciando su pecho. Ese día me sentía estresada, mi novio se había ido de viaje desde hace ya más de un mes y casi esa misma cantidad de tiempo tenía yo sin tener sexo, y el sexo es algo que me fascina; y ese chamo encendió esa chispa dormida en mí.

Total es que ya cuando el chamo casi llega su turno de llegar al cajero me puse a pensar que se me iba a ir y me puse a idear algo para conocerlo porque a la distancia que estaba de él me era imposible buscarle conversación, no se estaba ideando algún pretexto para no dejar para esa oportunidad de conocerlo y llegar a algo más. Total es que él ya se retiraba del cajero y yo decidí salirme de la cola para seguirlo disimuladamente y ver como hacía para conocerlo, en eso se me ocurre alcanzarlo y preguntarle una dirección cualquiera era solo un pretexto, pues lo hice y el me responde amablemente en eso lo miro fijamente y le digo que se parece a una vieja amistad, en eso comenzamos a hablar más y le pregunte si estaba muy apurado y me dice que no; hablando y hablando empecé a insinuarle cosas le pregunte si estaba comprometido con hijos mujer o novia y me dijo que solo tenía una niña pero que ya se había dejado de su mujer hace ya como 2 años, luego me pregunto igual y le dije que no tenía niños y le mentí le dije que había terminado con mi novio hace como 7 meses él me dijo que era linda que era raro que una chica como yo estuviese tan solo desde hace tanto tiempo y yo le dije igual q me parecía extraño que un hombre tan simpático y lindo estuviera tan solo desde hace 2 años, cosa que el respondió diciendo que si ha tenido relaciones pero nada serias con algunas amigas.

Como ya iban a ser las 4pm se me ocurrió decirle para tomarnos algo en algún sitio unas cervezas ( como era fin de semana el ambiente se prestaba), nos fuimos a un bar que está en el centro de Maracay y comenzamos a tomar y mi excitación se elevó mucho más, y él se relajó más, estábamos hablando de cosas estúpidas como por ejemplo donde vive , de que trabaja, etc., y por dentro tenia era ganas de hacerle de todo y él se notaba igual pero ninguno de los dos nos atrevíamos todavía a dar el primer paso.

Ya íbamos por la 5ta cerveza y le dije para ir al baño, ese día llevaba puesta una falda hasta las rodillas, una chaqueta tipo blazer (que había dejado en la mesa) y una blusa descotada; me baje las pantis y me subí la falda para agacharme a orinar en el sanitario, en lo que termino comencé a masajear mi vagina, mi clítoris de la excitación que tenía, y comencé a medio gemir cosa q me dio miedo no fuese a entrar alguien (pero como ese Bar es uno de los más alejado del centro casi siempre tiene poca gente), me limpié y me levante rápido ya que me había tardado mucho,  en lo que me subo mis pantis estaba toda mojada y es que se me había olvidado que el piso estaba mojado producto de una gotera que tenía la tubería del lavamanos, por lo que tuve que quitármela guardarla y quedarme sin pantis.

En lo que llego a la mesa que estaba algo alejada de la barra y de la poca gente que había él me dice que ya se estaba preocupando por mi tardanza y le dije que el baño estaba todo mojado y se me dificultó un  poco hacer mis necesidades ahí. El sitio no era muy iluminado y la parte donde estábamos sentados menos , me senté nuevamente al lado de él y le dije huy está haciendo algo de calor, el me miro con una risa de picardía y me dijo que tomara la cerveza que estaba bien fría me tome la mitad  de un solo trago, estaba tan relajada que me distraje en un momento viendo el teléfono y el de repente él se agachó a agarrar unas llaves que se le habían caído y yo distraída, tenía las piernas abiertas y el con toda seguridad tuvo que haber visto que no cargaba pantis porque se quedó mucho rato agachado bajo la mesa y que buscando las llaves, cuando me acorde cerré las piernas de inmediato y él se levantó. Seguimos hablando y veo que el alza su brazo hacia su zapato y yo no le pare porque pensé que se los estaba acomodando, pero de repente siento su pie desnudo acariciando mis piernas y yo muerta de la pena le dije: oye no, es que nos pueden ver; y él me dice dale mami acepta que no hay casi nadie.

Yo acepté y de repente me mete el pie en la vagina y me dice huy que rico se siente tu vagina calientita acobijando mi pie, (cabe destacar que sus pies eran muy lindos e higiénicos, y era la primera vez q tenía una experiencia así), luego me dice:

«huy y estas mojadita mami por favor mastúrbate con mi pie un ratico y disimula como si no pasara nada». Yo sudaba de la excitación el también y de repente el saca su pie todo lleno de baba y se acerca a mi dándome un beso súper profundo mientras me mete la mano en la vagina dándome suave y después duro y yo le dije para que se van a dar cuenta estaba nerviosa, luego me suelta nos separamos un poco me dijo q le gusto y que lo puse a mil.

Entonces me dijo, quédate quieta has como si nada, tranquila que el mantel de la mesa me cubre, me voy a agachar a lamerte la cuca y yo nerviosa le dije no estás loco nos van a sacar de aquí pero el hizo lo que quiso se bajó me abrió las piernas y me ha echado una mamamada de cuca demasiado inolvidable, no hallaba como contener los gemidos y mi contracción muscular.

Luego cuando iba por la décima cerveza me empecé a sentir un poco mal, no sé si fueron las cervezas que me cayeron mal y pensé mejor cuadro con este chico para después, y le dije sentada a su lado que me quería ir porque me estaba sintiendo mal y aparte porque eran las 7pm, pero él se acercó y me dijo al oído «no señor, usted no se va a ir lisa oyó, usted va a ser mi putica hoy porque esa cuca suya lo que quiere es guevo y bastante» Me clavó otro beso fuerte y me halo mi mano hacia su pene que estaba bastante erecto se bajó el cierre y me dice ahora te toca a ti puta mete la mano con cuidado y mastúrbame un rato.

La gente que allí estaba pensaría que éramos una pareja de enamorados que simplemente se daban unos cuantos besos jejeje, pero la realidad es que nos estábamos cogiendo muy discretamente. Cuando metí mi mano pude palpar que no era enorme le mediría unos 16 o 17cmts, pero si era bastante grueso y la cabeza era enorme, después que se lo masajeé saque mi mano me la limpie y él me dijo «vamos a cuadrar ahorita mismo mira que ya van a ser las 8pm«, yo le dije: «yo tengo que trabajar mañana a primera hora y el me dice que también el pero que no hay ningún rollo que nos vayamos para un hotel y ahí nos quedamos hasta el día siguiente y como a las 4am nos vamos para que nos dé tiempo de llegar a casa y cambiarnos de ropa.

Estuve de acuerdo, nos fuimos del sito a buscar un hotel y tocamos con la mala suerte que no encontramos ni una habitación disponible todas ocupadas. Eran como las 10pm y caminando pasamos por un parque de esos que están abandonados cerca del terminal de Maracay él me dice «mami no aguanto, el huevo está que me explota vamos a meternos a tirar ahí escondidos en esa casucha abandonada q esta en ese parque abandonado y luego vemos que hacemos». Le dije que sí, aunque temerosa pero excitada y ahí nos besamos nos desvestimos rápido y pude ver ese cuerpo hermoso desnudo tenía el pecho con unos bellitos q d inmediato acaricie y lamí ( tenía el cuerpo definido pero sin exagerar) y ese pene súper erecto y goteando góticas de baba de deseo y bueno mi cuca estaba echa agua pidiendo a gritos ese pedazo de carne dura, total es que me cogió sin compasión me mamo la cuca me hizo acabar como varias veces esa noche, grite como loca pero él me tapaba la boca, luego acabo dentro de mí diciéndome palabras sucias y gimiendo, nos acostamos un rato en unos cartones, luego como a la 1am comenzamos otra ronda esta vez sí me penetro por el culo mientras masajeaba mi vagina con una de sus manos acabándome en toda la rajita de mi culito, luego se lo mamé y nos recostamos nuevamente descansamos otro rato como hasta las 2 y algo.

El chamito era todo una bestia tirando me cargó contra la pared y mientras me besaba me daba unas embestidas que me hacían gemir de tanta excitación, no dejamos forma que no experimentamos cogiendo ese día, a pesar de corta edad tenía mucha experiencia. Ese día ya estábamos tan exprimidos que al acabar ya no salían casi gotas de nuestros cuerpos, cabe resaltar que soy multiorgasmica y mi hombre acabaría unas 4 veces.

Ya agotadísimos iban a ser las 4am nos arreglamos y salimos con cuidado nadie nos viera y derepente vimos a unos callejeros de unos 50 años que se dirigían al mismo sitio de donde ya habíamos salido y nos reímos y dijimos le invadimos su casa. Aquí finaliza mi aventura callejera y ese chamo es el que me sigue dando duro como me gusta hasta el sol de hoy claro ahora nos vemos en hoteles y lo hacemos decentemente.

KARLA

Relato Erótico: Le fui infiel a mi esposo

Hola, me llamo Mary y tengo 40 años, estoy casada hace 10 años y confieso que hace poco viví la experiencia más loca de mi vida; le fui infiel a mi esposo.

Él y yo tenemos un matrimonio normal, tiene 46 años, formamos una familia con dos hijos: un varón y una mujer. Las cosas en los últimos meses no iban bien conmigo, estaba un poco aburrida por la rutina de la vida y de la relación con mi pareja. Él había dejado de ser cariñoso, estaba muy metido en su empleo y sus cosas, la intimidad había desaparecido casi por completo entre nosotros. Así siguieron las cosas por aproximadamente tres meses.

Después de esos tres meses la familia organizó un paseo a la finca que nos pertenece. Está en un pueblo cercano a la ciudad donde vivo, fueron las tres hermanas de mi marido, su hermano y obviamente, nosotros. Cada quien con su respectiva familia. Para no extenderme demasiado en la explicación, el protagonista de mi historia es hijo de una de las hermanas de mi esposo, algo así como mi sobrino político. Su nombre es Carlos, lo conocí cuando era un pequeño de 2 años. Natalia (la madre de Carlos) vivía con su marido en otro país hasta hace apenas 3 años, entonces no lo veía más que en fiestas de fin de año. La relación con él era de lo más normal, me dice tía, me saludaba con mucho respeto y todo era muy corriente.

Ese día todos llegamos a la finca, desempacamos y escogimos las habitaciones. Para cada pareja una habitación y en otras todos los chicos de la familia. Todo trascurrió muy normal en el día. En la noche todos nos fuimos a descansar.

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En la madrugada sentí muchas ganas de ir al baño así que me paré y fui. Entré y como estaba medio dormida no encendí la luz y dejé medio cerrada la puerta. Cuando estaba sentada en el sanitario entró él, y sin darme tiempo de reaccionar se sacó el pene, se acercó mucho a mi cara y antes que pudiera tocarme pegué un grito, él se fijó que estaba allí y salió disparado del baño. Salí del baño muy confundida, pude reconocer su silueta en las sombras y supe que era él, Carlos. Me acosté muy agitada, el corazón se me quería salir del pecho, no sabía aún qué era lo que había pasado exactamente, la imagen no se me borraba de la cabeza. Al otro día me levanté con la esperanza de no tener que mencionar lo ocurrido.

infiel en el baño

Lo vi desde que todos salimos al desayuno, al parecer nadie había oído mi grito ni nada, mi sobrino apenas me miraba a la cara, lo vi un poco apenado, no me dirigía la palabra. Decidí tratar eso con la mayor seriedad, así que me le acerqué más tarde y fijándome que no hubiera nadie le dije que no se preocupara, que había sido un simple incidente y ya, él me dijo que tenía vergüenza, yo le dije que no había visto nada, pero era mentira, sí lo había hecho y me tenía algo desconcertada. Ese día, antes de almorzar todos íbamos a salir a la piscina, yo estaba poniéndome el traje de baño en mi cuarto, luego salí y estaba él en el pasillo, se me quedó viendo fijamente, yo intenté salir rápido, se me atravesó y en el ajetreo tropezamos y nos fuimos de frente contra una pared, me quedé unos momentos mirándolo y él a mí, pero inmediatamente después me fui rápido con la cabeza hecha un nudo: había visto a Carlos con deseo de besarle.

Gisella

 

Relato Erótico: En un coqueto restaurante japonés

Quedamos para cenar en un coqueto restaurante japonés.

He reservado un tatami para los dos, me he puesto un sexy y ajustado vestido negro y me he liberado de cualquier lencería, salvo las finas medias sujetas por un liguero tradicional. He pedido una copa de vino blanco mientras te espero.Haces tu entrada sonriente y apurado, disculpándote mientras te quitas los zapatos. Te colocas a mi lado y me besas, deslizando tu mano por mi cintura. La camarera abre las puertas de la sala y nos observa, tomando nota del pedido en una elegante postura oriental desde la entrada.

Nos deja solos de nuevo y continúan las caricias. Exploras sobre mi vestido y detectas complacido que nada más me cubre por debajo. Me dejo meter mano como una adolescente manejable y espero a que nos traigan la comida. La fina camarera de colorido kimono coloca los platos y advierte el color en mis mejillas. Cuando entorna las puertas te suelto la corbata y sin deshacer el nudo la coloco sobre tus ojos a modo de antifaz.

relato-erotico-cuerpo-desnudo

Te muerdo los labios en el último beso que dejo de observes y te acerco un trozo de sashimi a la boca. Lo comes encantado y te hago probar uno distinto. Aceptas el juego y en silencio vas saboreando la comida que te ofrezco, a veces suave y caliente, otras picante, fría…

Te acerco la copa a los labios y la inclino para que puedas beber. Unas gotas se derraman por la comisura de tus gruesos labios y las recojo con la lengua. Te abro la camisa para evitar que te manches y acaricio tu pecho lamiéndolo suavemente. Sigo dándote de comer muy poco a poco mientras me suelto el vestido dejando libres mis pechos. Me incorporo poniendo uno de mis pezones sobre tus labios. Lo besas y lames obediente. Hago lo mismo con el otro, con mis dedos y mis labios, intercalandolo con la comida que tu esperas sin conocer que será. Me tumbo boca arriba sobre la mesa con las piernas abiertas y presiono tu cabeza hacia mi sexo. ‘Come’- te digo- y de nuevo cumples lo que ordeno.

Me lames y recorres con los labios hasta provocarme y orgasmo. Me giro sobre la mesa y esta vez no necesitas instrucciones. Hundes tu lengua en mi trasero sin dudar que ese es el encargo. Nuevamente el calor de un intenso orgasmo me recorre. Relajada por el placer me recompongo y te acerco la copa de vino a los labios. Te dejo que la sujetes con la mano y me dispongo a saciar mi apetito. Es delicioso sentir como te derramas en mi boca.

VALENTINA